El embudo agrícola

Fernando Ravsberg

Viñales, Cuba - Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 6 mayo — Los burócratas del marabú van perdiendo espacio en los campos, mientras las familias campesinas comienzan a mandar en sus fincas. Las tierras en Cuba están cambiando de manos y el efecto es inmediato, la producción de alimentos crece.

No hay más herramientas de las que había antes, sigue escaseando el alambrado, los fertilizantes hay que comprarlos en el mercado negro y los pesticidas otro tanto. Y a pesar de todo, los campesinos me aseguran que la producción crece.

En una cooperativa en Punta Brava me dicen que en 1 año duplicaron las cosechas. El secreto fue entregar las tierras ociosas a nuevos campesinos, pagar mejores precios y darle más libertad a los productores para decidir qué siembran y dónde.

En el Cotorro fui a una “Granja Estatal” que revirtió su improductividad gracias a que repartió las tierras. El “gigante de pies de barro” se dividió en fincas convirtiendo a sus obreros agrícolas en campesinos que multiplicaron cosechas e ingresos.

Juan Reyes me cuenta que “no deja de ser una tierra estatal pero ahora la sentimos como nuestra”. Antes ganaba US$250 mensuales y en 6 meses que lleva con su finca “ya pagué el préstamo que me dieron para empezar y tengo a mi favor US$7000”.

Su ganancia depende del aprovechamiento de la tierra y en eso es estricto, “el tractor lo alquilamos a la empresa, pero lo usamos lo menos posible para ahorrar”. Juan tiene sembrados 3 productos en el mismo pedazo de tierra, “donde quepa una mata hay que ponerla”, nos dice.

Le faltan fertilizantes pero tiene criaderos de lombrices para mejorar la calidad de sus tierras, trabajan en familia y mientras siembran construyen su casa. Las decisiones están pasando a manos de los que trabajan y los resultados están a la vista.

“No digo que estos dirigentes sean malos, es que no saben”, me comenta un amigo mío que trabaja en otra cooperativa. Hace poco en una reunión les orientaron a que ahorraran utilizando palos vivos más pequeños para las cercas.

El campo cubano - foto: Caridad

Los campesinos se miraron y se sonrieron sin decir palabra. “Es que hay que conocer bien poco del campo para no saber que los postes se siembran más largos porque de lo contrario la vaca se come los brotes y el palo se pudre”, me explica el guajiro.

La reforma agraria está pasando la tenencia de la tierra de las manos del Estado a las del campesino, eso es muy bueno pero no será suficiente. También deben soltar las manos del hombre que trabaja la tierra y dejar de ordenarle absurdos.

Mucho más útil serían los dirigentes locales si en vez de ocuparse de reducir en 20 cm. el palo de la cerca, se dedicaran a buscar semillas, fertilizantes, insecticidas, herramientas o alambre. Y sobre todo si garantizaran un buen sistema de distribución.

Porque lo cierto es que el crecimiento de la producción agrícola deja en evidencia la ineficacia de los mecanismos de comercialización, por culpa de los cuales se pierden cosechas al borde del camino o se destruyen parte de los alimentos tras realizar 11 traslados entre el campesino y el consumidor.

Hablando con un funcionario ligado a la agricultura le pregunté sobre las cosechas perdidas por falta de transporte y me respondió que “estamos orientando a los campesinos a que las aseguren para que puedan cobrar de todas formas”.

Esas son las soluciones de los burócratas pero no son las que necesita el país. A la población le hace falta que se produzca más, que esas cosechas se recojan integras de los campos y que finalmente se comercialice con rapidez, acortando la distancia entre el productor y el consumidor.

Las autoridades han dado un primer paso transformando la tenencia de la tierra, pero necesitan también cambiar el sistema de comercialización. De lo contrario, todo el esfuerzo de los hombres del campo nunca se reflejará en la mesa de los cubanos.

Publicado con la autorización de BBC Mundo.