El Mundial que nos toca

Texto y Fotos por Irina Echarry

La Copa del Mundo en los cines cubanos.

HAVANA TIMES, 3 julio — El mes de junio llegó con una novedad que, aunque esperada por muchos, no deja de sorprender por su capacidad de convocatoria. Desde el día 11, el béisbol está de vacaciones y se juega fútbol en todas las calles de la Habana. El Mundial también repercute en Cuba, sobre todo en la capital.

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El equipo nacional no tiene condiciones para llegar a este evento, pero los cubanos, aún así, son amantes de ese deporte de multitudes. Como no podemos trasladarnos hasta Sudáfrica para dar apoyo al equipo de nuestra preferencia tenemos que conformarnos con los partidos que transmite la televisión.

Este año, además, se pueden ver en directo los partidos de octavos de final,  cuartos de final, la semifinal y la discusión del oro en el cine Yara (Vedado) y el Payret (Centro Habana). Esa es otra novedad que los cines de la capital nos regalan en coordinación con el ICAIC y la Televisión Cubana.

Armando Crespo salió del trabajo “un momentito” para disfrutar a Brasil contra Holanda:  “Esto del cine es genial, ojalá lo hicieran siempre con todos los deportes, con la pelota y la serie nacional, sería un batazo… Yo trabajo cerquita y puedo escaparme, hay quien no puede venir a las tandas de la mañana y viene por la tarde. No es lo mismo el televisor que una pantalla grande, la emoción es diferente.”  El “momentico” de Armando pudiera perjudicar su trabajo, pero “que se las arreglen sin mí una hora y pico, otras veces yo cubro cuando hace falta.”

La multitud se aglomera en la entrada del cine Yara, apenas se distingue la cola, la gente anda en grupos. Se pueden escuchar las opiniones de los fans sin  hacer mucho esfuerzo. El público grita, se acalora, se entusiasma, incluso antes de entrar a la sala.

Marelys viene con unas amigas: “no me pierdo a Brasil, ese es mi equipo y es el que va a ganar la Copa. Esta oportunidad de ver el juego en grupo me gusta mucho, una puede conversar con los demás, comunicar emociones en dependencia del equipo que gane o pierda. Luego entramos a Coppelia y tomamos helado. Es maravilloso.”

Claro que es una maravilla estar en contacto con el mundo, viviendo su misma velocidad. El Mundial permite a la Isla acercarse a la vorágine mundial en directo, sin que nadie censure, sin que nadie corrija lo que hay que ver u oir de algún partido.

Sin rivales políticos o económicos, el deporte es el protagonista de esta temporada de camisetas azules o amarillas o naranjas. Es el momento de hacer reverencias a la tecnología digital, la internet y el libre intercambio de información, dejando atrás el estigma de traición que arrastran esos términos en buena parte de la población.

El cine Riviera ha sido habilitado para el juego de Brasil-Holanda, los que no caben en un cine pueden ir al otro. Ningún interesado se queda sin entrar. Con cinco pesos el público accede a la sala oscura. Es momento para sudar, correr, patear el balón desde la luneta roja.

Alexander ya está instalado en su asiento, sonríe al amigo que está en la fila de atrás y dice que hay que tener cuidado con Holanda. “Mira, yo quisiera haber podido ir a Sudáfrica a disfrutar de esta fiesta, pero como no se puede, pues vengo al cine. Esto se hace en muchas partes del mundo, no es una idea original de Cuba. Mirando la pantalla grande y sentado entre tantas personas imagino que estoy en un estadio esperando que Kaká haga algo por Brasil… eso hago siempre, no es que me conforme, intento verlo todo positivamente. Lo otro, el viaje, quedará para otra oacasión, si es que me llega, por ahora es esto lo que me toca.”

La derrota de Brasil conmueve a la mayoría. Los otros se abrazan celebrando el resultado de la naranja mecánica. Una muchacha vestida de verde y amarillo sale histérica del cine, no puede creer que su equipo se vaya de la competencia.

Los cubanos, desde su capital,  están disfrutando de la Copa Mundial de Fútbol de Sudáfrica, emocionándose con los goles, luciendo camisetas del equipo preferido o, simplemente, saboreando en silencio la posibilidad de elegir entre un equipo u otro, entre la televisión y el cine.