Cuba: fotorreportaje desde la prehistoria

Por Vicente Morín Aguado

Pinturas precolombinas, Cueva # 1 de Punta del Este, Isla de la Juventud, Cuba.

“Las pinturas rupestres muestran notables afectaciones provocadas por el crecimiento de hongos y algas sobre los pigmentos de los dibujos y la presencia de personas irresponsables que alteran las condiciones naturales del lugar.” (Orfilio Peláez, granma.cu 14/02/2014)

 

 

 

HAVANA TIMES – Los aborígenes cubanos plasmaron en las cavernas su visión del mundo, incluso la impronta de la conquista española, legándonos cientos de pinturas llamadas rupestres. Se trata de dibujos hechos hace más de mil años. Interesantes analogías nos transportan del pasado al presente.

Las víctimas retrataron a sus victimarios, tal y como aparecen los conquistadores a la carga en  este calco tomado del original, pintado por arahuacos agro alfareros, posiblemente tainos, en una de las cuevas pertenecientes a la sierra de Cubitas, provincia de Camagüey. Desde entonces no hemos dejado de cargar en Cuba, cualquier aglomeración de público es un asalto a las múltiples necesidades insatisfechas.

La foto composición parte de una pictografía original de la región de Guara, llanura costera al sur de la provincia  de Mayabeque. Con el corazón abierto, el aborigen de ayer, y el de hoy que somos todos, se lanza a la inevitable carrera con obstáculos que es la vida diaria.

Tal parece que la indignación nos acompaña desde mucho antes de conocer la llamada “civilización” y el socialismo a la cubana. Se trata de otro calco, plasmado por manos indias en la Cueva de Ambrosio, península de Hicacos, paraíso turístico de Varadero.

La caverna suele estar abierta a visitas y contiene más de 40 dibujos precolombinos. En cuanto al uso de imágenes calcadas, es una técnica necesaria, porque con frecuencia el lógico deterioro de los pigmentos, junto a la superficie rocosa que sirvió de “lienzo” dificulta la percepción íntegra de estas manifestaciones artísticas.

La composición fotográfica nos acerca a uno de les escenarios privilegiados del arte rupestre cubano y caribeño, punta del Este, costa sur de la hoy llamada Isla de la Juventud, conocida como Isla de Pinos desde 1519. Solamente en la cueva # 1 el Dr. Antonio Núñez Jiménez clasificó 213 pictogramas, los más complejos y enigmáticos de todo el panorama artístico precolombino en las Antillas.

El mejor ejemplo es la fotografía que se muestra, directamente sobre la roca, del llamado Motivo Central, una significativa elipse que supera el metro de diámetro, formada por 28 círculos concéntricos rojos e igual cantidad de negros. Pueden apreciarse círculos concéntricos menores, semejantes a planetas, en tanto la flecha roja indica al este, es decir, la salida del sol.

Mucho se ha escrito sobre el posible significado de la maravilla pintada en la citada caverna, creada por las olas que horadaron el talón de una terraza marina. En el lugar las excavaciones descubrieron huesos humanos teñidos de rojo, clara señal del culto a los muertos porque el cadáver debió ser desenterrado para volverse a enterrar esta vez pintado, formando un curioso paquete de huesos.

El arqueólogo Dr. Guarch Del Monte determinó el óxido ferroso (limonita) —piedra abundante al norte de la Isla para el rojo, en tanto el carbón vegetal sirvió tratándose del negro. Dataciones de Carbono 14 y de Colágeno residual en las osamentas,  indican entre mil y dos mil años antes del presente.

La flecha se convierte así en el detalle singular del conjunto creado por los primeros artistas cubanos:

¿Qué quisieron entonces decirnos hace tanto tiempo? Quien firma el presente artículo escribió al respecto en 1993: “Sangre, sol, luz, vida. Rojo y negro, nacer y morir. ¿Quiénes somos? ¿De dónde vinimos y hacia dónde vamos? Se trata de una verdadera cosmogonía que tiene en punta del Este su más acabada expresión gráfica…”

La flecha sigue ahí, dos milenios después, indicando esa luz al final del túnel, tan prometida, persistente enigma social  sin descifrar.

Esta exquisita representación de una especie voladora sin identificar nos trae de regreso a las rocas calcáreas de Guara. ¿Ave-murciélago? Los quirópteros constituyen el 20 % de todos los mamíferos, únicos voladores de su case, desperdigados por todo el mundo, excepto las zonas polares.

De los cubanos, he intercambiado con lectores en las antípodas de Nueva Zelanda. Fatalmente carecemos de la ansiada capacidad para volar. Falta por un acuse de recibo desde Groenlandia para  saber si en algo aventajamos a los murciélagos.

La siguiente fotografía nos trae a la actualidad, porque es evidente el intento del artista de crear un retrato, tal vez de sí mismo, pero sin espejo y menos aún lejos del IMO y los móviles, tan populares en la Cuba de hoy. La gran diferencia es que mil años atrás nadie aprovechaba la ocasión para, tras una larga conversación, terminar  pidiendo el “salve”, es decir, una remesa monetaria capaz de suplir la permanente escasez del paraíso socialista.

La foto anterior, así como el calco siguiente, se ubican en la ya citada sierra de Cubitas, cueva de María Teresa. Queda el reto para los lectores en cuanto a los veinte siglos de historia reseñados. La sugerencia es que tal vez el complicado pictograma pudiera sugerirnos un concepto tan complejo— ¿E=mc2?— equivalente a CUBA.

 

 

 

 

Reportes recientes indican que nada significativo ha cambiado en punta del Este, respecto a los factores ambientales y humanos que afectan la conservación de los dibujos rupestres.

FOTOS: Excepto el Collage, tomado del documental Pinero pinero, de  la realizadora Yaima Pardo, las demás pertenecen a la Fundación Antonio Núñez Jiménez para una cultura de la naturaleza.

Bibliografía Mínima:
  • Guarch Del Monte y Rodríguez Cullel: Consideraciones acerca de la morfología y desarrollo de los pictogramas cubanos, en: Cuba Arqueológica # 2. 1980.
  • Morín Aguado: Informe de Investigación, 1993. Resumen publicado en: Síntesis Histórica Municipal. Isla de la Juventud, 2011 (Capítulo I).
  • Núñez Jiménez: Cuba: Dibujos Rupestres, 1975.
Ortiz Fernando: Las Cuatro Culturas Indias de Cuba, 1943.

Vicente Morín Aguado: [email protected]