Cubanos arriesgan su salud con la compra de tanques usados
La desesperación llevó a Dayron a adquirir un depósito que sirvió para guardar tinta.
Por Natalia López Moya (14ymedio)
HAVANA TIMES – Restriega con fuerza el interior y va saliendo un líquido anaranjado con un fuerte olor químico. «Me costó más barato porque es reciclado», se ufana Dayron mientras muestra un tanque plástico de color azul que está acondicionando para aumentar las reservas de agua de su hogar, golpeado por la inestabilidad en el suministro que afecta a La Habana. «Antes era para guardar tinta, creo que de esa que se usa para imprimir los periódicos», asegura a 14ymedio.
Las azoteas, balcones, terrazas y pasillos de la ciudad se han ido llenando de estos depósitos que siempre han sido parte del paisaje urbano en la Isla pero que, en los últimos años, se han multiplicado debido a las constantes roturas de las conductoras y los equipos de bombeo. «Me asomó a la ventana y veo tanques por todos lados, hasta en los balcones más estrechos la gente los está poniendo porque saben que este problema es para rato, no hay solución a corto ni mediano plazo», detalla Dayron residente en la calle J entre 19 y 21 en El Vedado.
«Mi vecino tenía antes la terraza llena de helechos, de lo más bonitos, ahora se deshizo de las matas y puso dos tanques de 750 litros cada», detalla el hombre que se sumó a una página de Facebook con el nombre de «Víctimas de agua de La Habana». En esa comunidad virtual cada día se publican decenas de mensajes, la mayoría como gritos desesperados ante las tuberías secas y la falta de respuesta de la empresa estatal. «Estamos en el desierto», asegura un internauta y otro le responde que el monopolio oficial es «un grupo terrorista» que juega con la paciencia del pueblo cubano.
Entre un mensaje y otro, se cuelan anuncios de ventas de tanques. Los hay de más de 1.500 litros, reforzados por una armazón de metal, negros, azules, blancos, con tapas amplias y todos sus herrajes o, más baratos, los que son reciclados y que antes contuvieron aceite vegetal, combustible o tinta de imprenta. Estos últimos son más económicos pero también entrañan riesgos para la salud debido a que eliminar todos su residuos es una tarea compleja y a veces imposible.
«¿Qué voy a hacer?», cuestiona Dayron. «Los que son originalmente para agua me salen entre 30.000 y 35.000 pesos, los de 750 litros. Si es uno de 1.000 litros, ya eso se pone casi a 50.000 pesos», lamenta el habanero. Justo por la mitad de ese precio, logró un depósito usado con anterioridad en la industria poligráfica pero ahora le toca la dura tarea de limpiar su interior y dejarlo «listo lo más rápido posible».
La urgencia podría acelerar el proceso de limpieza y convertir el depósito en el nuevo reservorio para el agua que la familia de Dayron utilizará para bañarse, limpiar la casa, cocinar e incluso beber. «O nos morimos de esto o de sed», sentencia el hombre con resignación. En el grupo de Facebook, que ya supera los 2.500 inscritos, alguien ha publicado un par de anuncios con «tanques buenos, de esos de uso industrial, pero limpiecitos. Seguridad garantizada», subraya. Nadie sabe qué contuvieron pero todos están seguros de a qué se destinarán: a contener ese recurso que tanto escasea en los tubos y las pilas.