¿Existe Racismo en Cuba? Historia y contemporaneidad

Por Miguel Bofill Villazón (Progreso Semanal)       

HAVANA TIMES – La sociedad cubana, como muchas otras en América, arrastra una serie de estereotipos raciales que marcan las relaciones sociales cotidianas y que, aunque no siempre explícitos, afectan profundamente la vida de los afrodescendientes.

Todos los países presentan contextos raciales singulares y enfrentan las problemáticas de estos según sus situaciones. En Cuba, debido a la mezcla étnica que presenta nuestra población, muchos se lanzan a asegurar que no existen tales problemáticas, y por lo tanto, convivimos en una armonía donde no se destacan las características físicas como el color de la piel en la convivencia de los cubanos.

Pero hay fenómenos que van mucho más allá de lo cotidiano y que están presentes en la realidad de todos. Lo realmente importante es: ¿Existe racismo en Cuba?

La respuesta corta es sí, existe, pero por qué y cómo lo hace, es lo verdaderamente analizable del tema, aunque para ello primero debemos adentrarnos en cuatro conceptos claves para entender la problemática:

Imaginario Social: este es un concepto creado por el filósofo y sociólogo Cornelius Castoriadis, usado en las Ciencias Sociales para designar las representaciones sociales encarnadas en sus instituciones. El concepto se usa habitualmente como sinónimo de mentalidad, cosmovisión, conciencia colectiva o ideología. No analiza solo a la visión del individuo hacia el entorno, sino hacia uno mismo y sus propios patrones de comportamiento.

Raza: Los antropólogos e investigadores del genoma humano coinciden en que no existe tal cosa como las razas humanas, las características físicas que nos diferencian no crean una brecha genética tan grande como para separarnos por razas científicamente hablando, por lo que el término correcto sería “etnias”. Sin embargo, en los estudios sociales el vocablo “raza” no solo encierra estas características físicas, sino que engloba otras circunstancias como la religión, cultura, origen, costumbres, o filosofías de vida, en este contexto no es un error utilizar entonces la palabra “raza”.

Racialidad: Este es seguramente el concepto menos tratado, y por lo tanto menos conocido de los cuatro. Para resumir: es la combinación de los conceptos de “Raza” e “Imaginario Social”. Por lo que es la forma en que los individuos perciben a los que los rodean, y a sí mismos, basados en sus concepciones raciales en base a lo aprendido o sus visiones personales. Conformado de prejuicios y creencias no necesariamente negativas.

Racismo: el concepto más fuerte y más fácil de entender, y para muchos más fácil de utilizar también, tiene la misma base de la Racialidad, con la diferencia de que se trata de estos prejuicios que solamente resaltan aspectos negativos de las personas basados en su raza, y por lo tanto lleva a la discriminación y en algunos casos a la exclusión o maltrato.

Contexto histórico del racismo en Cuba. La Esclavitud: La raíz de la desigualdad racial

La llegada de los españoles en el siglo XV no solo trajo consigo la conquista territorial, sino también la instauración del sistema esclavista que marcaría el destino de millones de personas africanas y sus descendientes. Cuba se convirtió en el núcleo fundamental de la economía colonial basada en el trabajo forzado, especialmente en la agricultura de exportación como el azúcar y el tabaco.

La esclavitud impuso un orden social rígido y brutal, donde los afrodescendientes fueron despojados de sus derechos básicos, sometidos a condiciones de vida inhumanas y privados por supuesto de cualquier tipo de libertad. Situación que generó una profunda estratificación racial que resistió incluso después de la abolición formal de la esclavitud en 1886, manteniendo a la población negra en un apartado marginal dentro de la estructura económica y social.

La República: Una independencia incompleta para la igualdad

Con la declaración de la república en 1902, Cuba alcanzó su independencia formal, pero las aspiraciones de una sociedad igualitaria quedaron lejos de alcanzarse para la población afrodescendiente. Si bien surgieron líderes y movimientos que lucharon por una independencia racial, el racismo institucional persistió abiertamente.

El racismo institucional practicado por el gobierno y ejército interventores y característico de su sociedad estadounidense, manifiesto, por ejemplo, en la segregación racial residencial y social y la preferencia por nombrar a blancos a posiciones de poder político, solo sirvieron para reforzar la herencia española de discriminación racial.

La élite criolla blanca concentró el poder político y económico, mientras que los negros y mestizos enfrentaron exclusión en ámbitos claves como la educación, el empleo formal, y la participación política. Evidentemente la emancipación política no implicó una liberación social plena, dejando a la raza como uno de los factores de desigualdad estructural del país.

Triunfo de la Revolución: Igualdad formal y retos invisibilizados

Tras el triunfo de la Revolución en 1959, el gobierno proclamó la construcción de una sociedad socialista sin clases ni razas, implementando medidas destinadas a garantizar el acceso igualitario en la educación, salud, y trabajo. La lucha contra el racismo fue oficialmente declarada una prioridad inclusiva dentro de la visión socialista.

Pero a pesar de los avances formales, la discriminación racial no desapareció en la práctica. Muchas expresiones de desigualdad y exclusión racial se hicieron menos visibles, sin embargo, continuaron presentes en diversos sectores o para ciertas personas con pensamientos bien plantados desde el pasado.

Estudios posteriores, así como testimonios de afrodescendientes cubanos, señalaron que la problemática racial quedó en gran medida invisible en el discurso oficial, dificultando la identificación y solución de las manifestaciones cotidianas y estructurales de racismo.

La actualidad: Reconocimiento y desafíos

En las últimas décadas, el racismo ha comenzado a ser visibilizado como un problema que requiere atención urgente. Académicos, activistas, y organizaciones sociales han reflexionado y denunciado las persistentes desigualdades raciales, especialmente en temas como la representación política, el acceso a altos cargos, oportunidades laborales, y la manifestación cultural de la población afrocubana.

El gobierno cubano ha dado pasos al reconocimiento de la existencia del racismo, promoviendo espacios de diálogo y programas enfocados en la inclusión y el respeto a la diversidad racial, como las investigaciones y publicaciones sobre la cultura afrodescendiente y la promoción de la igualdad racial por parte del Instituto de Investigación Cultural Juan Marinello, o el Programa Nacional contra el Racismo y la Discriminación Racial, nombrado Color Cubano, aprobado en noviembre de 2019, y el 12 de octubre de 2023 quedaba inaugurado el Laboratorio Social Color Cubano en el Centro Cultural Quintín Banderas de La Habana.

Sin embargo, la superación plena del racismo implica enfrentar prejuicios ancestrales y transformar profundas estructuras sociales, un proceso aún en curso que demanda voluntad política sostenida y participación activa de toda la sociedad.

Estereotipos raciales que arrastra la sociedad cubana

La sociedad cubana, como muchas otras en América, arrastra una serie de estereotipos raciales que marcan las relaciones sociales cotidianas y que, aunque no siempre explícitos, afectan profundamente la vida de los afrodescendientes. Estos estereotipos, fruto de toda la situación histórica vivida en la Isla, se manifiestan en prejuicios y comportamientos que niegan la diversidad cultural y perpetuán las desigualdades. Saber cuáles son, y entender su impacto es crucial para avanzar hacia una convivencia basada en el respeto.

Uno de los pensamientos más frecuentes en la sociedad cubana es el que vincula a las personas negras con la pobreza y la marginalidad. Todavía en muchas zonas urbanas y rurales la población afrocubana suele ser asociada a ciertos barrios o comunidades con dificultades económicas, viviendas precarias y menos acceso a servicios básicos. Esta asociación, aunque tiene una base en la realidad socioeconómica desigual, se convierte en una especie de “verdad absoluta” que refuerza la idea de que la negritud es sinónimo de carencia o fracaso. Esto no solo estigmatiza a un grupo muy numeroso, sino que limita las oportunidades de movilidad social, porque parte de la sociedad asume que las personas negras están “naturalmente” destinadas a vivir en la pobreza.

Otro estereotipo muy arraigado, vincula a los afrodescendientes con ciertos roles culturales y físicos, que muchas veces son reducidos a clichés. Se suele identificar a los hombres negros con una supuesta fuerza física excepcional, pero con falta de intelectualidad o sensibilidad estética. A las mujeres negras, en paralelo, se les asignan características como la sensualidad exagerada y una predisposición a la emocionalidad o agresividad. Estos clichés simplifican y deshumanizan a las personas, olvidando por completo su riqueza interior, diversidad personal y diversidad de talentos. Además de auto percibirse de esta manera, generando una racialidad negativa que muchas veces los hace dejarse llevar por lo que supuestamente es para todo el mundo su naturaleza.

Relacionado con lo anterior, existe también una tendencia a exotizar o romantizar la cultura afrocubana, pero a la vez separarla del resto del proyecto nacional. Por ejemplo, la música, la danza, o la religión son elementos que a menudo se exhiben al turismo y en espacios culturales, pero que raramente se reconocen como parte integral del patrimonio y la identidad cubana. Esto genera una paradoja: la cultura negra es celebrada cuando es “exótica” o “folklórica”, pero las personas de piel negra no siempre son acogidas con igualdad ni se les reconoce plenamente en otros aspectos.

En el ámbito social cotidiano, otra creencia vigente es que las personas negras tienen un carácter “difícil” o “problemático”. Esta caracterización injusta puede reflejarse en el trato que reciben en tiendas o espacios públicos; puede hacer que sean vigilados con más desconfianza o que se les atribuyan responsabilidades negativas sin base alguna. “¿Quién tiró la tiza?”

Estos juicios no solo afectan las relaciones interpersonales, sino que con el tiempo generan una especie de auto percepción negativa dentro de la propia comunidad afrodescendiente, lo que se traduce en problemas de identidad y confianza. Esta interiorización del racismo puede provocar que muchas personas reproduzcan inconscientemente estos prejuicios en su relación con la sociedad, perpetuando así las barreras invisibles que dificultan la inclusión plena.

La construcción de una sociedad más justa pasa por una transformación profunda en la conciencia colectiva. Esto significa cultivar valores como la empatía y el respeto a la diversidad desde todos los sectores. Reconocer que la diversidad racial no es un problema sino una riqueza es fundamental para construir una convivencia armoniosa.

*Miguel Bofill Villazón, periodista y estudioso de las problemáticas raciales.

Lee más desde Cuba aquí en Havana Times.

One thought on “¿Existe Racismo en Cuba? Historia y contemporaneidad

  • Estoy hasta los ovarios del tema del racismo en Cuba. Los negros o afrodescendientes han tenido desde 1959 las mismas oportunidades que los blancos o hispanodescendientes. Por qué entonces están tan jodidos? Averigüen. Y por qué les encanta empatarse con blancas? Averigüen.

Comentarios cerrados.