Cuba, la antítesis de la soberanía alimentaria
Arroz de Guyana, pasta de Turquía y granos de Portugal, algunos de los productos repartidos en La Habana en el ‘módulo’
HAVANA TIMES – Uno de los conceptos más manoseados por el régimen cubano es el de «soberanía alimentaria». Como si fuera un conjuro y su mera pronunciación bastara para hacer realidad la producción propia en detrimento de las importaciones, la prensa oficial lo repite una y otra vez.
Siempre, eso sí, en modo subjuntivo, en futurible que nunca llega: «Cuba avanza en la implementación del Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional», «Pese a toda adversidad, Cuba trabaja por su soberanía alimentaria», «Soberanía alimentaria y nutricional: una de las claves de la estrategia económica y social de Cuba». En la Isla hay, incluso, una ley, decretada el pasado mayo, para garantizarla.
Los resultados de semejante voluntarismo se ven claramente estos días en La Habana en los productos del llamado módulo, que se venden en las tiendas estatales: arroz de Guyana, pasta de Turquía, granos de Portugal, sardinas enlatadas de Venezuela y –quizá lo más oprobioso, tratándose del antaño producto emblema de Cuba– azúcar de Brasil.
Azúcar, precisamente, y sal faltan estos días en la Isla, lo cual extiende el descontento. Pocos entre la población podrán creer que todos esos planes de beneficiar a los productores locales, los huertos urbanos o el mercado de cercanía son más que cuentos de hadas. Para producir se necesita mucho más que dos palabras.