Eleguá símbolo religioso (Video)

 

 

Video por Elio Delgado Valdés

HAVANA TIMES – El mercado de Cuatros Caminos encierra múltiples historias desde su fundación en el año 1920, se hizo visible a la población una de sus más antiguas reliquias, la piedra en forma de Eleguá (Oricha que personifica lo impredecible del azar, y nos abre y cierra los caminos arbitrariamente)

Deviene en secreto tergiversado, en historias contextualizadas fuera de fecha, pero siempre respetando el fundamento que encierra la piedra ancestral, amparada bajo la armazón de cemento, con la imagen de Eleguá.

La primicia de los toques la realizó la agrupación femenina Rumba Morena, El toque a Eleguá, en el sincretismo popular, El Niño de Atocha.

El lugar está situado justo en los “cuatro caminos”, que ocupa la manzana que está entre las calles Monte, Cristina (hoy Ave. México), Matadero y Arroyo (Ave. Manglar), y es en los cuatro caminos (cuatro calles, cuatro esquinas) el lugar apropiado, según la visión religiosa afrocubana para hacer las limpiezas, por donde no se debe pasar para no recoger nada de lo malo que allí se deja. A su paso deberán dejar tres paqueticos uno con maíz tostado, otros con pescado ahumado y jutía ahumada

Los recién iniciados (iyawo) al séptimo día del trono, la última ceremonia y primera salida a la calle es justamente darle la vuelta al mercado de Cuatro Caminos, según la tradición oral eso se hace para que no le falte la comida.

Como muchas de las creencias religiosas y los mitos que las encierran, no se conoce su creador, ni la fecha exacta que fue enterrado, lo que sí conocemos que no se pudo cumplir lo que tenían pensado hacer ponerlo a la vista del público, pues cuando fue transportado al lugar que se pensaba situar se cayó y se rompió, algunos dicen que estaba hecho no para ser visto, solo para ser adorado y rendirle tributo.

Se conocía de su existencia, pero nadie lo había visto, pues siempre estuvo enterrado, hoy no se sabe que rumbo tomó ni quién lo tiene, están las nuevas leyendas; esperemos que indaguemos y podamos encontrar al artista que lo restaure, y nos cuente en cámara su versión de la historia, hoy le mostramos el único tambor que se le pudo dar en este corto periodo.