El deporte cubano en 2016: recuperación con preocupación

Por Ronal Quiñones

Arlen Lopez, medalla de oro. Foto: tvn-2.com
Arlen Lopez, medalla de oro. Foto: tvn-2.com

HAVANA TIMES — El año 2016 mostró la recuperación paulatina del deporte cubano, pero también la preocupación creciente por la imparable fuga de talentos que sigue minando la posibilidad de una estabilidad en la elite deportiva mundial.

La recuperación, comparando lo sucedido en el ciclo olímpico anterior, se vivió gracias, en buena medida, a una mayor apertura en cuanto a los temas económicos, que permitió a disciplinas como el boxeo, la lucha y el atletismo mantener a sus principales figuras durante casi todo el cuatrienio.

En Río de Janeiro-2016 Cuba no superó la actuación de Londres-2012, pues aunque en ambas citas se obtuvieron cinco medallas de oro, en la Ciudad Maravillosa la cosecha permitió a la Mayor de las Antillas ubicarse en el lugar 18, por debajo del 16, rubricado en la capital del Reino Unido, pero para el panorama que se pinta no se considera una mala actuación.

Un gran peso en este resultado tuvo precisamente el boxeo, gracias a los oros de Robeisy Ramírez (56 kilogramos), Arlen López (75) y Julio César La Cruz (81), además de los bronces de Johannys Argilagos (49), Erislandy Savón (91) y Lázaro Álvarez (60), aunque de este último se esperaba más por su condición de triple campeón mundial.

Los premios en metálico cosechados en las más recientes Series Mundiales mucho tuvieron que ver para mantener el interés y la motivación de los púgiles de seguir representando a Cuba a nivel internacional.

Algo similar puede decirse de la lucha y el atletismo, pues en la primera de estas disciplinas comenzaron a aplicarse las contrataciones en clubes de Alemania y la India, y en la segunda se mantuvo la asistencia a los principales mítines del mundo, que dejan dividendos económicos para los ocupantes de las primeras plazas.

Yarelis Barrios perdió su medalla de plata de Beijing 2008 por doping.
Yarelis Barrios perdió su medalla de plata de Beijing 2008 por doping.

Las autoridades cubanas expresaron públicamente que se trata de un buen año en el ámbito deportivo, e incluso hablan de sostenibilidad, seguramente pensando en esos mismos contratos, pero eso está por demostrarse.

No obstante, la preocupación por la pérdida de talentos sigue latente, y afecta, sobre todo, al deporte nacional, el béisbol, que no puede competir con los salarios repartidos en las Grandes Ligas.

Si esto fuera poco, otro fenómeno se sumó a mediados de año, con la encarcelación de casi todos los titulares del seleccionado masculino de voleibol, por participar en un escándalo sexual en Finlandia.

Era el voleibol el único deporte colectivo que ya tenía su pasaporte para estar en Río (a la postre el único que lo consiguió) y con opciones de hacer un buen papel, pero esto dio al traste una vez más con los pronósticos, y ya prácticamente se dice adiós a otra buena generación del deporte de la malla alta en Cuba.

Además, por primera vez en casi dos décadas vuelve a salir la nación caribeña manchada con un problema de dopaje en una competencia importante. Lo más reciente databa de los Juegos Panamericanos de Winnipeg-1999, cuando el saltador de altura Javier Sotomayor y tres pesistas fueron despojados de sus medallas por el uso de sustancias prohibidas.

A pesar de la feroz campaña estatal promovida para intentar probar la inocencia de esos atletas, la mala manipulación de las muestras o la violación de los protocolos antidopaje, nadie los salvó del castigo.

Esta vez aparece Cuba en la lista de países con deportistas dopados tras el reanálisis de las muestras congeladas de la cita estival de Beijing-2008, en los nombres del saltador de triple Wilfredo Martínez y la discóbola Yarelis Barrios.

Martínez no alcanzó medallas en esa justa y ni siquiera compite por Cuba actualmente, pero Barrios, multimedallista mundial, estaba incluso en planes de asistir a Río de Janeiro, lo cual fue un duro golpe para la imagen del deporte cubano.

Por supuesto, ella niega haberse dopado, pero las pruebas son irrevocables, y seguramente perderá el subtítulo alcanzado en esa competición.

Yulieski Gourriel en Houston. Foto: elnuevodiario.com.ni
Yulieski Gourriel en Houston. Foto: elnuevodiario.com.ni

En cuanto al béisbol, el caso más sonado fue el de los hermanos Yuliesky y Lourdes Gourriel, que abandonaron la delegación cubana en febrero en medio de la Serie del Caribe de Béisbol, en Puerto Rico, pero a lo largo del año fueron muchos más los que tomaron ese camino.

Los principales talentos de Cuba, como los jardineros José Adolis García, Lázaro Ramírez y Luis Robert Moirán o los lanzadores Héctor Mendoza y Yennier Cano, decidieron en distintos momentos del año salir del país por una u otra vía, y sumarse a la ya extensa lista de peloteros que toman ese camino en los últimos años.

Los jugosos contratos que se han firmado recientemente, como el del propio Yuliesky de 47,5  millones de dólares por cinco años, son una tentación demasiado grande para muchachos que no podrán aspirar ni a una décima parte de ese monto a lo largo de toda su carrera si permanecen en la Isla.

Todos los federativos cubanos están conscientes de que no pueden competir a nivel económico con las Grandes Ligas, y rezan porque se acabe de firmar un acuerdo que permita a los peloteros cubanos jugar en Estados Unidos sin tener que abandonar la Isla definitivamente, pero eso no acaba de darse.

La paciencia de los jugadores se va agotando, a sabiendas de que la juventud no es eterna y que, mientras más temprano tomen la decisión, mejor será su futuro en el béisbol rentado.

Afortunadamente para Cuba, la sangría no es tan profunda en el resto de los deportes, aunque existen algunos casos.

Lo cierto es que, más allá de los resultados en las grandes competencias, la principal fuente de desvelos para las autoridades cubanas debe ser tratar de conservar el talento existente, porque solamente así se podrá a aspirar a que una islita de 12 millones de habitantes vuelva a ser considerada una potencia deportiva mundial.