Ideas para estimular la imaginación en la infancia

Fotos: Rachael Pereda

Por Rachel Pereda (El Toque)

HAVANA TIMES – Uno, dos, tres y cuatro…el que no esté escondido pierde; le susurrábamos bajito a Daniel. Él sonreía con una inocencia que nos contagiaba y por un segundo olvidábamos que el juego de las escondidas era solo una estrategia para que no se diera cuenta de lo que pasaba alrededor. Allí, escondidos en un oscuro platanal, Daniel pensaba que se trataba de un juego.

Cuando hicimos la difícil travesía por Centroamérica rumbo a Estados Unidos con dos niños pequeños, la imaginación, sentada junto al miedo, nos acompañó en cada momento. 

Emma era muy pequeña y no se daba cuenta de lo que ocurría, aunque siento que muchas veces le transmitía mi estrés por más que intentaba controlarlo. Ella abría los ojitos asustada. Daniel, tan espabilado como siempre ha sido, lo preguntaba todo. Por esa razón, tuvimos que contarle que en las altas montañas vivían duendes que protegían a los niños. Al borde de un peligroso barranco en Honduras, le dijimos que estábamos en una misión secreta y que éramos superhéroes escondidos para salvar el mundo. 

Durante esas semanas tan tensas, la imaginación nos salvó y fue la mejor amiga de Daniel. Él recuerda la travesía como un juego y, de algún modo, las fantasías que inventamos fueron una especie de protección para nosotros.

Cuando tuvimos que correr, escondernos o cruzar ríos, nos recostamos en la imaginación para aliviar la tensión. A veces era difícil inventarse otras realidades cuando era tan peligrosa la que vivíamos, pero lográbamos sonreír en los peores momentos con las ocurrencias de Daniel o la carcajada inesperada de Emma. 

La imaginación fue mi compañera de juegos y viajes cuando era pequeña. Cuando crecí la mantuve siempre cerca como refugio e inspiración. Sin embargo, desde que soy mamá, se ha expandido de una manera asombrosa y se ha convertido en una herramienta indispensable para nuestros días.

Hace poco, cuando bañaba a Daniel, él me dijo que a veces se hacía muy pequeñito y se metía por el tragante de la bañera para llegar a la Luna, y que allí, escondidos, vivían los dinosaurios. Cada día me sorprenden sus ocurrencias, sus fantasías, e intento adentrarme en el mundo imaginario que juntos construimos mientras también descubren el mundo real. 

Nuestra tarea es acompañarlos a desarrollar la creatividad, dejar que tengan sus iniciativas a la vez que estimulamos la capacidad para aprender y soñar con dinosaurios en la Luna.

La imaginación en los niños y su desarrollo

Cada niño es único y desarrolla la imaginación a su ritmo. ¿Por qué es tan necesario fomentarla desde edades tempranas? 

La imaginación es una capacidad fundamental en el desarrollo de los niños y es importante incentivarla para que puedan explorar el mundo que les rodea y desarrollar su creatividad. Un niño con mucha imaginación logra solucionar problemas, crear alternativas de acción ante diferentes situaciones y relacionarse con el mundo de una manera positiva y sana.

Siempre hemos escuchado que los niños tienen una gran imaginación y eso es cierto. Ahora que tengo dos hijos pequeños en casa he podido disfrutar de sus fantasías como una niña más y a veces parece increíble su capacidad para crear historias e imágenes que no están en el mundo real. 

Daniel es un niño con una imaginación increíble. En sus respuestas notamos la capacidad inventiva que le permite relacionarse con el mundo y crear una percepción personal.

A través de la imaginación también muestra su empatía con otros y busca respuestas antes sus sentimientos y emociones. Hace poco nos dijo que en la playa había un monstruo marino que siempre estaba de mal humor porque necesitaba un abrazo, y que teníamos que ir a buscarlo para que no estuviera solo. 

El corral plástico en el que nos sentamos todos juntos se ha convertido en un submarino, una caja de cartón ha sido una alfombra voladora y una sábana se ha transformado en un camello que nos llevó a las pirámides de Egipto. Aquí la imaginación es una amiga inseparable que nos ayuda a jugar, aprender y soñar.

“El conocimiento es limitado, mientras que la imaginación abarca el mundo en su conjunto”, escribió Albert Einstein. Nosotros como padres y con nuestras herramientas tenemos que reinventarnos y abstraernos de la realidad para responder las interrogantes frecuentes de nuestros hijos.  

Por ejemplo, cuando Daniel nos preguntó dónde viviamos ahora, le explicamos con un mapa el punto exacto en el que estábamos y del cual habíamos salido. Le contamos sobre los países que habíamos atravesado y él pudo ver el recorrido con sus ojos. 

Así, entre lo que imaginan y lo que logran materializar se construyen su verdad del mundo. La mente es un mar revuelto, nunca en reposo, siempre en constante movimiento y evolución. La fantasía y lo que imaginamos ayuda a comprender el entorno y a alimentar las olas gigantes del conocimiento. 

¿Qué podemos hacer los adultos para ayudar a los niños a desarrollar la imaginación y la creatividad?

Como adultos (debido a las responsabilidades y los retos que implican crecer) necesitamos tener los pies en la Tierra, como se dice en el argot popular. Por el camino perdemos la capacidad para alimentar la fantasía en medio de la realidad. Sin embargo, necesitamos hacerlo.

Especialistas alertan acerca del tiempo que los niños pasan actualmente ante las pantallas; también, sobre el peligro que significa un estilo de vida que no permite el aburrimiento y puede afectar el desarrollo de la creatividad. 

Luego de que nació Emma, durante los primeros meses de tantos cambios en los que incluso tuvimos que empezar de cero en un nuevo país, nos fue difícil reajustarnos a las necesidades de Daniel y retomar las actividades de aprendizaje y creatividad que hacíamos juntos.

Aunque yo no quería, muchas veces teníamos que ponerle la televisión para acomodarnos y responder a las necesidades de Emma como bebé. Durante la travesía que hicimos rumbo a Estados Unidos, en medio de numerosos momentos de tensión, el celular con muñequitos en silencio era la vía de escape para que Daniel estuviera tranquilo cuando era necesario. 

Por suerte, poco a poco hemos logrado establecer nuevas rutinas y el tiempo en pantalla es casi nulo porque hemos logrado retomar los escenarios divertidos que nos ayudan a recorrer el mundo sin salir de casa (mientras la imaginación es un apoyo indispensable para las actividades diarias). 

En ocasiones, las circunstancias y responsabilidades cotidianas nos obligan a buscar maneras rápidas de entretener a los niños mientras solucionamos las tareas de los adultos. Es inevitable y creo que a todos los padres nos ha pasado alguna vez. Hemos tenido que extender el tiempo de muñequitos o darles el celular para que se tranquilicen y que nos den chance para resolver las problemáticas diarias. No obstante, como padres debemos evitar que se vuelvan frecuentes esas prácticas que, a largo plazo, pueden dañar el desarrollo de los niños. Dentro de lo posible debemos acomodarnos para pasar tiempo de calidad con nuestros hijos y acompañarlos en su descubrimiento del mundo.

La capacidad de crear es fundamental. El ser humano se crea a sí mismo, se reinventa, y se construye a lo largo de su vida. Facilitar el proceso desde edades tempranas es fundamental para que en el futuro los niños sean personas capaces de asumir cambios y nuevos escenarios que propician la felicidad individual.

Actividades en casa para fomentar la imaginación

A partir de nuestra experiencia diaria muestro algunas de las actividades más frecuentes que hacemos para fomentar la imaginación en los niños.

Juegos de rol

Adoramos los disfraces y juntos improvisamos historias y creamos personajes. Hacemos escenarios con telas y utilizamos materiales reciclados que se transforman en los objetos más increíbles. Hacemos una búsqueda del tesoro en casa mientras nos disfrazamos de piratas y una caja de cartón nos sirve de bote. Dejamos que Daniel construya los detalles y nos cuente la aventura. Nosotros podemos proponer el juego, pero motivamos a los niños para que nos cuenten más sobre la historia, si había una isla misteriosa o una ballena. Entonces, con una toalla hacemos una ballena que logramos visualizar gracias a la imaginación. 

Arte

Al dibujar, pintar o crear manualidades, los niños pueden inventar nuevas formas y desarrollar su imaginación. Como Daniel tiene tres años, utiliza pinceles, crayolas y acuarelas, pero con Emma usamos otras estrategias que también estimulan su desarrollo sensorial. En un nylon echamos varios colores de tempera, lo cerramos, lo pegamos en el piso o en la sillita de comer y dejamos que ella haga distintas formas con sus dedos mientras los colores se mezclan. Igual estimulamos el rasgado, recortamos y hacemos dibujos con las palmas de las manos y los pies. A veces mamá termina como un lienzo, llena de colores y garabatos. 

El baile y la música también estimulan la fantasía. A veces con una simple canción imitamos animales, inventamos movimientos o Daniel nos regala una coreografía que su hermana intenta imitar. 

Lectura

Cuando leen, los niños pueden visualizar personajes y lugares en su mente, lo que les ayuda a desarrollar su capacidad de imaginar. En nuestro caso, por su corta edad, nosotros leemos las historias mientras ellos ven los dibujos en los libros. Así también van construyendo sus historias. Casi siempre la lectura termina con cuentos improvisados.

Juguetes y materiales reciclados

Algunos juguetes (como bloques de construcción, muñecas o juegos de mesa) son una excelente opción para desarrollar la imaginación de los niños. Con legos hemos construido mundos imaginarios y mil formas diferentes que dan espacio a extraños personajes con los que compartimos tardes increíbles. En nuestra casa también utilizamos mucho los materiales reciclados. Los vecinos del edificio nos traen algunas cajas porque saben que las convertimos en aviones, tractores y cocinas con sus hornillas y horno. Por estos días estamos haciendo un carro de bombero con una caja para visitar una estación cercana y aprender un poco sobre las distintas profesiones. 

“La imaginación crea la realidad…”

Nosotros somos acompañantes en el viaje increíble de Emma y Daniel. Aunque los ayudamos a descubrir el mundo y les enseñamos algunas técnicas básicas para crear, les damos también libertad para que sueñen y construyan sus imágenes. 

Podemos sugerir que pinten un árbol, pero un árbol es interpretado por cada persona de distinta manera. En casa, en vez de dibujar las ramas de los árboles, Daniel prefiere pegarles hojas y flores naturales que buscamos en nuestro entorno. De esta forma también exploran e investigan, lo que les permite incorporar información de manera detallada y precisa según sus vivencias y sentidos. 

Cuando yo tenía seis o siete años creé un mundo de hadas en mi imaginación. Todavía tengo recuerdos íntegros del universo imaginario. La fuente en medio de la ciudad, los colores de las hadas según su estado de ánimo, la biblioteca de libros mágicos escritos con polvo de hadas y plumas de sus alas.

Cierta tarde, una amiguita de la escuela fue a jugar conmigo y fue tan nítida la descripción del mundo de las hadas que con los ojos cerrados las dos viajamos a él, mientras ella me decía que veía la fuente y que las hadas volaban a nuestro alrededor.

Cuando crecí, de algún modo, mantuve intacta la imaginación que me ha ayudado a enfrentar los momentos más difíciles. Por eso, cuando estábamos en la travesía rumbo a Estados Unidos creé todo un mundo mágico para Daniel, un mundo en el que la realidad no lo afectara tanto, un mundo en el que los duendes de las altas montañas siempre cuidaron de nosotros. 

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