Huyendo de Cuba por otro motivo

Rosa Martinez

Foto tomado por Caridad en un performance del artista cubano Manuel Mendive.

HAVANA TIMES, 11 abril — Nadie puede decir con seguridad la cantidad de cubanos que han inmigrado hacia otros países, pero se cree que más de dos millones  andan por todo el planeta tratando de sobrevivir.  Lo mismo te encuentras uno en una isla del Pacífico que bien cerca aquí en América.

A lo largo de los años los cubanos han intentado salir de la Isla en avión, barcos, balsas de todo tipo y color, irrumpiendo en embajadas, jineteando, desertando de  misiones deportivas, culturales, médicas, políticas, o de otro tipo, en el extranjero; en fin, de todas las maneras  posibles.

La emigración no es un fenómeno exclusivo de Cuba, aunque Estados Unidos da un tratamiento especial a los que pisen tierra norteña a través de la Ley de Ajuste Cubano.

Los motivos por los que nuestros coterráneos emigran son los mismos que han provocado esta situación demográfica desde el mismo surgimiento del hombre: en primer está la situación  económica, la gente busca mejores salarios y condiciones de vida; segundo, cuestiones personales, los que quedaron en el país de origen buscan la forma de reunificarse con sus  familiares, y por último el político.

Hay inmigrantes que intentan escapar de la inseguridad social, de la persecución y hasta de la guerra, pero estoy segura que nadie imaginaría que una muchacha joven y bonita quiera abandonar Cuba por huir de un hombre violento.

Si, en Cuba

“Ahora sí que me voy para México.” Me dijo Claudia cuando fui a visitarla en el hospital provincial.  Su esposo la golpeó nuevamente, solo que esta vez no hubo forma de ocultarlo, las lesiones fueron además de perceptibles, muy serias.  Casi pierde el ojo derecho y tuvo fractura en el tabique.

Lo peor es que mi prima no es una de las infelices víctimas del tirano régimen de Castro, como diría un titular ultraderechista, es víctima, si, pero de un estúpido machista que se cree que por ser hombre tiene derecho a pegarle.

Hace varios días que está hospitalizada y esta es la primera vez que paso a verla, siento tanta rabia por él, por ella, que no pude hacerlo antes.  Dice su hermana que parecía un monstruo cuando llegó al cuerpo de guardia, “los vecinos que la asistieron pensaron que estaba muerta.” me contó.

Mi prima no es una joven con sueños y metas por cumplir intentando salir de un país sin oportunidades y lleno de miseria.  Es simplemente una de la muchas mujeres que son maltratadas, pero con la peculiaridad de que cuando ella se recupera olvida el ojo morado, la marca en la pierna, la fractura del brazo, la  reyerta del marido con la familia, se le olvida todo, hasta la desgracia a la que puede llevar este hombre, que debería estar en prisión, no en su cabecera.

Ella no quiere abandonar la tierra que la vio nacer, ni su única hermana, su familia, sus compañeros, sus flores, su casita.

He intentado explicarme, miles de veces, qué la hace regresar a los brazos de él.  Imagino que ese hombre es el padre de mis hijos y que soy una ama de casa dependiente  que no sabe hacer otra cosa sino servir y cuidar de su esposo; o que tengo un hijo enfermo, necesitado del cariño de su padre; que no tengo donde vivir ni dinero para comer; imagino que es tan malvado que temo mirarle a la cara; pero les confieso que en cada una de las situaciones encuentro una solución para no dejar que esas manos violentas me vuelvan a tocar.

Mi prima dice que está enamorada y amenazada de muerte a la vez.  “Raúl es un hombre bueno, la culpa la tienen los malditos celos que lo vuelven loco, solo me pega porque cree que coqueteo con todos los hombres, no se da cuenta de lo enamorada que estoy.  Además no me atrevo a acusarlo por miedo a que sea peor el remedio que la enfermedad.” esas son sus palabras.

Nada de lo que pueda decirme me hará entender que viva con un hombre que el día menos pensado le arranca la vida de un tirón.

Aunque los cubanos que emigran tienen la desdicha de perder sus propiedades y su derechos como ciudadano, y hasta pueden correr el riesgo de no poder regresar jamás, nada de esto me preocupa en este caso.  Lo que me preocupa es que para librarse de la violencia doméstica, Claudia saldrá corriendo nada más y nada menos que para México, un país con alarmantes cifras de violencia de género.

 

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