De cocinar para niños pobres en Managua a cocinera en Miami

Karelia de la Vega tiene cuatro meses de estar en EE.UU. LA PRENSA

También conocida como Lady la Vulgaraza, esta joven huyó de Nicaragua a Costa Rica y luego emprendió el viaje a EE. UU, donde trata de reconstruir su vida, ayudar a su familia y seguir con sus denuncias contra la dictadura Ortega Murillo

Por La Prensa

HAVANA TIMES – Alejada de su humilde casa de la comarca Pochocuape, en Managua, donde había improvisado un pequeño comedor para regalar comida a más de 150 niños pobres y que tuvo que cerrar por la persecución del régimen orteguista, Karelia de la Vega, mejor conocida como Lady la Vulgaraza, actualmente trabaja como cocinera en el restaurante de un hotel en Miami, en Estados Unidos, país al que llegó a pedir asilo después de una larga travesía.

En los cuatro meses que tiene de estar en Miami ha conseguido dos trabajos, el primero fue temporal como ayudante de cocina porque solo trabajó nueve días porque se le dificultaba movilizarse hasta el restaurante que quedaba a cuatro horas de viaje desde donde vivía. El segundo y actual, al que llegó por recomendación de una nicaragüense radicada en EE. UU. desde hace 20 años, quien sin conocerla le dijo que la apoya desde que participaba en las protestas contra la dictadura en Nicaragua.

Para Karelia, esta mujer fue un ángel en su camino, según cuenta a LA PRENSA. “La señora me metió a una agencia que me ayudó a conseguir el trabajo. Me acuerdo que en diciembre pasado fui al hotel donde estoy trabajando y en ese momento me dijeron ‘ahorita no tenemos nada, lo único que te podemos ofrecer es de lavaplatos’. Y le dije: ‘Sí, está bien, aquí me quedo, para mí no hay problema porque todo trabajo es honrado’, sin imaginar que semanas después me cruzarían a la cocina”.

En la cocina del hotel aprendió a preparar platos mexicanos, platos argentinos, entre otros. “Aquí estamos echándole ganas, tengo tres meses de estar en el restaurante del hotel”. Su día a día empieza a las 5:30 de la mañana, a esa hora se levanta para irse a trabajar y regresa a las 4:30 de la tarde a su casa.

Adaptarse: una lucha diaria

En Managua, Karelia con mucho dolor dejó a su mamá, a sus cuatro hermanos —dos mujeres y dos varones—, a sus amistades, vecinos y sobre todo a los niños a quienes recibía todos los días en su humilde casa para compartir un plato de comida que con mucho sacrificio conseguía.

Con 29 años actualmente, De la Vega trabaja 40 horas semanales y descansa dos días a la semana y a pesar de que siente que la decisión de migrar a EE. UU. fue la mejor para ella y su familia, lucha diario para poder adaptarse.

Karelia de la Vega había improvisado un pequeño comedor en su vivienda en la comarca Pochocuape. LA PRENSA

“Me siento muy alegre porque estoy ayudando a mi mamá, a mi familia, ese era uno de los planes desde que salí de mi casa, aparte de huir de la persecución y el hostigamiento del régimen y de sus simpatizantes. Ha sido muy difícil estar lejos de mi familia, de mi mamá, que es la única persona a la que amo en mi vida. A veces entro en momentos de depresión, siento que no puedo, me siento sola, perdida, es un sentimiento feo que a veces pierdo el ánimo porque me da mucha nostalgia estar lejos de mi familia. Ya son 10 meses los que tengo de estar fuera de mi casa”, expresa.

Karelia comenta que en la ciudad donde se encuentra la gente habla español porque hay bastantes comunidades latinas y que a pesar de que no ha tenido problema para comunicarse, está estudiando inglés. “Gracias a Dios ya estoy aprendiendo a hablar inglés, estoy estudiando para poder tener esa herramienta que me pueda servir para otro trabajo con personas estadounidenses”, afirma.

Su activismo sigue en pie

Karelia se mantiene bien informada de las noticias de Nicaragua, “a la vanguardia de lo que pasa en mi país, de lo que vive mi gente”. Su activismo como mujer transgénero y opositora a la dictadura orteguista, que mantiene sumergida a la nación en una crisis sociopolítica y violación de derechos humanos que el próximo 18 de abril cumple cinco años, sigue en pie.

“Yo sigo demandando, a través de mis plataformas, justicia por los crímenes de lesa humanidad que cometió el régimen y sobre todo en esta fecha que se conmemoran cinco años de la represión que ejecutó la tiranía contra el pueblo y que dejó más de 300 asesinados, esos jóvenes a los que les arrebataron la vida”, sostiene.

Karelia de la Vega vivió un tiempo en Costa Rica, donde participaba en marchas y actividades de exiliados. Foto: cortesía, Houston Castillo

También menciona que “sigo demandando la libertad de los más de 30 presos políticos que aún están en la cárcel, también la liberación de monseñor Rolando Álvarez que fue condenado a más de 26 años de cárcel”.

En esa misma línea, sostiene que sigue apoyando el llamado de la comunidad LGBTI de Nicaragua de que “ya no queremos más asesinatos de chicas trans por crímenes de odio, hago el llamado a la comunidad LGBTI a que hay que perder el miedo, hay que romper el silencio y hay que seguir denunciando los crímenes de odio como consecuencia del machismo, y sobre todo que existan leyes en Nicaragua que respeten y protejan la integridad física y psicológica de nuestra comunidad. En los últimos tres meses hemos vistos casos de chicas trans asesinadas y que no hay personas pagando por esos crímenes”.

Considera que no hay que dejar de concienciar a los nicaragüenses de que “nosotras tenemos derechos”.

Lady la Vulgaraza, su personaje, se hizo popular desde 2017 en las redes sociales al compartir videos satíricos, pero fue a partir de abril de 2018 que decidió cambiar el contenido, usando su popularidad para denunciar las arbitrariedades cometidas por la dictadura. Su posición política le ha costado persecución, asedio, agresión y exilio.

Su sueño, comprar una propiedad para un comedor

Karelia apunta que el cierre del comedor infantil ocurrió en diciembre pasado como consecuencia del hostigamiento y la amenaza de que oficiales de la Policía irrumpieran en su vivienda.

“La Policía, aunque yo no estaba, quería entrar a mi casa. Decidí decirle a mi mamá que ya no siguiéramos con el comedor, nos duele muchísimo haber dejado las obras sociales que teníamos con los niños”, menciona.

A pesar del cierre del comedor, Karelia no ha cambiado sus principios e ideales: “Mi sueños, mis metas, propósitos, aún no cambian, sigo con esa idea de poder comprar un terreno y poder ayudar a los niños. Con estudios, con útiles escolares, tener ese lugar lleno de amor y cariño para los niños y niñas que muchos enfrentan una pobreza muy extrema, mis ideales no los cambio, los sigo al pie de la letra”.

Su entrega y amor por ayudar a los niños de su comunidad nació a raíz de las dificultades que ella vivió en su infancia. “Mi mamá era vendedora de dulces tradicionales nicaragüenses como cajeta de coco, coyolito y otras; y a veces mi pobre madre no vendía y cuando llegábamos del colegio a la casa, mis hermanos y yo no teníamos un plato de comida, nos acostábamos sin comer y desde muy pequeña le he pedido a Dios que me dé fortaleza para ayudar a los más necesitados”, refiere.

Su travesía

Karelia emprendió su travesía hacia Estados Unidos por la necesidad de buscar oportunidades de subsistencia. El viaje lo hizo por tierra y Nicaragua fue el primer país que debió cruzar en la ruta hacia el norte, debido a que en primera instancia, en junio del 2022, se vio obligada a buscar refugio en Costa Rica.

Llegar al territorio estadounidense no fue nada fácil para Karelia. Dice que por su identidad de género como mujer trans y por ser una activista crítica al régimen orteguista, durante la travesía que duró más de 15 días sufrió acoso, burlas, e insultos por parte de simpatizantes del orteguismo, que a pesar que venían huyendo como ella fueron indiferentes.

Karelia se entregó en la frontera de México con Estados Unidos el 1 de diciembre de 2022 donde la tuvieron retenida por cuatro días y después la liberaron. Llegó a Miami el 11 de diciembre, donde está iniciando su nueva vida.

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