El Teatro Nacional de Cuba pone a riesgo a los artistas

de electrocutarse por las goteras en el escenario

Exterior del Teatro Nacional de Cuba, este miércoles. (14ymedio)

HAVANA TIMES – Las goteras que anegaron el escenario de la Sala Avellaneda del Teatro Nacional, en La Habana, donde el pasado domingo actuó el Ballet Nacional de Cuba, fueron algo más que un “momento incómodo”, tal y como expresó en redes este martes el músico Osmany Hernández.

Las imágenes que acompañan a su publicación en Facebook muestran la magnitud del desastre. Más que gotas, un hilo de agua, empapando un atril y su lámpara, mientras toca la Orquesta Sinfónica del Gran Teatro de La Habana, que acompaña al ballet, así como el agua filtrándose por el techo, entre los focos.

“Un piano, instrumentos de cuerda, director, músicos e instalaciones eléctricas mojadas”, enumeraba Hernández, quien mencionó que lo ocurrido es “la filtración habitual que se produce cuando llueve”.

Testigos de la función confirmaron a 14ymedio hasta qué punto estuvieron en peligro los artistas, con los bailarines danzando sobre mojado y “el alto voltaje que hay en un escenario”. Las goteras estaban, detallan, por todas partes: “En las tablas, encima de los músicos, en el sótano, en las lunetas”. Tanto, que “hasta los músicos y los instrumentos se mojaron”. A pesar de las condiciones, la actuación no se detuvo en ningún momento.

En su texto en redes, Osmany Hernández, quien toca el fagot y es maestro en el Conservatorio Guillermo Tomás de la capital cubana, pide que las autoridades “tomen cartas en el asunto para salvaguardar uno de los pocos teatros que nos quedan”.

También aprovecha para recordar que el teatro Karl Marx y el Gran Teatro de La Habana están “cerrados por comején” y que el Amadeo Roldán también está clausurado “desde hace años por problemas constructivos tras una pésima reparación)”.

“Nuestro Teatro Nacional ya tiene comején por doquier y un creciente deterioro de las instalaciones e instrumentos musicales que allí se guardan, como las arpas”, continúa, algo que es corroborado en los comentarios por otros colegas.

Por ejemplo, el de Igor Ernesto Corcuera Cáceres, director de la Banda Nacional de Conciertos y profesor del Instituto Superior de Arte de La Habana: “Y eso es la Avellaneda, que es la que mejores condiciones tiene… Qué dejar para la Cenicienta sala Covarrubias, infestada de murciélagos y comején. La ÚNICA arpa que le queda a la Orquesta Sinfónica Nacional está en serio peligro de desaparecer, sin hablar de contrabajos y otros instrumentos”.

“Inconcebible la indolencia y el deterioro”, opina por su parte René Gacives. “Súmale la Sala Dolores de Santiago, ya cerrada en peligro de derrumbe, y el centro del Festival Internacional de Coros de Santiago de Cuba”. A ello replica Hernández: “Y no sucede nada.

El agua empapando un atril de la orquesta, en la sala Avellaneda del Teatro Nacional de Cuba. (Captura)

Se recorta el presupuesto de la cultura. Las evaluaciones de nuestros solistas, concertinos y solistas alternantes no se les pone nivel en el nuevo modelo, lo cual desestimula a los que nos quedamos aquí. Y encima no podemos decir nada”.

Sobre ello, el fagotista menciona en otra respuesta que lo conminaron a “no exponer nada en redes sociales con lo de las evaluaciones. ¿Y en qué momento algunos de nuestros problemas urgentes se tomarán en cuenta? ¿Es mejor callar que evidenciar problemas que atentan contra la existencia de nuestra labor? No creo que todas las personas que pueden resolver esto estén enteradas. Sé que a quien de verdad le interesa la cultura suda su lomo para resolver esto”.

“A mí me consta que el personal del Teatro Nacional de Cuba es dedicado y se desvive por atender a uno”, concede Corcuera Cáceres. “Pero ya estas cosas los rebasan. No tienen presupuestos ni recursos para resolver esto. Se necesita una inversión a un nivel más alto (por así decir)”.

El flautista Alberto Rosas es más duro en su comentario: “Ese es el resultado de la incapacidad, el fraude, la ineptitud, ineficiencia y corrupción de un sistema fallido que azota al pueblo cubano. Y este tipo de cosas siempre han sido reclamadas y denunciadas por ciudadanos conscientes. Eso me consta totalmente. Pero como el teatro no tiene un propietario, a nadie le duele. Los dirigentes se lavan las manos, por salvaguardar las míseras ventajas en comparación al pueblo de a pie, que obtienen por su mal desempeño. Cuba se cae a pedazos. En qué han convertido lo que fuera llamada la Perla de Caribe”.

El Teatro Nacional de Cuba se inauguró en 1979, con motivo de la Sexta Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, pero la autorización para su construcción data de 1951, antes de la Revolución. El plano original estaba inspirado en el Radio City Music Hall de Nueva York, algo que solo quedó en proyecto.

El músico que publicó el post original zanjó la discusión asegurando que “hoy empezaron a reparar el techo. Ojalá que quede bien, realmente lo necesitamos muchos de los que allí laboramos”. Este miércoles, 14ymedio comprobó que se está llevando a cabo algún tipo de reparación. Al menos, sobre el tejado había un trabajador.

La denuncia de estos músicos coincide con la publicación en la prensa oficial de un reportaje donde se reconocen todos los problemas que acarrean las empresas estatales de cultura, entre ellas la ineficiencia y la corrupción, y que artistas consultados por 14ymedio interpretan como un intento de eliminarlas y autorizar, en su lugar, a mipymes que se ocupen de esas labores.

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