La Salud del Turismo

Fernando Ravsberg

Una esmerada atención de salud en medio de un paraíso tropical puede ser la combinación perfecta para recargar baterías.

HAVANA TIMES – El turismo en Cuba se debería concebir contando con la permanente presencia de Irma y de Trump. Habría que trabajar pensando que siempre habrá un huracán en el Caribe o un presidente en la Casa Blanca dispuestos a descarrilar la locomotora de la economía cubana.

La tentación de copiar el desarrollo turístico de los polos que ya existen en el Caribe puede parecer lógica, sin embargo implicaría competir con quienes disponen de muchos más recursos económicos, cuentan con mercados consolidados y llevan ya décadas de experiencia.

Las peculiaridades de Cuba pueden ser de gran atractivo para los turistas sin necesidad de invertir grandes sumas de capital. Abrir a los visitantes todas las expresiones culturales de la nación puede ser tan importante como darles acceso a las instalaciones de salud.

Alrededor del 10% de la población mundial sufre de problemas renales y unos 50 millones necesitan hemodiálisis de forma regular, 3 o 4 veces por semana. Esa realidad les limita las posibilidades de viajar, pues necesitan un centro de diálisis allá donde vayan.

Los polos turísticos capaces de brindar ese tratamiento, acorde a los protocolos internacionales, se pueden convertir en receptores de estos pacientes, muchos de los cuales viajan en grupo, traen su medicación y pagan alrededor de US $230 por cada sesión.

La atención a los pacientes-turistas necesitados de hemodiálisis se puede realizar utilizando las instalaciones de salud cubanas en los horarios de la tarde-noche

Los pagos del tratamiento de hemodiálisis se realizan por diferentes vías, puede hacerlo el paciente directamente, a través de un seguro médico o mediante un acuerdo con la Salud Pública de sus países, cuando estas cubren los costos como ocurre en Europa.

Cuba presta estos servicios a los turistas que lo necesiten pero es algo que apenas se conoce en el mundo. Pocos saben que, repartidos a lo largo de la isla, funcionan medio centenar de centros de hemodiálisis, con personal médico capacitado y hospitales de referencia para cubrir imprevistos.

Activar todos estos centros para el turismo implicaría gastar unos pocos miles, mejorando las salas con tv, sillones reclinables, WIFI y aire acondicionado, lo cual beneficiaría también a los pacientes cubanos, sin afectarlos porque los turistas prefieren los turnos de noche, para aprovechar mejor las vacaciones.

Para participar de lleno en ese importante segmento del turismo de salud se necesitan acuerdos con las asociaciones de enfermos renales, con los ministerios de Salud y con las empresas turísticas dedicadas en específico a las vacaciones de estos pacientes.

Se acostumbra que los pacientes viajen con todos sus medicamentos, recetados por su médico y que envíen antes por mail la fecha de llegada, la historia clínica y un examen de serología infecciosa, esto último para evitar contagios de hepatitis o VIH.

Este tipo de “turista-paciente” no solo ayudaría a financiar la Salud Pública, además contribuye al turismo, son personas que vacacionan igual que todos los demás, se hospedan en hoteles, comen en restaurantes, hacen excursiones, toman taxis y compran artesanías.

La atención de los turistas-pacientes puede darse en Cuba siguiendo los protocolos internacionales de salud más estrictos.

La Salud en Cuba tiene ya lo más importante, el personal capacitado, los equipos necesarios y prestigio internacional. Solo le viene sobrando la burocracia, la que tarda horas en contactar al seguro médico o te deja sentado en una sala de espera para ir a merendar.

Quien viene a conocer la isla no quiere pasar ni un minuto más de lo imprescindible encerrado en un centro de diálisis. La descoordinación del transporte, la impuntualidad del personal o los trámites eternos pueden llegar incluso a empañar la mejor atención profesional.

Empresas como Fresenius, Braum o Diaverum están ganando fortunas con sus clínicas de hemodiálisis repartidas por todo el mundo, ¿por qué Cuba no podría ofrecer ese mismo servicio en el Caribe, donde estas multinacionales tienen escasa presencia?

Cada uno de estos turistas-pacientes deja unos US $800 semanales más de lo que gasta un visitante sano. Así, el turismo podría sumar nuevos segmentos de mercado y la Salud Pública mejorar sus instalaciones y equipos, sin tener que apelar al presupuesto del Estado.

El caso de los turistas necesitados de hemodiálisis es solo un ejemplo de cómo los vagones que se acoplan a la “locomotora económica” no tienen por qué ser un peso muerto, muy por el contrario pueden convertirse en un incentivo para que

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