Cuidado con promover la lectura, que vas a prisión

Yasmín S. Portales Machado*

Alan Story at the Cuba Book Fair.
Alan Story at the Cuba Book Fair.

HAVANA TIMES — Hoy la Feria Internacional del Libro, Cuba 2013, cerró su jornada matutina con la conferencia “Las contradicciones del copyright: algunos elementos esenciales para el Sur global”, impartida por el británico Alan Story. La presentación fue parte del Encuentro de Editores y Traductores Literarios, cita habitual de la Feria.

Al mismo tiempo, es clara la continuidad entre este tema y los intercambios organizados por la Agencia Literaria Latinoamericana en el Salón Profesional del Libro, donde se debatió con calor la opción del libro digital y los retos que implica para la promoción del libro cubano y la práctica de la lectura.

Alan Story, es profesor de Legislación sobre Propiedad Intelectual en la Kent LawSchool. Su tema de investigación central es la propiedad intelectual, en especial los acercamientos críticos a las leyes de patentes y derecho de autor.

Se ocupa también de los conflictos que genera la legislación de Copyright en el Sur globalizado, tema al que dedicó el libro Un Manual alternativo sobre las leyes nacionales y normativas internacionales sobre el derecho de autor en el Sur global: dieciocho preguntas y respuestas.

La conferencia se desarrolló a partir del análisis de varios casos de reclamos por la violación de los derechos de autor. Compartió cinco historias: la de una tiendecita junto a la sede de la Universidad de Nueva Delhi demandada por fotocopiar los libros de texto; la del profesor universitario Horacio Potel, que casi pasa seis años de cárcel por poner on line textos de Nietzsche, Derrida y otros filósofos para que sus estudiantes de Filosofía pudieran estudiar; el de la familia de Bob Marley, que demandó el control sobre las ganancias de su música, pero una corte de Nueva York dictaminó que hasta 2031 todo lo que generen sus creaciones corresponde a Universal Music; el de la Organización Mundial de Propiedad Intelectual, que se opone a que los libros en formato Braille o de audio tengan descuentos y puedan ser compartidos por diversos países, lo que impide la alfabetización de ciegos y débiles visuales; y la de Richard O´wyer, quien tenía un sitio web de promoción de filmes basado en el Reino Unido, pero fue arrestado en una acción conjunta de la policía británica y norteamericana, porque sus acciones son delitos en Estados Unidos.

En la medida que exponía estos casos de demandas legales, por la violación de derechos de autor o la disputa sobre la titularidad de las ganancias, Alan Story introdujo elementos críticos sobre la naturaleza actual del sistema de leyes sobre la propiedad intelectual. En especial, llamó la atención sobre las acciones extraterritoriales de Estados Unidos. Esto fue sorprendente pues generalmente, se cree que esos métodos se limitan a asuntos de petróleo o gobernantes incómodos.

Para la mayoría de los lectores de Cuba, muchos libros novedosos, en las ciencias, el ensayo o la ficción, solo son accesibles por las editoriales extranjeras que asisten a la Feria Internacional del Libro o las librerías que venden en divisas.

Las conclusiones fueron claras: las asociaciones de editores (las empresas que lucran con el conocimiento) defienden el Derecho de Autor porque es un marco legal práctico para el comercio, para convertir en mercancía las obras del intelecto. De ahí, que sea cierto lo que muchas veces intuimos: excepto en casos puntuales como el de JK Rowling o Michael Jackson, decir que el sistema de copyright funciona hoy en beneficio de los autores es como decir que el sistema salarial fue creado en beneficio del proletariado.

Por razones de tiempo, no pudo debatirse la presentación, pero Alan Story estará en el Salón Profesional del Libro mañana a partir de las 2 pm, para una sesión de preguntas y respuestas.

Dice un cubano

Entrevistado sobre este tema en exclusiva para Cubaliteraria, el ensayista Rinaldo Acosta accedió a compartir sus impresiones sobre las tesis de Story.

La Ley del Derecho de Autor está en la base de todos los problemas de promoción de la lectura. Especialmente en un país como Cuba, donde el libro es un bien social, pero en general en el Sur.

Los casos expuestos en esta conferencia revelan con claridad el doble rasero con que opera la lógica del capital. No importa cómo sea afectada la familia de Bob Marley, pero por una tiendecita de fotocopias en Delhi o una web de descargas para estudio en Buenos Aires, se arma el desastre.

Tales amenazas están avaladas por los tribunales internacionales y dejan a las entidades de la cultura en precaria situación. ¿Cómo vamos a promover la lectura sin ofrecer buenos libros? ¿Sin imprimir y distribuir lo mejor de la literatura contemporánea?

En Cuba estamos impedidos de distribuir a Harry Potter, El Señor de los Anillos o Crepúsculo,  por los derechos de autor. Esos fenómenos, que han levantado los índices de lectura entre la infancia y adolescencia de todo el mundo no pueden ser aprovechados en nuestro país. Se sabe que el hábito de leer se adquiere, mayormente, en los años formativos; una vez adulto, es muy difícil que te aficiones a él.

Es importante que todos hagamos conciencia de estos asuntos, especialmente los editores. ¿Cómo puedes decir que defiendes la cultura y defender esas leyes hechas para convertir las ideas en mercancía? Repetir que la piratería es mala es hacerse cómplice de estas ideas. Piratas seríamos si Cuba monta un consorcio y distribuye esos libros para todo el continente, si nos hacemos ricos, pero ¿por venderlos dentro de nuestro país subvencionados?

Lectura, costos y hábitos

Uno de los problemas endémicos del mundo editorial cubano es el del pago de los derechos de autor. Generalmente, se editan textos extranjeros con derechos ya libres o cuyos titulares simpatizan con el gobierno de Cuba, ya que el carácter social de nuestras publicaciones apenas da margen de ganancia. El Instituto Cubano del Libro y el Ministerio de Cultura (MINCULT) no han hallado mecanismos que evadan la marcada politización de estos arreglos.

Para la mayoría de los lectores de Cuba, muchos libros novedosos, en las ciencias, el ensayo o la ficción, solo son accesibles por las editoriales extranjeras que asisten a la Feria Internacional del Libro o las librerías que venden en divisas. Durante la fiesta del libro de febrero, muchos expositores venden a precios ínfimos para la norma internacional, mayormente entre 5 y 10 USD, pero es una cantidad prohibitiva en Cuba. Debe recordarse que 5 USD equivalen, aproximadamente, a 120 pesos cubanos, casi la tercera parte de un salario mensual promedio. Ello obliga a muchos aficionados al libro a ahorrar todo el año.

Las asociaciones de editores (las empresas que lucran con el conocimiento) defienden el Derecho de Autor porque es un marco legal práctico para el comercio, para convertir en mercancía las obras del intelecto.

El MINCULT tiene un programa nacional de promoción de la lectura que involucra a numerosos actores del gobierno y la sociedad civil, pero la percepción entre editores y docentes es que la nueva generación no se interesa mucho por las ofertas de las librerías estatales. La generalización de los dispositivos electrónicos, la venta de CD y DVD quemados, y el intercambio gratuito de archivos vía USB, han generado una dinámica paralela de consumo y formación de gustos que aumenta la brecha generacional.

El pasado 17 de febrero, en el Salón Profesional del Libro, el escritor Miguel Mejides llamó la atención sobre lo que llama “el retardo tecnológico del programa de promoción de la lectura”. “No ganaremos la batalla por la nueva generación con libros de papel, sino con libros electrónicos”, aseguró. Pero se sabe que la economía cubana dista de poder ofrecer tabletas y celulares inteligentes a precios asequibles.

Hasta 2012, solo tres entidades cubanas producían aplicaciones de lectura en formato electrónico de modo regular: Cubaliteraria, Citmatel y Cubarte. Pero la marginalidad de sus productos es evidente en la falta de público en las presentaciones de la Feria del Libro. Cubaliteraria se dedica a los sitios web de temas culturales (eventos, instituciones, personalidades) y a los libros para descarga gratuita. El pasado día 16, su director Pablo Rigal anunció que abrirán una colección de libros fantásticos. La editorial confía en poder colarse en el nicho del público que acompaña a los autores del fantástico cubano.

Cubarte mantiene una biblioteca digital de libros libres y produce multimedias de cultura cubana. Aunque sus precios están muy por encima de los de las obras impresas, el MINCULT destina fondos para que se ubiquen ejemplares en bibliotecas y otros espacios sociales. Citmatel produce una amplia gama de discos multimedia y DVD cuyos temas van desde la salud (El libro de mamá) hasta las series de TV infantiles (La sombrilla amarilla).

Hoy mismo, en la Casa del ALBA Cultural, Ruth Casa Editorial (Cuba-Panamá), lanzó una serie de e-books para venta online de diversos géneros, coeditados con sellos cubanos, que incluye a autores como Daniel Chavarría y Fidel Castro en el paquete, se espera que la reacción en su tienda digital sea exitosa.

Está por ver cómo Cuba podrá promover la lectura y mantener a flote su vasta red de gestión, edición, producción y distribución de publicaciones en medio de la “actualización del modelo económico”. Debates como la naturaleza esencialmente capitalista de las leyes de Derecho de Autor son absolutamente pertinentes.

(*) Publicado originalmente por Cubaliteraria

 

2 thoughts on “Cuidado con promover la lectura, que vas a prisión

  • No solamente en Cuba. Leer es un lujo caro. Los libros cuestan mucho. Si yo hubiera comprado todo lo que hemos leido en casa hubieramos gastado ya unos cuantos cientos de dolares quizas miles.
    Pero ahi estan las bibliotecas. Un buen sistema de bibliotecas te resuelve el problema.

  • Sí, el tema de los derechos de propiedad intelectual nos plantea dilemas éticos muy serios. Creo que casi todos coincidimos en la necesidad de todo creador de proteger su patrimonio. Pero, seamos sinceros, ¿cuántas veces la necesidad no nos ha obligado a violentar ese entendimiento, so pena de perdernos de modo irremisible las joyas más selectas del arte y la literatura mundiales? Es entonces cuando, bajito, para nuestro propio consumo, admitimos: ¡soy un pirata!

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