El socialismo cubano vende televisores al pueblo trabajador

Vicente Morín Aguado

An RCA TV for sale in one of the government’s shopping centers.

HAVANA TIMES – Después de una ausencia que sobrepasó el año, en varios centros comerciales habaneros vuelven a venderse televisores pantalla plana. Antes las existencias de la medida más solicitada—32 pulgadas—estaban agotadas o bajo el polvo los ejemplares sobrevivientes, cuyos precios estimularon la importación personal masiva desde países cercanos.

La llamada Plaza de Carlos III está vendiendo 32 pulgadas, pantalla LED, marca RCA de fabricación china, al precio “rebajado” de 299,95 pesos convertibles la unidad. El nuevo cargo de venta significa casi 200 pesos menos por equipos similares que antes valían 498,95 en el mercado nacional donde circula la divisa obligatoria para toda la población.

Un lector poco informado de los pormenores de compra-venta en Cuba diría dos cosas: 1) ¡Gran Rebaja! 2) Cifras al detalle, ¿este mercado parece funcionar muy bien?

 Ambas conclusiones son falsas. En Miami, por ejemplo, la marca líder si de enviar a La Habana se trata, Samsung, ofrece el televisor de similares prestaciones, agregando entrada para USB y decodificador de la señal analógica, dos servicios nulos en los mencionados RCA, por unos 170-200 dólares al contado—cash—, dependiendo del lugar de compras.

En cuanto a la segunda interrogante, nada se aleja tanto de la verdad como los precios en la gran isla socialista del Caribe, esas cifras son fijadas directamente por la burocracia del Ministerio de Finanzas y Precios, las fracciones sirven para ofrecer una imagen de mercado pleno y efectivo cuando lo cierto es que se establecen fuera de la oferta-demanda.

De los antecedentes que pudieran explicar la actual rebaja para estos televisores, advierte Joaquín Pujol, economista retirado del FMI:

“Es de locos tener que ir a comprar a Haití o Guyana lo que se pudiera adquirir en el propio país porque no se puede importar directamente, hay que hacerlo a través de viajes turísticos, lo cual incrementa tremendamente el costo de esas importaciones.”

Cierto, marcas en todo similares a la RCA china, ejemplo Toshiba, se adquieren fuera de Cuba por unos 120 dólares. De existir un importador masivo, la cifra sería obviamente menor. ¿Por qué entonces venderlo al triple de su valor en una tienda de La Habana?

El Estado monopolista hace valer sus ventajas sin importarle los sacrificios del pueblo trabajador que dice representar. Una deducción simple indica:

  • La transportación hacia Cuba, más los impuestos aduaneros, duplican el precio. Sumar que el pago de impuestos en el aeropuerto de La Habana solamente puede ejecutarse en pesos cubanos moneda nacional (CUP) una vez al año. (10 CUP por cada LED de 32 pulgadas)
  • Hay gastos adicionales del turista, difícilmente medibles pero sentidos, entre otros la VISA, pasaporte, pasajes, estancia en otro país, etc.
  • La venta posterior del equipo en nuestro país no tiene garantía comercial y aunque la estatal es objeto de numerosas quejas por parte de los clientes, de cualquier manera es una garantía.

El economista nos recuerda: “Usan empresas estatales ineficientes, ¿Por qué el Estado? Mejor importadores particulares que ajustarán precios competitivos.”

Sueña usted señor Pujol y otros aquí también, jamás el Estado socialista cederá ese poder omnímodo sobre la sociedad que le ofrece controlar el mercado interno.

Así y todo, no se aprecian colas en el espacio donde se venden los TV en el gran conglomerado de venta en divisas Plaza de Carlos III. Al azar, algunos curiosos y un comprador efectivo opinaron:

Son equipos viejos, estos RCA ya ni se ven fuera de Cuba. ¡Vaya usted a saber si salen buenos!

 Trescientos son trescientos (CUC, igual dólares americanos). Si tienes alguien en la familia que viaja, mejor encargárselo de otro país.

No todo el mundo tiene esa persona en la familia—interrumpe el que está pagando su nueva pantalla plana—por eso lo compro aquí, y si sale malo, me lo tienen que cambiar o arreglar.

Pero al no contar con decodificador de señal, hay que comprar la cajita decodificadora, pagar otros 50 CUC para poder ver la señal digital, lo que hace casi 350.

De momento, si no se acaba el surtido, algo muy típico en la red comercial del monopolio cubano, los importadores particulares deberán aguantarse, pues un Samsung se oferta  en La Habana a unos 400 CUC. Sin embargo, el prestigio de la marca junto al mal servicio predominante en el mercado estatal, prevalecerán a favor de los vendedores particulares.

Una nueva lección recibe esa mayoría de compatriotas, partícipes de la esperanza infinita, ahora atrapados con la magia de la nueva Constitución en ciernes. El papel soporta todo lo que le escriban, y los twitteros también.

Vicente Morín Aguado: [email protected]