Guardalavaca, un balneario paradisíaco del oriente cubano

Por Osmel Ramírez Álvarez

HAVANA TIMES  – Como un remanso frente al inmenso océano es la ensenada de Guardalavaca, con su playa tibia, de majestuosidad sin igual. Las montañas poco elevadas del macizo Maniabón casi llegan al mar, dando al paisaje mayor belleza y singularidad.

La arena blanquísima cubre todo el espacio por decenas de metros tierra adentro y la playa se extiende alrededor de medio kilómetro en el fondo de la ensenada. Como centinelas lucen los peñascos rocosos en sus extremos, que se elevan cual si fueran miradores naturales.

Bañistas de todo el oriente cubano llegan en guaguas, camiones y autos familiares. Muchos turistas extranjeros, a pesar de que es temporada baja, junto a los cubanos que pueden. La playa siempre permanece llena, pero no se abarrota, porque es perfecta en todos sus lados y nadie prefiere este o aquel sitio.

El agua es tan cristalina que hasta los dos metros de profundidad se puede divisar el fondo y todo lo que pasa a tu alrededor. Una boya demarca el metro y medio, a 50 metros aproximadamente de la orilla, junto al silbato del salvavidas que advierte a los más osados.

Parece una postal retocada de tanta belleza. Desde la arena más impresionante aún es la vista. El agua cambia de color por capas, con vetas azulosas, verdes y verde-azules, interpuestas por la espuma blanca que produce el suave oleaje.

La gente feliz, disfrutando del baño y la hermosura natural, engrandecida por las condiciones creadas para el turismo. Hay sol y hay sombra. Numerosos árboles de uva caleta cobijan al público, ayudado por sombrillas rústicas de guano. Dos grandes ranchones gastronómicos ofrecen bebidas, helados y refrigerios.

Por un CUC se alquila una litera plástica todo el día y puedes descansar del sol por ratos bajo los árboles, que parecen alcanzar para tanta gente. Hasta la propia orilla te traen los serviciales empleados del ranchón las mesas plásticas con sillas y bebidas servidas, si así lo pides. Un trato increíble que asombra, desde lejos claro, a los cubanos comunes, acostumbrados a la humillante gastronomía en moneda nacional (los pesos que ganan los cubanos).

Numerosos ciclo-botes cruzan constantemente de un lado para otro, alternados de vez en cuando por un velero o una lancha de motor. Todos son alquilados por dos horas, en un extremo de la playa, a un precio que equivale a tres jornadas de 8 horas de un salario medio (3 CUC). Es muy divertido y los niños lo disfrutan mucho.

Varios hoteles y villas se hayan en las proximidades. Otros están en construcción. Muchas otras instalaciones completan los servicios: centro comercial, bares, cafeterías, grandes parqueos de ómnibus especiales, taxis, rentas de autos y hasta un pequeño aero-helipuerto que traslada a los turistas hasta otras zonas del extenso polo. Calles bien asfaltadas y bella jardinería.

El sector privado también ha buscado su nicho de mercado, a pesar de las limitaciones y el papel de escudero, o pez rémora, a que le es relegado por parte del Estado. Como fugitivos se aproximan a los límites de la playa, pues no se les permite tocar la arena, área exclusiva de mercadeo de los ranchones estatales.

Ofrecen de todo, desde un sándwich hasta el almuerzo al pedido, puestos en la mano en cajitas. Aun en estas condiciones cubren, al menos, dos tercios de la demandas de alimentos. Y saliendo de la zona de la playa, desde que comienzan las casas particulares hasta muchos kilómetros de distancia, se aprecian los signos de doble saeta de los hostales privados. También se nota la prosperidad de la población local en las muchas viviendas elegantes y generalmente en buen estado.

Guardalavaca, junto a Pesquero y Gibara (incluirá otros sitios de la costa norte holguinera), es el tercer polo turístico de Cuba, solo por detrás de La Habana y Varadero. Pero dentro de una década se prevé que llegue a ser el primero, si se concretan las 65 mil habitaciones que debe tener la provincia. Cifra que equivale a todas las que tiene el país actualmente en explotación.

No cabe duda del inmenso potencial turístico que tiene nuestra preciosa Cuba. Llama la atención la coexistencia armónica del turismo nacional y extranjero, sin diferencias perceptibles. Solo el poder adquisitivo los divide, pero su padecimiento no se nota mucho, porque ronda el espacio cerebral donde habita el sufrimiento por las limitaciones individuales del cubano asalariado, que vino en un camión o “en botella”, y no puede comprar ni un refresco.

Al lado, pero completamente extasiados y felices, pudiéndolo todo, están los emprendedores cuentapropistas, los que reciben remesas o andan con el pariente que emigró y ahora está de visita, y los extranjeros, que devoran el sol tropical y tienen la mágica manecilla del todo incluido.

Un lugar paradisíaco es Guardalavaca, como miles de sitios más en nuestro privilegiado archipiélago. Por unas pocas horas las personas se olvidan de los problemas cotidianos y se imaginan que están en una Cuba distinta, donde parece que todos podemos disfrutar por igual de la belleza y la riqueza del  país. Lástima que tan solo sea un escape mental a nuestra dura realidad.

2 thoughts on “Guardalavaca, un balneario paradisíaco del oriente cubano

  • Tengo un amigo de Cueto que me ha hablado mucho de lo paradisíaca que es esa playa de Guardalavaca, quizás yo la conozca algún día cuando en Cuba ya no exista esa dictadura por la cual tuvimos que emigrar.

  • En ese sitio me cogieron presa y me hicieron un interrogatorio ridiculo en el año 1987 por el «delito» de conversar con unos turistas canadienses. No pude aguantar la risa cuando el uniformado aquel, a todas luces semianalfabeto, me dijo que yo no podía hablar con «extranjero de país capitalista».

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