El regreso de Celia Cruz y otros símbolos inapagables
HAVANA TIMES – Su voz, torrente inapagable, todavía estremece con aquel tema: «Por si acaso no regreso/ Yo me llevo tu bandera/ Lamentando que mis ojos/ Liberada no te vieran». Hace 20 años sus ojos se cerraron para siempre y no, no vieron de nuevo a la amada isla. Había desafiado al Todopoderoso en Jefe y este nunca la perdonó, ni siquiera la dejó venir a despedir y enterrar a su madre.
Pero como no hay nada más reparador que un día tras otro y el tiempo suele poner las piedras en su sitio, Celia Caridad Cruz Alfonso regresará a Cuba. A partir de agosto de 2024, cuando comience a desandar las calles de Estados Unidos ilustrando una moneda de 25 centavos de dólar —de la que se imprimirán al menos 500 millones—, es de esperarse que miles de cubanos la porten en sus bolsillos y la lleven de vuelta a la tierra que le pertenece, donde su música, aún prohibida, no ha dejado nunca de conmover y alegrar.
Entonces, su rostro de carcajada y la palabra cubanísima que fue su grito de guerra, «¡Azúcar!», impresos en la moneda, comenzarán a atravesar las aduanas del país y a unir aún más en la música y la irreverencia a cubanos de uno y otro lado del estrecho. Una dulce invasión contra la que la Seguridad del Estado no tendrá amargura suficiente.
Acaso en esos momentos comenzará a hacerse realidad, al menos en el plano simbólico, lo que otro cantor cubano anunció, que nuestro día «ya viene llegando». No importa, ni siquiera, que la profecía haya tardado décadas. Como credo emocional compartido ha acompañado día y noche la esperanza de muchos. Eso, lo sabemos, tiene una fuerza emblemática descomunal.
A Willy Chirino tampoco lo pasan por la radio ni por la televisión dizque públicos en la isla, pero lo conocen y tararean desde bisabuelos hasta adolescentes. El guajiro que se fue con un colibrí, un libro de Martí, una palma y un bohío y triunfó por encima de las maromas de la vida migrante. Al punto de que, en West New York, en Nueva Jersey, desde diciembre de 2022 hay una calle que lleva su nombre. Justo a unos pocos metros de esa vía, se levanta un monumento que honra a los presos políticos y un busto del Héroe Nacional de Cuba.
El buen José Julián también fue consciente de que moriría «sin patria», pero decidió que por lo menos fuera «sin amo». Convicción parecida vibra en los tantos que corean desde 2021 «Patria y Vida», letra y ritmo que dan pólvora a las insurgencias. Uno de sus autores, Maykel «Osorbo», se desgasta tristemente en la atestada prisión del régimen.
Mientras cantaba «Patria y Vida», hace algunas semanas, entró al ring en el Ariake Arena de Tokio el boxeador cubano Robeisy El tren Ramírez, luego de que el brazo diplomático del monopolio gobernante en la nación antillana le impidiera salir con el himno nacional y portar en sus ropas la bandera. Pero el peso pluma, doble campeón olímpico, fue más ecuánime y patriota que quienes intentaron desestabilizarlo. No aceptó acogerse al himno estadounidense. Ganó la pelea por nocaut técnico y retuvo el cinturón de la Organización Mundial de Boxeo (OMB) frente al japonés Satoshi Shimizu. Después de la victoria, recitó a capela el himno de guerra que incendió Bayamo.
Por estos días, Leinier Domínguez, el mejor ajedrecista nacido en Cuba después de José Raúl Capablanca, ha hecho historia al colarse entre los ocho mejores del orbe en la Copa del Mundo en Bakú, Azerbaiyán. El aparato estatal de propaganda que otrora lo mimaba como «el ídolo de Güines» parece haberse olvidado del lugar de nacimiento del trebejista. Pero los aficionados de la isla lo siguen teniendo como referente. Buscan sus partidas, comentan sus jugadas, quieren ser como él, lo idolatran.
Asimismo, amantes de la literatura de todas las geografías buscan y comparten, aquí, allá y acullá, los textos de Reinaldo Arenas, cuyo nombre recientemente quedó plasmado en una colección de platos exhibida en la famosa tienda Tiffany & Co., en Nueva York. Con diseño del pintor y director de cine estadounidense Julian Schnabel, la colección se puso en venta a 7 000 dólares por juego y ha sido un éxito comercial.
Celia, Willy, Maykel, Robeysi, Leinier, Reinaldo… Símbolos.
Los cuales ningún aparato totalitario desterrará de las entrañas de su nación y de su gente. ¡¡¡¡Azúcar!!!!