HAVANA TIMES – La profunda crisis económica en que Cuba se encuentra, sumada al ordenamiento monetario, ha impactado de lleno sobre los emprendimientos privados. El aumento en el precio de las licencias para operar, además de las restricciones que el Gobierno les impone y la caída de las ventas producto de la propia crisis, convierten el día a día de los cuentapropistas en una eterna batalla por la supervivencia como sector.
En este momento, la prioridad de las personas es garantizar la comida en sus hogares, dice Edel, que recorre las calles de Centro Habana con su carrito de confituras. La venta bajó muchísimo y él es el encargado de llevar el dinero a su casa. La licencia de vendedor ambulante que Edel posee lo obliga a estar caminando todo el día. Detenerse por un tiempo prolongado en una esquina le puede valer una multa que nadie está en condiciones de afrontar.
Otros, como Rosa o Roberto, improvisaron el negocio en sus casas para no tener que salir a la calle, en un momento en que los casos de COVID-19 superan los 1 000 al día y el Gobierno ha anunciado nuevas medidas restrictivas.
La lucha de los y las cubanas por una vida digna es diaria; muchas veces son empujados a la ilegalidad por las mismas medidas que deberían proteger sus derechos, y en su lugar los restringen.