Juanes Cuba: Concierto que sí fue

Alfredo Prieto

Olga Tañon, Juanes y X Alfonso en el cierre del concierto Paz sin Fronteras, photo: Sergio Abel Reyes/AIN
Olga Tañon, Juanes y X Alfonso en el cierre del concierto Paz sin Fronteras, photo: Sergio Abel Reyes/AIN

HAVANA TIMES, Sept. 20 — Y el concierto sí fue. La TV cubana, que contrariamente a los medios del exterior le había otorgado a la noticia un cierto bajo perfil, desde el viernes comenzó a incrementar la cobertura sobre la idea de Juanes y su génesis.

Ese día por la noche se exhibió un documental de la periodista Esther Barroso con entrevistas a Amaury Pérez, Silvio Rodríguez, Carlos Varela y otros artistas y promotores musicales, escoltados por declaraciones de Ileana Ros Lethinen y Lincoln Díaz Balart –algo que no ocurría desde el caso de Elián González– y varios músicos y analistas de Miami, en general percibidas por el cubano ordinario con una mezcla de asombro y estupor.

Se oyeron de viva voz cosas tales como que el Che Guevara era un asesino, que el Gobierno estaba en guerra con propia su población y alabanzas de la “posición firme y de principios” del presidente George W. Bush hacia Cuba –es decir, castigar a las personas–, lo cual desató abucheos y/o risotadas en una cafetería de comida rápida en Infanta y San Rafael, en pleno centro de La Habana, un solo botón de muestra del gap de representaciones entre esta gente y los aseres de la concreta y “la luchita”.

Lo cierto es que mientras de este lado los ciudadanos de a pie, en especial los más jóvenes, asumieron a Juanes con el amarillo de la flauta china, sectores jurásicos del otro lo hicieron con la negrura de la tuba.

El aislamiento tiene muchas avenidas, y juicios como estos constituyen solo una parte de la manteca que los separa del hueso. Se trata, además, de la misma emigración fresca que llega allá después de los acuerdos migratorios y reacciona contra la falta de realidad de un discurso enclavado en el diván de la Guerra Fría.

Desde temprano el público empezó a fluir en la Plaza, a pesar del sol y las altas temperaturas. Vestidos de blanco –no por la santería, sino cumpliendo con el llamado a hacerlo así por el color de la paloma– un enjambre de cubanos se congregó en la Plaza para testimoniar el concierto.

Hechizada desde su arribo por las confluencias con su Puerto Rico natal –de un pájaro las dos alas–, Olga Tañón rompió el show con su carisma y su arrastre popular mientras en Miami Vigilia Mambisa alistaba una aplanadora para romper discos y se producía una confrontación entre oponentes y partidarios del concierto.

X Alfonso, uno de los talentos musicales de la hora, exhibió sus sonoridades hip hop y cantó a la igualdad racial; Amaury Pérez y Dany Rivera rememoraron canciones clásicas de sus respectivos repertorios; Miguel Bosé puso su acostumbrada nota de buen gusto y lirismo; el italiano Giovanotti, la energía; y Orishas un rap que habla en cubano.

Entonces Juanes irrumpió en la escena, vitoreado por la multitud, para iniciar su actuación con “A Dios le pido” y con un ¡Viva Cuba! que estremeció a la Plaza. “No puedo creer lo que mis ojos están viendo, el sueño más hermoso de paz y amor que he podido experimentar después de mis hijos”. “El futuro está en sus manos, muchachos, vamos a cambiar para bien”–dijo dirigiéndose a los jóvenes. “Vencimos el miedo”.

Luego vino Silvio con otro clásico: “Ojalá”, le siguió Aute, Carlos Varela roqueó una de sus inconfundibles tonadas y le dedicó otra “al pueblo cubano y a todos los cubanos, estén donde estén”. Cerró Van Van a todo tren con un recorrido por un repertorio que varias generaciones han bailado y saben de memoria.

Quienes esperaban disturbios o un nuevo Armagedón, fueron por lana y salieron trasquilados. Más de un millón de personas. La gente fue a celebrar y a disfrutar de la música, como en todas partes. Dicen que venir a Cuba constituye un símbolo de que hay que cambiar las mentes, y que estas son como los paracaídas: solo funcionan cuando se abren. Juanes llegó, vio y venció. Y regresa a Miami con el escudo –no sobre él.

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