Frutas: ¿adónde van las desaparecidas? (I)

Por Lázaro González

Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 6 julio — En Cuba, desde hace más de una década resulta muy difícil consumir frutas.  En los mercados estatales no se ven.  Solo podemos encontrar unas pocas en los mercados particulares, insuficientes para satisfacer la demanda y a precios muy altos.

Varios factores han conspirado contra la cultura tradicional de cultivar frutales. Entre los más señalados por los campesinos aparecen los bajos precios de compra estatales y los problemas en la comercialización, aún irresueltos.

Ricardo Rojas, jefe del vivero de la cooperativa de producción agropecuaria (CPA) José Martí, de Ciego de Ávila, considera que la escasa promoción en los medios y las instituciones agrícolas también ha mellado.

Un vecino suyo, Oscar Vargas, encargado de una finca de referencia nacional, opina que “ha sido abandono de nosotros los campesinos. Si las sembráramos y les diéramos las condiciones que llevan, habría de todo. Los frutales exigen un tratamiento especial, hay que mantenerlos libres de hierba y echarles mucho abono.”

Los pasos perdidos

No obstante, desde finales de 2008 en la campiña cubana poco a poco el empeño florece. Aunque los rendimientos todavía son malos, las áreas de frutales crecen en todo el país.

En Ciego de Ávila, la CPA José Martí ha contribuido mucho con su vivero, capaz de albergar 700.000 posturas. Si bien en ocasiones han estado detenidos por la carencia de bolsas, lamenta el jefe, Ricardo Rojas.

En 2009 sembraron varias fincas de piña y guayaba. En estos momentos llenan bolsas para producir 200.000 posturas de mango, que poblarán 60 hectáreas de ese cultivo. “Queremos plantar diferentes variedades que nos permitan eslabonar una escalera productiva por época y cosechar casi todo el año,” sostiene Félix López, presidente de la CPA.

A esta cooperativa, que llegó a tener 470 hectáreas de cítricos, actualmente solo le queda una docena con los meses contados, por el azote del “Huanglongbing,” conocida como enfermedad de los brotes amarillos, según López.  Ya están demoliendo las plantaciones de toronja y naranja en 67 hectáreas con riego, para sembrarlas de guayaba.

Por su parte, el presidente de la CCS José Martí, Hiram Aliste, asegura que “en esta zona los mangales en producción estaban casi todos en el sector estatal, y no se recogían las cosechas. El récord anual de acopio de mango en la empresa Cítricos de Ceballos era de 2.500 quintales y, solamente en 2009, cuando estas tierras fueron entregadas en usufructo a particulares, esta cooperativa entregó 17.000 quintales, que se convirtieron en compotas y jugos.”

“En cambio, este año desgraciadamente el clima nos ha golpeado y no tenemos el mismo potencial en el mango -agrega-. En febrero cayeron unos aguaceros que le tumbaron casi toda la floración a las plantaciones. Parecido sucedió con el aguacate.”

El veleidoso clima

Un poco más al Oeste, en Fomento, Sancti Spíritus, llegamos a la CCS Mártires de la Familia Vienes una tarde en plena cosecha de guayaba. El presidente de esta cooperativa Osvaldo Cancio, interrumpe sus labores para comentarnos que la guayaba de la clase enana roja bajo riego puede rendir unas 46 toneladas por hectárea. “Pero si no tienen agua, las plantaciones comienzan a abortar por el estrés de la sequía y a caerse las frutas. Aquí ya tenemos fincas con afectaciones por la sequía. Si el Estado quiere resolver el problema de las compotas de los niños, es necesario potenciar los frutales con sistemas de riego.”

En Santo Domingo, Villa Clara, Alberto Núñez, productor de la CCS Diosdado Pérez, también la emprende con el clima: “este año para la producción de piña ha sido pésimo. Ha escaseado la lluvia y los soles han sido los más bravos de los últimos tiempos. Se ha quemado mucha piña, hemos perdido un gran por ciento de las cosechas, fundamentalmente en los piñales viejos, donde ya la mata tiende a caerse.”

Insumos en secano

Otro de los avatares que enfrenta la producción de frutas en el país es el déficit de recursos. Gabriel González, presidente de la Diosdado Pérez dice que “por la situación económica actual, hemos contado con pocos productos químicos, y este año no hemos recibido nada de fertilizantes. Ahora la empresa nos asignó 12 toneladas, pero eso no alcanza. Necesitaríamos al menos un 50% de los recursos para aumentar la producción.”

Alberto Núñez, lo apoya y argumenta que “si los piñales no los fertilizas los rendimientos descienden a la mitad, y los hijos para la próxima cosecha no son buenos porque la planta no tiene la misma fuerza.”

Otro socio de la misma cooperativa, Manuel Gil, expone con pesar cómo en su finca de excelencia nacional, La Maravilla, la falta de recursos amenaza con extinguir sus exclusivas plantaciones de uvas, que ayudan a sustituir importaciones.

“Actualmente no nos prestan el servicio de fumigación para proteger las plantaciones del oídio, un hongo que enferma la vid. Estas cuatro hectáreas llevan 20 mochilas cada siete días, y este año solo nos han vendido fungicida para apenas tres semanas.”

En Ciego de Ávila, el presidente de la CCS José Martí, reclama que “por si fuera poco, ahora el Banco para entregar créditos exige que la empresa Cítricos Ceballos certifique la entrega de insumos a los campesinos. ¿Y quién va a certificar eso si no hay insumos? –inquiere-. Eso es para negar los créditos. Si ese banco es cubano y somos nosotros quiénes dictamos las leyes, entonces ¿por qué nos trancamos tanto?  En el vivero de la CPA José Martí están deteriorándose las posturas de guayaba y no tenemos dinero para comprarlas.”

Todas estas cooperativas están incluidas en el Movimiento Productivo de Frutales, un programa impulsado por el gobierno, que pretende aumentar el volumen y la variedad de ofertas de frutas frescas a la población, el suministro estable a la industria y el turismo, y la sustitución de importaciones. Sin embargo en la práctica la producción encuentra muchos obstáculos, que desestimulan a los campesinos, sobre todo a la hora de la comercialización, motivo de un próximo reportaje.