De rebajas y reventas, empresas y revendedores en Cuba

Alexánder Londres

Foto: Caridad

HAVANA TIMES — Todo comienza con una orden “de arriba”. Después vienen el papeleo y los preparativos nocturnos. Al otro día, desde bien temprano, la algarabía, el despelote, la aglomeración… No es una operación encubierta, es que habrá rebaja.

Cada cierto tiempo, por política que se ajusta a la jurisdicción de los ministerios de Finanzas y Precios, y del Comercio Interior, las dependencias de las Tiendas Recaudadoras de Divisas, y las pertenecientes a la corporación Cimex, acatan la determinación centralizada de disminuir en un por ciento el valor de oferta de ciertos bienes de consumo de acuerdo con las conveniencias económicas y otros factores de índole comercial (estancamiento, fecha de caducidad, etc).

Generalmente, cuando la reducción de precios es en el área de la canasta básica alimenticia, artículos del hogar, o de aseo -los renglones más demandados por la familia cubana-, es el momento oportuno para que los hípercriticados y desdeñados revendedores entren en acción, abarroten los comercios, armen el jaleo y el bullicio en colas enormes, y cual depredadores, agoten la existencia del producto rebajado, cualquiera que sea.

Suceso que, por lo habitual de su ocurrencia, ya pasa como normal ante la mirada pública. Harto conocido por las autoridades, y que, por momentos, se ha intentado frenar mediante el establecimiento de límites en la cuantía de la compra. Una medida hasta cierto punto contraproducente, pues el súper objetivo de toda unidad comercial es vender, no regular la venta. Pero que, no obstante, teniendo en cuenta las peculiaridades sociales de Cuba, se ha puesto en práctica –para defender las conquistas del país, explican los entendidos-. Acción contra el acaparamiento –otro nombre que adopta el hecho-, que, a decir verdad, pocas veces ha surtido el efecto deseado: los revendedores continúan haciendo de las suyas contra viento y marea, entregados en cuerpo y alma al trapicheo y a la ganancia fácil.

En definitiva, con o sin tope en la compra, lo cierto es que prosigue el ajuste de altas cuentas –precios varias veces mayores que los originales-, que al final de la historia y del largo recorrido del producto (productores-distribuidores-comercializadores-tiendas-revendedores) tiene que pagar la población realmente necesitada, la que no se enteró a tiempo de la “depreciación”, o que simplemente no alcanzó a comprar porque la cantidad que sacaron era muy poca.

Una tienda estatal para recaudar divisas. Foto: Caridad

Nadie ha podido aún explicar científicamente cómo, pero los revendedores siempre son los primeros en enterarse de la rebaja. Imagino que deben contar con la red de comunicación más infalible, mejor articulada y actualizada del país. ¿O será que se valen de fugas “accidentales” de información, provocadas por algún “desinteresado” trabajador de la instalación comercial? ¿Quién podría decirlo con exactitud?

“Ha sucedido, incluso -comenta Orlando, dependiente de una tienda-, que los propios revendedores llevan una especie de registro, donde tienen en cuenta el período de tres meses dentro del cual un producto puede ser rebajado, y basándose en esa información, ellos mismos exigen la rebaja.”

Lo que sí es evidente es que estos negociantes callejeros no se detienen, y a propósito, se la ponen bien difícil -aunque también le proporcionan amplio contenido de trabajo- al “aguerrido y virtuoso” cuerpo de inspectores integrales con que se cuenta, logrando en la mayoría de los casos, evadirlos magistralmente–o sobornarlos para que miren hacia otro lado-y así dar riendas sueltas a su comercio ilícito, despreocupadamente.

Me pregunto si habrá alguna forma efectiva de ponerle coto a la “lucha” de estos individuos, que, aunque es innegable que ponen empeño y dedicación en lo que hacen, tampoco puede negarse que no es la más cándida o sana de las formas de ganarse la vida.

Por otra parte, y teniendo en cuenta que los índices de desempleo que se manejan en Cuba son tan discretos, resultaría curioso saber cuál categoría de empleo les corresponde a estos ¿trabajadores? que operan sin un adecuado estatus legal. ¿Son empleados no estatales del sector no privado? ¿O figuran como desempleados?

Sería interesante, además, que en el próximo censo de población se aplicara algún instrumento para conocer, lo más cercano a la realidad posible, la cifra y el por ciento que representan en las ciudades esa gran cantidad de luchadoras y luchadores del mundo de las reventas, que pululan por las calles, vendiendo de todo.Y así, proceder luego a cuantificar los beneficios que a nivel social reciben esos populares personajes, que, dicho sea, de paso, son los mismos a los que tienen derecho los profesionales, los obreros y el pueblo trabajador que aporta honradamente a la sostenibilidad y al desarrollo socioeconómico de esta isla.

Tal vez, de esa manera, dato en mano, podría compelerse a las autoridades (in)competentes, a tomar mayores cartas en el asunto -como acto más contundente de protección al consumidor, si se quiere- siempre en defensa de esos otros cubanos, la mayoría, sin duda, que sin exprimirles los bolsillos a los demás, también buscan y encuentran formas alternativas para seguir adelante, en lucha cotidiana por la subsistencia.

8 thoughts on “De rebajas y reventas, empresas y revendedores en Cuba

  • Cuando las casas, los autos y las motos no se podían vender porque era ilegal, un entramado como este existía, refiriéndome a la corrupción, después de esto, el negocio se les acabo a muchos, lo que quiero decir con esto es que el problema no esta en este intermediario que se entera de manera mágica, o de los dependientes que compran todos los productos rebajados ellos mismos, esta en que el gobierno para proveer aveces cosas tan simples como pañales desechables, si, es cierto que al final hay gente que se beneficia y otras que se perjudican, pero es que tampoco las rebajas se hacen a nivel nacional, se hacen en par de tiendas, o sea, que al final no todos se benefician, entonces esta el revendedor que si, lo lleva mas caro a la otra esquina de la ciudad o directamente al lado del establecimiento por una necesidad real. Entonces, es malo que existan los revendedores ? así se les dice en Cuba con estos pequeños productos, en otros países es simplemente un distribuidor mayorista, que tampoco puede subir tanto los precios porque sino la competencia se lo come, nada, que al final el planeta independiente Cuba no funciona por cualquiera de los binoculares que se le vea.

  • la mayoria son amas de casa, esos son los revendedores casi en su totalidad, sus informantes son los administradores y demas empleados de las TRD.

  • Hace poco pase por un kiosco que está cerca de mi casa, descubrí que habían rebajado latas de sardina porque estaban cercanas a la fecha de vencimiento, decidí hacer la pequeña cola que enseguida fue creciendo hasta hacerse inmensa, una mujer que iba delante de mí se llevó todas las cajas que habían y nos dejó todos sin sardinas, algunas personas se quejaron pero nada va más allá de una protesta que a nadie Importa, porque la señora está luchando, y el prójimo que se fastidie.
    Supongo que lo único que calmara algún día estos hechos es que siempre hallan productos al alcance de todos y a precios módicos.

  • Hemos vivido tan aislados que nos imaginamos el capitalismo de una forma que no es.
    Digo esto porque el autor parece creer que restringir la cantidad que se puede comprar en una rebaja es un pecado capital….ismo.
    Pues yo lo veo muy a menudo. Casi siempre compro en un supermercado de una cadena conocida por hacer unas rebajas gigantesca. jejeje y las TV la pasan en grande filmando la molotera.
    Bueno, pues cuando hacen esas rebajas restringen la cantidad de producto sin ningún problema y nadie se pone a decir que el pais se ha vuelto comunista.

  • Pero todo esto se soluciona muy fácilmente: yendo al ejemplo de las latas de sardinas… Si siempre hay latas de sardinas a la venta en la tienda, nadie se va a preocupar por correr a comprar latas de sardinas ni por acaparar latas de sardinas.

  • 58 años de absurdo cotidiano, total ausencia al sentido comun. Ese es el legado de la revolucion castrista, es la viva demostracion que el socialismo jamas sera una alternativa a la democracia liberal capitalista.

  • Jose, puedes decirno en cual capitalimo vives? Pues desde que sali de Cuba jamas he visto una cola para comprar nada y mucho menos en un supermercado, a no ser en las cajas para pagar.

  • Señores: estoy convencido de que eso forma parte del surrealismo tropical, que incluye la actitud general de desidia permisiva del gobierno ante esas irregularidades.
    Lo digo porque evitar el acaparamiento y la especulación es bastante sencillo, aunque algo laborioso, aguas abajo: decomisar TODA la mercancía destinada a la reventa que se haya ubicado previamente, mediante una discreta operación coordinada, y esperar a ver qué pasa. Si vuelven a surtirse los “puntos de venta”: otro decomiso masivo; y así subversivam…, digo, sucesivamente. No hay “capital operativo” que resista eso. Los especuladores irían a la ruina, o al menos a la imposibilidad técnica de seguir en el negocio.
    Todo esto en el supuesto de que al gobierno le interesara acabar con la especulación que atenta contra el ciudadano común. Ergo: no le interesa.
    Y no venga alguien a sacar que eso atentaría contra los derechos de los “comerciantes”, que si sería ilegal o arbitrario, etc., porque ya sabemos que peores cosas se han hecho y no pasa nada.
    Ese fenómeno forma parte del “rejuego” consuetudinario de este país y no creo que las autoridades estén dispuestas a meter ruido en el sistema que, diseñado a propósito o no, se ha instalado en la realidad.

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