La dictadura confisca las colecciones históricas de la UCA

Una inmensa pérdida para Centroamérica: El Instituto de Historia tiene un acervo de casi 70 000 documentos desde el siglo XV.
Por Octavio Enríquez (Confidencial)
HAVANA TIMES – Las andanzas del filibustero William Walker, su paso por Nicaragua y Centroamérica en el siglo XIX, cautivaron a Víctor Hugo Acuña Ortega, desde antes de que se convirtiera en un historiador de renombre en Costa Rica y Centroamérica. A medida que escudriñaba en ese episodio, lo inquietó que el relato lo contaban de distinta manera en los países centroamericanos y en Estados Unidos.
El doctor Acuña, quien un día protagonizó el papel —en una dramatización escolar— del expresidente costarricense Juan Rafael Mora (1849-1959), decidió cotejar las versiones sobre la historia del aventurero Walker. El estadounidense llegó a Nicaragua en 1855 y un año después se impuso como presidente del país, instauró el inglés como idioma oficial y ordenó la quema de la ciudad de Granada.
“Si no hubiese tenido acceso al IHNCA-UCA (Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica) no hubiera podido hacer ese trabajo. Allí tuve acceso, además, a mucha bibliografía estadounidense. Esas investigaciones se convirtieron después en un libro y varios artículos”, explica el historiador.
Acuña es graduado en historia de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de París (1978), catedrático y profesor emérito de la Universidad de Costa Rica (UCR), y repudia la confiscación de la Universidad Centroamericana (UCA) de los jesuitas, en cuyo campus se encuentra el Instituto de Historia de Nicaragua y Centroamérica, que alberga casi 70 000 volúmenes y otros recursos de gran valor para los investigadores de la historia.
El régimen de Daniel Ortega ejecutó el robo de las instalaciones el 16 de agosto de 2023, después de congelar las cuentas de la universidad. Una jueza señaló a la institución de funcionar como “un centro de terrorismo” y ordenó la apropiación de los bienes. En cuestión de horas, el Estado bautizó el alma mater como universidad estatal “Casimiro Sotelo”. Izaron una bandera del partido de Gobierno y la “inauguraron” con la presencia de sus nuevas autoridades y las del Consejo Nacional de Universidades (CNU).
Instituto de Historia “Héroes de Nicaragua”
El golpe al IHNCA se concretó este miércoles 23 de agosto de 2023, cuando el Estado lo reinauguró como Instituto de Historia “Héroes de Nicaragua” y en su sede instaló el “Museo de la Cruzada Nacional de Alfabetización”, en ocasión de su 43 aniversario. El acto partidario fue saludado desde los medios oficialistas por la vicepresidenta y número dos del régimen, Rosario Murillo.
“Estaba cerrado ese espacio por los enemigos de la patria bendita y siempre libre. Hoy se reabrió y ahí está el espejo de lo que somos, adónde vamos”, dijo Murillo al rebautizar en el IHNCA en su monólogo oficial.

Antes de la manipulación partidaria, decenas de investigadores acudieron al IHNCA para estudiar la historia. Para construir su obra, que ha versado sobre la historia económica, social y cultural de Costa Rica y América Central en los siglos XVIII-XX, el doctor Acuña ha visitado archivos en varios países del mundo, pero también encontró información en Nicaragua.
En el IHNCA halló colecciones valiosas, entre las que destaca como sus favoritas las de prensa del siglo XIX y del siglo XX, que estima de “un valor excepcional” para conocer algún evento mayor o la vida cotidiana de Nicaragua y Centroamérica desde hace casi dos siglos.
“La confiscación de la UCA sólo puede ser vista a nivel internacional como un crimen contra uno de los pilares de la sociedad nicaragüense. Es también una inmensa pérdida para todas las personas que desde distintos lugares del mundo se interesan por el estudio de la realidad pasada y presente de Nicaragua y Centroamérica”, afirmó Acuña.
El valor fundamental del IHNCA fue reconocido con el premio Príncipe Claus, un galardón entregado en 2009 por la Fundación del mismo nombre con sede en los Países Bajos. El jurado destacó el trabajo riguroso de investigación y sus actividades para proveer el acceso a un patrimonio histórico que calcularon en ese momento en 50 000 volúmenes, además de periódicos, mapas, fotografías, grabaciones orales, vídeos, colecciones de máscaras y otros tesoros invaluables. Y que creció en años posteriores hasta sumar casi 70 000.
Acervo con información desde el siglo XVI
El origen del IHNCA se remonta a la fundación de la UCA hace 63 años, y al esfuerzo de los sacerdotes jesuitas Manuel Ignacio Pérezalonso y Álvaro Argüello Hurtado, que se empeñaron en promover el estudio de la historia en Nicaragua y Centroamérica.
El expresidente Enrique Bolaños otorgó a Pérezalonso, en 2006, la orden Rubén Darío por su aporte o catedrático y profesor “en el campo de la historia y la cultura”. En su última etapa, se desempeñó como rector de la Universidad Iberoamericana y director del Archivo Histórico de la Compañía de Jesús, ambos en México. Argüello, también historiador y educador, fundó el IHNCA y fue uno de sus exdirectores, un hombre humilde y sabio según quienes lo conocieron.
Las colecciones de los jesuitas son entonces las más antiguas y valiosas de este universo mágico del IHNCA. Tienen información incluso del siglo XVI. Pero también, a lo largo de su historia, el Instituto sumó al patrimonio las donaciones particulares, archivos de intelectuales y la biblioteca del desaparecido Instituto de Historia de Nicaragua (1990).
Parte de ese acervo es la Colección Dariana, con algunas ediciones príncipes de la obra del padre del modernismo y gran poeta nicaragüense, así como la inmensa biblioteca del educador Carlos Tünnermann Bernheim, también información del Centro de Documentación de la Costa Atlántica (CIDCA) y bibliotecas personales como la actriz y promotora cultural Socorro Bonilla, fallecida en 2010.
Pérdida para Centroamérica
El doctor Alberto Cortés, un prestigioso académico de Ciencias Políticas de la UCR y coordinador de la llamada Cátedra Centroamericana, lamentó el odio particular del régimen de Nicaragua contra todo aquello que pueda “generar pensamiento propio, una alternativa frente a la barbarie”.
Cortés hizo referencia a la represión, ejecutada por Ortega contra la ciudadanía desde 2018, cuando miles de ciudadanos salieron a las calles a protestar contra una reforma inconsulta a la Seguridad Social.
De acuerdo con la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), fueron asesinadas 355 personas, más de 2000 resultaron heridos y otros miles de ciudadanos se exiliaron, pero la persecución del Estado ha continuado, sumando centenares de presos políticos, víctimas de fabricaciones judiciales.
En febrero pasado, 222 de estos reos de conciencia fueron desterrados a Estados Unidos, después que el régimen los despojó de su nacionalidad y los declaró “traidores de la patria”. La represión ha cerrado también 26 universidades en dos años.
El profesor Alberto Cortés visitó durante tres meses el IHNCA, porque participó en una investigación sobre geopolítica. Reconoce de las autoridades de la institución su trabajo y la generosidad del personal para todos aquellos que llegaban a buscar conocimiento.
El intento por imponer una visión oficial de la historia
“El régimen de Ortega-Murillo no puede aceptar una interpretación de la historia y una construcción de la memoria que no sea la que ellos pretenden imponer”, añadió Cortés, quien dijo sentirse con “mucho dolor”, tras la noticia de la confiscación.
Otro historiador extranjero que visitó el IHNCA, en las últimas décadas, agregó que el impacto de la confiscación va más allá de historiadores y académicos, porque a los archivos acudieron periodistas, docentes, estudiantes de varias carreras y personas que llegaban con un interés más allá de la historiografía. Las bases de datos de la institución sirvieron como fuente de reportajes, material para preparar clases o recurso para realizar asignaciones académicas en las aulas.
“La conciencia crítica no depende solo del acceso a archivos históricos. Pero un país sin información histórica que recoja diferentes puntos de vista, es decir que sólo sea representado mediante el guión oficial o de una élite, pierde parte de su propia identidad. Esta, como sabemos, es factor cohesionador para las sociedades”, explicó.
El historiador Víctor Hugo Acuña Ortega, el investigador que escribió a profundidad sobre el filibustero Walker, lo dice de otra manera. Para él, la confiscación de la UCA es una “nueva tragedia” para Nicaragua y una inmensa pérdida para la ciencia, la cultura y educación centroamericana.
Además del INHCA, la Compañía de Jesús tiene también la biblioteca José Coronel Urtecho, bautizada en honor del poeta granadino y ubicada en las instalaciones de la UCA. Este centro de documentación ha sido también fuente de consulta de miles de estudiantes universitarios a lo largo de su historia. Ahí los estudiantes, profesores y visitantes podían leer textos de una gran variedad de temas, consultar las colecciones impresas, y realizar préstamos a domicilio si fuese necesario.
Repudio de Chile, Colombia y EE. UU.
La confiscación de la UCA provocó el repudio de los gobiernos de Chile, Colombia y Estados Unidos, así como el rechazo mundial de académicos, la sociedad nicaragüense, centroamericana y de las máximas autoridades de la congregación religiosa que denunciaron la falsedad de las acusaciones del Estado y encontraron estas acciones como propias de regímenes totalitarios.
Acuña sostuvo que su trabajo en el IHNCA le permitió también conocer a otros colegas historiadores centroamericanos, mexicanos, estadounidenses y europeos, quienes llegaban a esa institución y en los cuales encontró una forma de enriquecer su conocimiento profesional.
Otro historiador centroamericano recordó bajo condición de anonimato que la colección que se encuentra en el IHNCA es un patrimonio de Nicaragua, cuidada con esmero por un personal especializado que tiene la tarea de organizarlo, catalogarlo, y colocarlo físicamente en condiciones adecuadas para su preservación, sumado a las bases de datos con estándares internacionales que facilitó la consulta de los investigadores.
“Ese centro desarrolló a plenitud la misión de la UCA: Investigación, docencia y proyección social. Eso tuvo un efecto en la investigación de calidad, promovió una docencia innovadora, incentivó el pensamiento crítico y fomentó espacios democráticos en las aulas de clase”, explicó el especialista centroamericano.