La Odisea a contracorriente de un cubano: Dramáticos días panameños

Partimos de madrugada, en fila india rumbo al puerto, yo estaba eufórico, ¡al fin Panamá!…

Vicente Morín Aguado

Leo
Leonel Ramos Castillo

HAVANA TIMES — Leonel Ramos Castillo desconocía que iba a jugarse la vida. Las extorsiones parecían no tener fin, una sobrina le envió desde Texas ayuda, para cobrarla vía Western Union debió dar comisión, porque no podía hacerlo personalmente. Copio su relato con escasas correcciones gramaticales:

Se acercó la lancha, parecía una canoa, pero grande, con dos motores fuera de borda. El lanchero, un negro alto, dejaba ver en su cintura una enorme pistola plateada. Abordaron las mujeres primero; yo me instalé  en la parte delantera, en un hueco para los chalecos salvavidas.

Partimos lentamente, eran las cuatro y cincuenta, el mar estaba un poco picado; de repente subió la velocidad, solamente la parte trasera de la embarcación tocaba el agua, muchos rezaban. Nos sorprende una ola inmensa, saltó la panga, así llaman a la canoa, cuando cae todo el impacto contra la proa, me dio por la espalda un golpe tan grande que pierdo el aire y veo estrellas, continuó una y otra vez, no podía respirar. Sagua se paró con riesgo para su vida, porque quien cae al agua no tiene regreso, le hace una seña al piloto, este disminuye la marcha; salí del hueco infernal, pensaba que tenía una costilla partida,  me acuestan, un muchacho jovencito me aguanta la camisa y me dice: ¡puro tú no vas para el agua!

Continuaron los golpes del mar por cerca de una hora, hasta que aminoró la marcha. Yo iba acostado boca arriba, el lanchero me hace una seña para que me sentara correctamente, a los diez minutos sube la velocidad al máximo, de nuevos los golpes por compresión de las vértebras, en una de esas caídas perdí el balance y me partí la frente. Una muchacha gritó, ¡sigue, no pare!; no lo podía creer, pero el joven de antes volvió, se quitó la camisa, me tapó la herida, manaba sangre a borbotones, se fue trancando poco a poco. A la hora y cuarenta y cinco minutos habíamos recorrido los setenta y dos kilómetros que  separan a Necocli de un incierto destino llamado Loma de la Miel.

Al tocar tierra, una playa con muchas matas de coco; caminé con mis pocas pertenencias, todavía es tierra colombiana; hay que subir la maldita loma para acceder a Panamá, nos esperan unos negros altos con machetes en mano y pistolas en la cintura. Entro al agua, un lavado de cara quitándome la sangre cuajada que llegaba hasta los pantalones, todos miraban, pero seguía; se abrió la herida de nuevo, con una camisa la cubrí. Uno de los negros altos me dice: acércate, le habla en general a todo el mundo: “Cruzar la montaña son veinte dólares, cuidado con las culebras y las ranas venenosas, yo los llevo por un lugar seguro.”

mapa panamaLa montaña era en extremo escarpada, había que sujetarse con bejucos. Le dije a Sagua: ¡No subo! Él por su parte: yo te ayudo, y el guía de apoyo: “Otros peores que usted lo han hecho”, claro, se trataba de mis veinte dólares…

Me senté sobre una mata de coco caída, Sagua me dijo: tengo que avanzar, ¡ándale pues!, respondí. Dio la espalda y empezó a escalar la inclinada cuesta, entonces el ruido de un motor, más cubanos que llegaban. Subo los pies evitando la picada de una serpiente, en eso aparece un señor recolector de cocos, con un perro, me ve y llama a no sé quien, escucho sus enérgicas palabras: ¡con la cantidad de dinero que están dejando los cubanos esto no puede pasar! El hombre me trae agua, logro pararme, terminan en un acuerdo y voy hacia otra panga junto a varias mujeres embarazadas y niños, yo no quería subir, pero insisten en que es segura, pequeña, sin coleteo. Diez minutos después estaba en Playa Miel, al otro lado de la montaña, tierra de Panamá.

Allí espera el ejército, un soldado le regala dos pastillas, lo llevan a un puesto médico donde ocho puntos cierran la herida, acompañada de una inyección, resultado igual a 45 dólares. De nuevo a las pangas, esta vez rumbo a puerto Obaldía, en la frontera con Costa Rica:

No fui el de peor suerte, una pobre mujer había perdido a su bebé, se le zafó de los brazos debido al endemoniado oleaje, supe que terminó dándose un «sogazo», no pudo sobrepasar el remordimiento.

Cuando llego, resulta que soy usado como ejemplo para atemorizar a los demás: “Este es el aleccionado (evidentemente debe ser lesionado)”, así me señalaban; mi golpeadura se calificaba obra de los guías maleantes por negarme a subir la loma. Pasaron los días, comprendí que semejante trayecto a través de la selva era innecesario.

La guardia fronteriza requisa los pasaportes, 25 dólares adicionales y a esperar. Pueblo pequeño, poco alojamiento, las comidas a cinco dólares, dos una botella de agua, pero hay salas de Internet, video llamadas WI FI, agencias de viaje a Panamá vía aérea. Leo tiene escasos 100 dólares en ese momento. Le acompaña la esperanza. Los sueños panameños están desvaneciéndose.

En Puerto-Obaldia. foto: www.telemetro.com
En Puerto-Obaldia. foto: www.telemetro.com

Muchos cubanos durmiendo en los portales, recuerdo una construcción llamada villa Oneida que tenía de Oneida, pero no de villa. Allí terminé en el piso, sobre la colchoneta regalada por una familia de jaimanitas, conocidos de cuando esperábamos en Necocli.

Al llegar al cuartel aparece el guardia que me había curado en La Miel, me dijo: “No compres más comida, después que comen los militares, reparten para los refugiados.” Esperé a la una, cogí la ración apresurado, cuando escucho al cocinero: “ven mañana temprano, así me ayudas, trae a otro para fregar los trastos”. Esa noche llegaron más cubanos, conocí al Tata, un pescador tunero, estaba sin dinero, le hablé del desayuno, el “trabajo”, y consintió.

Literalmente están presos en Obaldía. En el cuartel fríen las tortas con 5 litros de aceite; administrador de cafetería, Leo sabe de “ahorrar” un líquido tan preciado en su país, al jefe le importa un bledo el detalle, el cubano se lleva el aceite y lo regala a la dueña del hostal donde duerme, pero no puede aguantar la faena por los muchos verdugones en la espalda; Tata le quita los puntos, el sagüero lo sustituye en la cocina.

Terminé ayudando a Oneida, la señora del albergue. Espero un salvavidas adicional de Texas, y de paso la misericordia. El hermano de la dueña consiguió dos pasajes a 108 cada uno, rumbo a ciudad Panamá, el sueño por alcanzar.

Continuará…

 

6 thoughts on “La Odisea a contracorriente de un cubano: Dramáticos días panameños

  • Eso es mentira en Puert Ovaldia no te cobran por ningún trámite q no sea tan pantalloso verifique las cosas antes de publicarla

  • En puerto obaldia no cobran pero de la miel a Obaldia si cobran 25 por personas para cruzar en lancha

  • Continúa la historia sin coyotes y soltando dinero a militares. Todos esos lancheros pagan sus impuestos a los jefes de los militares de las patrullas de frontera, de eso no hay dudas. Los gobiernos de las repúblicas bananeras lo saben y no hacen nada porque también se benefician con este millonario negocio.

  • Hola, siempre mis compatriotas, algunos absolutos. Es el testimonio de Leonekl, de paso, que yo sepa, en tales latitudes una cosa puede ser hoy, otra mañana, otra al amanecer, otra al acostarse. Cómo afirmar algo que se trata de ilícito, de tráfico de personas y ser tan absoluto, tal cual fuera una tienda en Nueva York o el cruce de la fronmtera americana.
    Por favor, un poco mas de sensatez al opinar.
    Vicente.

  • Gracias al trabajo del periodista Morin Aguado conocen casos como este qué hay miles pero no se conocen.

  • Recomiendo mucho buscar en youtube el reportaje de TVN sobre el tema. Es anterior al explote y ya se sabia de las extórsiones, robo, secuestro, violacion y coaccion a cubanos.

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