La naturaleza contraataca y la reunión de París

Por Pilar Montes

Cop 21HAVANA TIMES — El planeta pone sus esperanzas en los resultados de la cumbre COP 21 que se realiza en París para coordinar un plan que atenúe los efectos del cambio climático, tras siglos de daños infligidos a la naturaleza.

Entre los países más afectados están los que tienen menos recursos para hacer frente a los desastres naturales, como prolongadas sequías, inundaciones, la elevación del nivel de los océanos por descongelación de glaciares e hielos polares.

Declaraciones de políticos estadounidenses, aquellos de bolsillos más profundos, restan importancia a estas amenazas; poco importan los pobres y desvalidos, los programas sociales y de protección al entorno, porque se creen intocables ante bombas y tormentas.

No soy pesimista, pero la realidad indica que la conferencia de París ya fue advertida por los más ricos, que no asumirán compromisos vinculantes para disminuir, al menos, la emisión de gases de invernadero, de cuya contaminación en la atmósfera son responsables en mayor cuantía Estados Unidos y China.

El caso de Cuba

Especialistas del Instituto Cubano de Oceanología consideran que las consecuencias más graves se harán sentir en la variación de la morfología del litoral y la desembocadura de los ríos. La erosión será el principal generador de retroceso de la línea costera, donde se concentran cerca de 245 asentamientos poblacionales.

El mayor riesgo por inundaciones costeras está localizado en el sur de las provincias de La Habana y Pinar del Río, esta última ubicada a 176 kilómetros de la capital. Estudios realizados por especialistas cubanos aseguran que en las tres últimas décadas del pasado siglo el nivel del agua oceánica registró ascensos de 2,9 milímetros anuales como promedio.

Del libro “Unseen Cuba” (Cuba jamás visto) de Marius Jovaisa.

Una investigación realizada por la estudiante de tercer año de Periodismo, Yohana Lezcano Lavandera, en consulta con especialistas de esa rama, arrojó que los regímenes cambiantes de precipitación provocarán que mientras en algunas zonas occidentales ocurran grandes penetraciones del mar, en la región oriental, donde vive más del 25 por ciento de la población cubana, resultará alarmante la agudización y expansión de la sequía.

La agricultura se verá también perjudicada, pues ya casi el 15 por ciento de las áreas productivas están afectadas por la salinidad, y otra cifra similar reporta bajo contenido de materia orgánica, lo que demanda el uso de medios biológicos, de productos “verdes”, en vez de fertilizantes y pesticidas químicos, aspecto en el que ya se avanza en el país.

Gisela Alonso Domínguez, presidenta de la Agencia de Medio Ambiente del Citma, expresó que Cuba desarrolla un programa de estudio y enfrentamiento a esa situación climatológica, el cual abarca el reordenamiento productivo de la agricultura, el ahorro de agua, el cuidado del manto freático, la rehabilitación de playas y la preservación de manglares con el propósito de implementar las medidas que cada lugar requiera.

Aunque la estrategia cubana contra el calentamiento global aboga por un desarrollo sostenible como práctica fundamental en la adaptación al desafío ambiental, todavía está lejos de estar preparada para enfrentar el cambio.

La adaptación al cambio climático es para la Isla caribeña un tema central dentro del futuro régimen climático internacional, teniendo en cuenta la alta vulnerabilidad de los países en desarrollo, particularmente los pequeños estados insulares.

En la reunión, que tendrá lugar del 30 de noviembre al 11 de diciembre 2015, Cuba ratificará la necesidad de establecer un nuevo régimen de compromisos de reducción de emisiones más riguroso, en particular para los países desarrollados, y la adopción de un fuerte paquete de acciones en materia de financiamiento y transferencia de tecnologías para los países en desarrollo.

La Agencia de Medio Ambiente (AMA) de Cuba ha informado recientemente que el impacto en la sociedad cubana de la variabilidad climática se estima en cifras multimillonarias.

Lo anterior se puede ejemplificar con las pérdidas valoradas en más de 10 mil millones de dólares por el paso de tres huracanes en el año 2008; de más de un millón de dólares por los procesos de sequía ocurridos de 2004 a 2005 en la región oriental y por los gastos estimados en más de 120 millones de dólares anuales en el Sistema de Salud para atender los impactos del cambio climático en un grupo de enfermedades seleccionadas.

El costo de los impactos y de la adaptación es muy alto y aun deben ser cuantificados, señaló la entidad cubana.

En Latinoamérica y el Caribe

Pero la naturaleza igual amenaza esta zona con la corriente El Niño, que durará hasta la próxima primavera. Este evento climático ha sido el de mayor intensidad del que se tiene noticia. A él le seguirá el fenómeno de La Niña, cuyos efectos se sentirán a partir de la próxima temporada estival del hemisferio norte occidental en 2016.

Un pronóstico de varias instituciones (CPC/IRI RNSO) publicado en septiembre de 2015 asegura que hay un 95 por ciento de probabilidad de que El Niño -evento producido por el calentamiento de las aguas del océano Pacífico- continúe por toda la estación del invierno boreal, debilitándose paulatinamente en la primavera de 2016.

Illustración: davidson.cubava.cu
Illustración: davidson.cubava.cu

El Niño no es una tormenta que azote un área específica en un momento dado. Las aguas más cálidas del Pacífico tropical ocasionan cambios en la circulación atmosférica global, resultando en distintos cambios meteorológicos mundiales.

Un calentamiento acelerado, como el que estamos viviendo hoy, es inusual en la historia del planeta. Los científicos advierten que, como consecuencia, los niveles de mares y océanos han subido y amenazan islas y zonas bajas de la tierra.

Durante el último siglo, los gases de efecto invernadero y otros contaminantes lanzados hacia la atmósfera han estado causando grandes cambios, como el calentamiento del planeta, los agujeros en la capa de ozono y la lluvia ácida.

El fenómeno de La Niña y la exagerada actividad que se observa en la cuenca del océano Atlántico-golfo de México-mar Caribe, pueden generar desastres, tales como lluvias intensas, tormentas y ciclones tropicales y, consecuentemente, inundaciones, marejadas y deslizamientos de tierras, entre otros.

Suicidas serán los líderes que no reconozcan la gravedad de los cambios ambientales ni contribuyan, al menos, a atenuarlo o ayudar a los países más vulnerables a enfrentarlos.