Incertidumbre ante nuevas normas para el trabajo por cuenta propia

Por El Toque

Foto: Yudith Vargas Riverón

HAVANA TIMES – El Café Literario Cuba Libros —o, al menos su esencia — desaparecerá el próximo 7 de diciembre de 2018, cuando entre en vigor “el paquete” de nuevas normas para el trabajo por cuenta propia (TPCP), publicado en la Gaceta Oficial Extraordinaria No. 35.

Ubicado en la esquina de las calles 24 y 19, en el Vedado habanero, es un lugar sui géneris para los amantes de la literatura, que encuentran allí, además de un jugo o un café, algunos de esas obras que no son comunes en los estantes de las bibliotecas públicas. Textos escritos en lengua inglesa.

Conner Gorry lo soñó justo como lo que es hoy, porque si no fuera por los libros, su establecimiento sería igual, o al menos parecido, a los que inundaron La Habana cuando a partir del año 2010 se amplió el TPCP.

Sin embargo, el sueño que parecía eterno duró cinco años. Las normativas publicadas el 10 de julio de este mismo año disponen, entre otros aspectos, que los trabajadores privados solo podrán ejercer una sola actividad, es decir, podrán tener una única licencia.

Para conservar su negocio como hasta ahora, esta estadounidense radicada hace más de 15 años en Cuba, necesita mantener las dos licencias que actualmente posee: venta de alimentos ligeros y vendedor/comprador de libros viejos.

Sede de Cuba Libro, en el Vedado de La Habana. Foto: tomada del perfil del negocio en Facebook.

“Yo esperaba que quienes teníamos las licencias antes de esta nueva ley nos podríamos mantener con ellas. Pensaba que las modificaciones serían para los nuevos establecimientos que surgieran, pero no fue así”, explica sentada en el sitio donde ha colocado no solo recursos económicos, sino también esperanzas, anhelos y otras cosas a las que es imposible dar valor material.

Dice que lloró cuando la pusieron a escoger, y que finalmente se quedará con el permiso para la venta de alimentos ligeros.

“Es cierto, lo que marca la diferencia con el resto de los homólogos es el agrego del texto, pero no todos los días las personas vienen a comprar un libro, y sí a tomar un café”, argumenta como consolándose.

Esta decisión que la llevó a preferir aquello que más beneficios económicos le reporta, mutila la única librería en idioma inglés que existe en La Habana.

“Me enteré de este lugar por casualidad y la verdad es que me encantó. Es muy diferente a todo lo que hay cerca; aquí es muy fácil socializar, porque el ambiente que se respira es de lo más agradable”, comenta Vladimir Lorenzo, uno de los clientes de Cuba Libro.

Él cree que el Café no va a perder clientes cuando sea solo eso: un café. “Pero su esencia, aquello que lo hace único desaparecerá, y la verdad que es una pena. Situaciones como esta no debieran ocurrir. A veces necesitamos alternativas porque en la vida no todo es blanco y negro”.

Hoy Cuba Libros cuenta con ocho trabajadores. Cuando la librería desaparezca, dos de ellos pudieran quedar desempleados. Pero Conner todavía no quiere pensar en eso. Prefiere intentar abrir nuevos caminos. “Tal vez nos podamos convertir en biblioteca y mantener los libros, pero sin interés comercial, eso depende de algunas reuniones que aún no se hacen”.

Dos meses tiene Conner para encontrar alternativas. Y no es la única intentando buscar respuestas o “adaptándose” a circunstancias que pueden “cambiar constantemente”, según el criterio de César Javier Herrera, agente de telecomunicaciones en el municipio de Marianao.

“Este es un negocio rentable, al menos para mí”, afirma el joven, que obtuvo la licencia desde que era estudiante de segundo año de Ingeniería Automática, en la Universidad Tecnológica de José Antonio Echeverría, la Cujae, de La Habana.

Con más de cuatro años ejerciendo como agente de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (Etecsa), cree conocer bien las reglas del juego y los cambios que estas han sufrido.

“Te repito: yo siempre percibo las ganancias y creo que es un negocio líquido. No obstante, en estos años algunos aspectos han sido reformados e, invariablemente, hemos salido afectados”.

La actividad de agente de telecomunicaciones comenzó –de manera experimental– en diciembre de 2013, con la intención de acercar a la comunidad los productos y servicios de Etecsa, con los precios minoristas oficiales, lo cual, de acuerdo con la experiencia de los usuarios, se logró.

Las autoridades de la empresa reconocen que la actividad repercutió en mejoras en la atención a la población, al tiempo que se erigió como una nueva forma de empleo. Al parecer, todos ganaban.

Sin embargo, a finales de 2017, el monopolio de las telecomunicaciones en Cuba comenzó un proceso de actualización de contratos a los agentes, el cual incluyó transformaciones en las comisiones por la venta de productos y servicios.

“Antes a nosotros —los agentes— nos hacían una rebaja del 10% cuando comprábamos las tarjetas. Es decir, una tarjeta de 5 CUC yo la obtenía a 4.50, la vendía a 5 y ganaba 50 centavos. Luego vinieron una serie de cambios y ahora esa rebaja puede variar, llegando incluso hasta un 3%”.

De acuerdo con la explicación del ingeniero, el “cambio” parece atentar contra los principios más elementales del comercio. La lógica indica que, a quien más vende se le debe hacer la mayor rebaja, al menos como un intento de “reconocer su gestión”. Pero ocurre todo lo contrario: “El que menos vende tiene la mayor rebaja”.

“Funcionarios de Etecsa nos explicaron que esa medida era porque un agente no puede ganar más de lo que gana un trabajador ʻoficialʼ de la empresa” —los agentes son considerados empleados también— explica César: “Esa licencia estuvo congelada porque habían muchos agentes. Pero con las modificaciones muchos decidieron dejar el negocio y entonces la volvieron a abrir”.

“Si hay un negocio en el que el Estado tiene control absoluto de las utilidades personales es este. Además, ahora también nos subieron los impuestos, así que todo está en regla, por eso es que no entiendo mucho de qué va esto”.

La conversación concluye con un silencio incómodo. Sobre todo, porque a partir del 7 de diciembre, sus interrogantes continuarán sin respuestas. Y él, al igual que otros, permanecerá en la “incertidumbre del no saber”.

Taxistas y las nuevas regulaciones

“Hay que esperar para ver cómo funciona eso. El que diga otra cosa está especulando y levantando cortinitas de humo”, dice medio alterado Antonio García, mientras espera llenar su carro en la piquera ubicada en el parque El Curita, en Centro Habana.

Los taxistas tienen muchas dudas sobre las repercusiones de las nuevas normas para su trabajo. Foto: Havana Times.

“Casualmente ahora mismo vengo de los azules —los inspectores del transporte, llamados así por el color del uniforme— y te digo que la concreta no la sabemos; la marcha en la calle es la que dirá. Ya empezamos la parte de los papelitos, pero lo duro viene después”.

Según declaraciones a la prensa estatal de Marta Oramas, viceministra del Transporte, el reglamento del Decreto Ley 168 de 1996, los cambios apuntan a la licencia de operación de transporte, y se unifican en una sola norma jurídica los asuntos relacionados con los trámites para licencias, tanto de personas naturales como jurídicas.

Dentro de esas reformas quedan incluidas nuevas clasificaciones, excluyentes entre sí, para los servicios que ofrecen las taxis: servicio de taxis en ruta, libre y de alto confort o clásico.

Antonio tiene que decidir cuál de estos servicios va a prestar, exceptuando el de alto confort o clásico, porque su vehículo no cuenta con las condiciones para ello. Pero él afirma que aún no tiene clara la elección. “Yo todavía tengo una pila de dudas y hasta que no vea que la cosa camine, no voy a estar seguro”.

Al decir de las autoridades nacionales, la idea es que mediante un sistema de 26 piqueras y 23 rutas asociadas “quede ordenada la transportación de pasajeros en La Habana”.

Quienes deseen participar en lo que han llamado “experimento”, recibirán —entre otros beneficios— combustible a un precio diferenciado: 2 CUP el litro de diésel, 10 CUP el litro de gasolina-motor, 13 CUP el litro de gasolina regular y 16 CUP el litro de gasolina especial.

Los choferes que no quieran involucrarse pueden optar por la alternativa de taxis libre, trabajar bajo el principio de oferta y demanda, y consumir un volumen de combustible que alcanza el valor de 225 CUC (5.625 CUP) mensuales.

El auto de Antonio es de los más grandes en servicio, 11 capacidades, y el precio puede llegar a 20 CUP por pasajero, según el nivel de ocupación del viaje.

A partir de ahora, el ingreso de 26 de sus viajes con capacidad completa, deberá usarlos para pagar el combustible a través de una tarjeta magnética, si decide tomar la alternativa de taxis libre.

Enrique Caballero es “buquenque” —gestor de pasajes— en el parque El Curita, de La Habana. Afirma haber conversado con varios transportistas sobre el tema y cree que “hay mucha confusión”.

“El asunto es que muchos choferes son dueños de los carros. Entonces, saca tú la cuenta, si ellos se meten en el experimento y, por ejemplo, les cae una carrera al Aeropuerto, o a otro lugar fuera de la ruta, no la pueden hacer; si van pa´ la playa con su familia en el carro, tienen que pedir permiso. Entonces, imagínate, la jugada está apretada´”.

“Además —añade— en esta historia no se ha hablado nada de los buquenques: ¿cómo vamos a quedar nosotros? ¿Vamos a desaparecer? ¿Vamos a seguir como hasta ahora? Yo pago la ONAT”.

“No hay marcha atrás”, ¿y hacia adelante?

Mediados del 2017. El Gobierno antillano anuncia la suspensión temporal en la entrega de nuevas licencias para un grupo de 20 actividades ya aprobadas anteriormente. Comienza así la llamada “Política para el perfeccionamiento del trabajo por cuenta propia”.

Taxis para el turismo en el Parque Central de La Habana. Photo: Jorge-Beltran

A pocos días de cumplirse el año de ese “enfriamiento”, se hizo público el nuevo marco regulatorio, donde quedaron agrupadas las 201 actividades vigentes en 123.

“No se elimina ninguna actividad”, sostuvo la viceministra primera de Trabajo y Seguridad Social (MTSS) Marta Elena Feitó Cabrera. No obstante, con esa nueva regulación sí se dejaron de otorgar cinco licencias: vendedor mayorista de productos agropecuarios, vendedor minorista de productos agropecuarios, carretillero o vendedor ambulante de productos agrícolas, comprador vendedor de discos y operador de equipos de recreación —para los equipos rústicos—.

Las regulaciones estipulan, también, que los profesores de Música, Idioma o Deporte no pueden constituir escuelas o academias. Tampoco podrán contratar a otros profesores o instructores, ni organizar eventos. Además, desaparecen las agencias inmobiliarias y se presenta el mencionado “experimento con el transporte en La Habana”.

Las entrevistas y encuentros con trabajadores privados y algunos de quienes reciben sus servicios evidenciaron que el escenario que está por venir continúa generando muchas dudas que —al parecer— no se han podido solucionar con los “seminarios de preparación” que se le han impartido a muchos de ellos.

Funcionarios gubernamentales han reiterado que estas medidas responden a problemáticas planteadas por los propios trabajadores privados y que se implementan con la voluntad de erradicar las violaciones que hasta ahora se habían identificado. “No hay marcha atrás”, sostienen de manera reiterada.

Aun así, en ningún momento se hace referencia a los demandados mercados mayoristas, uno de los grandes reclamos del sector cuentapropista, que en más de cinco años han visto conformado uno solo: Mercabal, en el cual solo pueden comprar los cooperativistas.

Al dialogar en el espacio Mesa Redonda, la viceministra de Trabajo y Seguridad Social apuntó que desde octubre de 2010, fecha en la que se amplió el TCP, se han creado más de 434.000 nuevos empleos, se ha favorecido el reordenamiento laboral, y se ha “liberado” al Estado de “actividades no fundamentales” para “concentrarse en aquellas estratégicas o trascendentes para la nación”.

Sin embargo, como ha expresado el economista Pedro Monreal, “a veces parecerían observarse posiciones en el debate que intentan proyectar la idea —no siempre explícita, pero perceptible— de que para alcanzar la meta de una mayor equidad, el acento principal debe estar en ponerle tope a la riqueza producida en el sector privado”.

Con él coincide el doctor Ricardo Torres y argumenta: “(…) Es una contradicción decir que queremos desarrollar las fuerzas productivas, acelerar el crecimiento económico y, al mismo tiempo, interponer una serie de obstáculos para el desarrollo de ese sector”.