El Gobierno cubano admite el impacto del cambio climático

Foto: Alejandro Azcuy (Presidencia de Cuba)

Por Eloy Viera Cañive (El Toque)

HAVANA TIMES – Miguel Díaz-Canel ha pasado más de cincuenta días fuera de Cuba en el último año. El 28 de noviembre de 2023, amplió esta cifra al iniciar una visita a Emiratos Árabes Unidos, la cual se prolongó con su participación en la conferencia mundial de la Organización de Naciones Unidas (ONU) sobre el cambio climático COP28, en Dubái.

Según la ONU, la COP28 constituye una oportunidad crucial para tomar el rumbo adecuado y acelerar las acciones destinadas a abordar la crisis climática, especialmente ante los registros de temperaturas récord a nivel mundial y los fenómenos meteorológicos extremos que afectan a la población del planeta. 

Este año la COP28, planeada desde el 30 de noviembre hasta el 12 de diciembre, está presidida por Sultan al Jaber, ministro de Industria y Tecnología Avanzada de Emiratos Árabes, uno de los 10 mayores productores de petróleo a nivel mundial, y director ejecutivo de ADNOC, la empresa petrolera y gasística estatal de Emiratos Árabes Unidos. Antes del evento, Al Jaber emitió declaraciones que lo sitúan del lado del negacionismo climático.

Cuba y el cambio climático, ¿qué dice el Gobierno sobre el futuro?

Los países que acuden a la COP28 y que integran la Convención Marco de la ONU sobre el cambio climático y el Acuerdo de París exponen su compromiso en términos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero y adaptación al cambio climático en unos informes conocidos como Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC por sus siglas en inglés).

En la primera Contribución Nacionalmente Determinada del Gobierno cubano (2020-2030) se incluyen datos que abordan la situación actual y las proyecciones formuladas por Cuba en relación con el cambio climático. Esta información, a pesar de su relevancia, ha recibido escasa difusión pública. 

El informe plantea que la disponibilidad de agua en el país ha experimentado una reducción superior al 20 % en comparación con el año 1990. El Gobierno reconoce que el patrón de lluvias está experimentando cambios con el aumento de las precipitaciones en el periodo seco, variación que ocurre hace décadas; mientras que las lluvias disminuyen en los considerados “meses húmedos”.

Desde 1960, se ha registrado un notorio incremento en la frecuencia y extensión de las sequías, con daños más significativos en la región oriental de la isla.

El documento pronostica una disminución significativa del potencial hídrico a nivel nacional, regional y local. El impacto del cambio climático en los recursos hídricos se perfila como una de las afectaciones más notables, dada la importancia estratégica del agua para el desarrollo del país, especialmente en el ámbito agrícola. Las investigaciones realizadas indican que los recursos hídricos aprovechables podrían representar tan solo el 60 % de la cantidad actual.

Las investigaciones encargadas por el Gobierno cubano sugieren que el clima en Cuba está evolucionando de un estado tropical húmedo a uno tropical seco, caracterizado por temperaturas promedio superiores a los 30°C, alrededor de 1000 mm de lluvia promedio anual y 70 días con lluvia. Estas condiciones propiciarán el desplazamiento de los paisajes secos desde la región oriental hacia otras áreas del país.

Es previsible que la temperatura continúe en ascenso, especialmente en el periodo más cálido del año, y se incremente hasta en 4.5°C más. 

¿Puede Cuba enfrentar el cambio climático?

Dentro de las medidas propuestas por el Gobierno cubano para enfrentar la situación climática se incluyen varias acciones restrictivas como la prohibición de nuevas construcciones en asentamientos costeros amenazados por inundaciones permanentes y considerados como los más vulnerables. En línea con esto, se busca «reducir la densidad demográfica en las áreas bajas cercanas a la costa».

A pesar de estas medidas justificadas desde la perspectiva «ambiental», se han identificado zonas costeras como áreas de especial importancia para el turismo. En esas zonas se han destruido asentamientos y desplazado a la población local.

Estas decisiones plantean interrogantes sobre la coexistencia de estrategias ambientales y de desarrollo que evidencian la complejidad de conciliar la preservación ambiental con las necesidades económicas y turísticas del Gobierno.

Otra de las medidas que plantea Cuba para enfrentar la crisis hídrica es «asegurar la disponibilidad y uso eficiente del agua como parte del enfrentamiento a la sequía, a partir de la aplicación de tecnologías para el ahorro y la satisfacción de las demandas locales. Elevar la infraestructura hidráulica y su mantenimiento, así como la introducción de acciones para la medición de la eficiencia y productividad del agua».

Sin embargo, en octubre de 2023, Antonio Rodríguez, presidente del estatal Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH) admitió que en ese momento en Cuba «los salideros eran muy perjudiciales». 

El funcionario reconoció que se estaba utilizando «energía y productos químicos sin lograr el resultado necesario, además de ser desmotivadores para las personas, ya que es difícil pedirle a alguien que ahorre agua cuando frente a su hogar hay un salidero que persiste durante días y meses; en el país hay más de 4.000. Llegamos a tener más de 7.600. Solo en La Habana hay más de 2.000 salideros, y llegamos a tener 3.700».

Rodríguez también admitió que el INRH necesita reemplazar entre el 8 % y el 10 % de los equipos de bombeo; y señaló que existe un déficit de equipos adecuados en 89 ubicaciones, cifras que ofrecen una visión limitada de la complejidad de la gestión del suministro de agua en la isla.

Igualmente, en su informe el Gobierno cubano reconoce que «la contribución de Cuba a las emisiones globales de gases de efecto invernadero (GEI) es mínima». Una afirmación que no es muestra de los compromisos cubanos con la reducción de este tipo de emisiones sino del estado de depauperación de la industria y la economía cubana en general.

Muestra de este particular, es que el gobierno reconoce que el 70,5 % de las emisiones totales brutas de GEI, corresponden al sector de la energía y el 20,1% corresponden al sector de la agricultura y ganadería. E, incluso, proponen como medida la reducción para el 2030 de las emisiones de GEI provenientes del sector porcino, uno de los que en el momento de la redacción del informe, más emisiones generaba.

No obstante, desde el 2018 la producción de carne de cerdo en el país ha disminuido en un 90 % y no ha sido gracias a las medidas climáticas del Gobierno cubano.

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