Jeannette Ryder es recordada en Cuba

Por Irina Echarry

HAVANA TIMES — La describen como una mujer delgada, de baja estatura, que desandaba las calles repartiendo comida a perros y gatos sin amparo. Algunos la tildaban de loca -el mote que suele acompañar a quienes se ocupan desinteresadamente de los más necesitados-, pero Jeannette Ryder fue sumando adeptos a su causa, gente que comenzó a admirarla por su persistencia, su enfrentamiento a los carretoneros que maltrataban los caballos y su oposición a las corridas de toros en la Habana.

También Ryder socorrió a mujeres, niños y ancianos en situación de vulnerabilidad, y con valentía desafió a las autoridades de la época para lograr sus propósitos.

En esta misma ciudad donde realizó su noble labor, Jeannette Ryder es recordada por personas que, como ella, luchan contra el abuso, la indiferencia y la crueldad hacia los animales. Cada segundo domingo de abril –en conmemoración a su muerte el 11 de abril de 1931- se realiza una peregrinación simbólica hasta donde yacen sus restos, en el Cementerio de Colón.

Este año el grupo era pequeño, aunque otras veces no ha sido así. De todas formas la cantidad de gente no mermó las buenas intenciones; fue un homenaje emotivo y sincero.

Algunos llevaron a sus mascotas y otros se fueron sumando por el camino; es el caso de un custodio del cementerio, que hacía preguntas directas, muy preocupado por saber quiénes éramos y qué hacíamos.

Una vez que llegamos a su tumba, los más desinhibidos hablaron sobre la vida de Jeannette: sobre su trabajo, su voluntad y sus buenos sentimientos. Nora, la directora de Aniplant (Asociación Cubana de Protección de Animales y Plantas), mencionó lo mucho que falta para lograr la Ley de Protección Animal en Cuba y, con gran optimismo, reconoció que Jeannette tuvo suerte, pues el gobierno la apoyaba con algunas cosas (ambulancias, un edificio que sirvió de albergue, etc.), pero nosotros también lo vamos a lograr. Según Nora, lo que hay que hacer es seguir trabajando.

Fue un justo reconocimiento a esta norteamericana que llegó a Cuba a finales del siglo XIX y en 1906 logró fundar la Sociedad Protectora de Niños, Animales y Plantas, también conocida como Bando de Piedad”. Ryder, luchadora incansable, creó un dispensario gratuito para los niños, además de llevar alimentos a mendigos y a mujeres que sufrían prisión y combatir, entre otras cosas, contra la venta de niños.

El homenaje devino punto de encuentro entre varias personas que se dedican a proteger a los animales en La Habana, incluso con recursos propios, a pesar del aumento de precios en las clínicas veterinarias.

Es un trabajo poco reconocido y cada vez más intenso, pues la indolencia humana no tiene límites y el número de animales callejeros que enferman o se accidentan, crece constantemente. Por eso es importante establecer contactos, ayudarnos mutuamente en la ardua y gratificante tarea de socorrer a los que están en apuros; ellos lo merecen.

Cuentan que cuando trasladaron los restos de Jeannette al cementerio, su perrita Rinti, que la acompañaba a todas partes, se echó a los pies de la tumba sin ganas de comer o levantarse; hasta que también murió. Años después un hermoso trabajo escultórico impide que la imagen se borre de nuestra memoria.

Será por falta de promoción o por la apatía que padecemos, pero resulta chocante que a esta peregrinación no se sumen más personas, pues la sensibilidad de Jeannette Ryder llegaba a todos los seres vivos.

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