El “poder inteligente” de Obama y Cuba

Por Pedro Campos

Muro en La Habana.  Photo: Caridad
Muro en La Habana. Photo: Caridad

HAVANA TIMES, Dec. 28 — El imperialismo, en su nueva envoltura “obámica”, despliega contra  Cuba una nueva política basada en el “poder inteligente”, que combina hábil, casuística, proporcional y oportunamente,   los instrumentos de la política exterior: económicos, militares, de inteligencia, diplomáticos,  políticos, migratorios, mediáticos y otros.

Si bien la estrategia de la actual administración es la misma que, por principios, sostiene el imperialismo desde el triunfo de la Revolución Cubana: destruirla, evitando su avance socialista. Será así siempre. Esperar tregua, es perder tiempo y servir a sus planes.

Pero no será ninguna política imperialista la que revierta esta Revolución. De ocurrir, expresó Fidel, sería por los propios revolucionarios, cuyas incapacidades  brindan el combustible que alimenta al anti-socialismo. El peligro principal está dentro, en los “revolucionarios” enfermos de exclusión, ceguera, autoritarismo y arteriosclerosis burocrática.

Las diferencias con otras administraciones son tácticas: Obama está poniendo más énfasis en los aspectos políticos, mediáticos y diplomáticos. Sus medidas de “aflojamiento” del bloqueo, por ejemplo, han estado dirigidas a mejorar la imagen de su gobierno y a dañar la del cubano,  contraponiendo las posiciones de ambos en temas  como remesas, viajes, Internet, libertades individuales y otros, que afectan sensiblemente a grandes grupos de ciudadanos.

Las políticas del “poder inteligente”, tendrán que ser contrarrestadas con “más inteligencia”  y avances concretos hacia una nueva sociedad; no con aferramientos dogmáticos ni amenazas contra las diferencias. “Unidad en la diversidad” es respetar esta última, o simple demagogia.

Nada que ver con la agudización artificial de la “lucha de clases”, azuzada por sectarios extremistas, cancerberos de poltronas que, con la intención de “levantar el ánimo revolucionario”.

En la práctica sirven a la contrarrevolución, a la cual fortalecen, dan credibilidad a las  “violaciones de los derechos humanos”, estimulan el descontento con el “socialismo”, aúpan la restauración capitalista, desestabilizan el país, fomentan divisiones en el seno revolucionario y desvían la atención de pueblo y gobierno de los apremiantes cambios que precisa el “modelo”  vigente, inmóvil, siempre inmóvil..

Pretender el socialismo marxista nunca es aventurero.  Quien no quiera, tema o rechace “cambiar lo que debe ser cambiado”, moverse hacia la utopía, crear algo distinto, jamás avanzará a la nueva sociedad, quedará  como custodio del pasado, obstáculo de lo inevitable. La continuidad está en el cambio. Hay que buscar la forma de que estos 50 años pasen a la historia de Cuba como Revolución, no como un fracaso de todos.

Solo con más inteligencia podrá derrotarse el “poder inteligente”: Ejemplos: el 10 de diciembre pasado, Aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en forma “inteligente”, se realizaron varias actividades oficiales de recordación.

También absurdamente, el oportunismo sectario teje filigranas para tratar de “presentar”, peligrosa y explosivamente, a espacios de izquierda como plataformas de la oposición (Bienal, Temas, Marcha por la No-violencia, Poesía sin fin y otros).

Una respuesta “más inteligente” partiría de no caer en las provocaciones orquestadas por el adversario y/o el extremismo y estructurar una estrategia general coherente, que  integre y aplique dialéctica, circunstancial, dialógica e interdisciplinariamente los distintos ingredientes de la política, enfilada a  garantizar la cohesión de las fuerzas revolucionarias, el avance socialista y la destrucción de las bases sobre las cuales el imperialismo monta sus campañas.

Cuba podría lograrlo. Sobran experiencias y potencialidades. Pero el poder dispone.