Cuba: Expectativas del 26 de Julio

Por Patricia Grogg

Monumento a Che Guevara en Santa Clara, sede del acto pare el 26 de julio. Foto: Caridad

HAVANA TIMES, 25 julio (IPS) — El nuevo aniversario del asalto al cuartel Moncada, una de las efemérides más importante de la era revolucionaria en Cuba, sorprende al país entre conjeturas por la eventual reaparición de Fidel Castro en la tribuna y nuevas expectativas respecto de los cambios prometidos hace cuatro años.

En las últimas semanas, el ex presidente de 83 años volvió a la escena pública con varias visitas a instituciones científicas y gubernamentales, que incluyeron un encuentro con embajadores cubanos en la cancillería y una comparecencia en el espacio de televisión Mesa Redonda.

Pero la compleja situación del país ha estado ausente tanto en sus columnas de opinión, como de su plática con los diplomáticos y sus declaraciones televisivas, que estuvieron centradas en temas internacionales como la crisis en Medio Oriente y los riesgos de un eventual ataque militar de Estados Unidos e Israel a Irán.

Sin embargo, el diario oficial Granma reserva desde junio último espacio de primera página a fragmentos de discursos en el que Castro, quien conserva el cargo de primer Secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC), traza pautas sobre asuntos que aún hoy permanecen en discusión.

En unos extractos arremete contra los intermediarios que especulan con los productos agrícolas, en otros, se pregunta «cómo se puede hablar de nivel de la vida trabajando cuatro horas..?, subraya que «el deber número uno del ciudadano es trabajar y producir» y recuerda que el Estado «no puede dar lo que no tiene».

Muchos de los discursos citados datan de los años 60, pero también los hay de décadas posteriores. En la mayoría de los casos apuntados, se trata de asuntos que también han sido mencionados por el presidente de Cuba, su hermano Raúl Castro, quien le sucedió en el cargo tras caer enfermo en julio de 2006.

Tranquilizante para sectores ortodoxos

Para analistas, Granma «tranquiliza» así a sectores más ortodoxos con el rumbo que pudieran tomar las esperadas transformaciones, aún cuando el propio Raúl Castro ha dado seguridades de que fue elegido para «mantener y continuar perfeccionando el socialismo, no para destruirlo».

El retorno de Fidel Castro a la vida pública pocas semanas antes de los festejos del 26 de julio, la inmensa mayoría de los cuales presidió hasta hace cuatro años, llevó de inmediato a conjeturar sobre su eventual asistencia a la conmemoración de este año en la central ciudad de Santa Clara, distante 276 kilómetros de La Habana.

«Yo creo que está en condiciones de asistir y sería un espaldarazo importante a lo que pueda decir Raúl», comentó a IPS un militante del PCC habitualmente bien informado, que pidió no ser identificado. La fuente esgrimió inclusive la hipótesis de que, si la gente congregada en el acto le pide que hable, Fidel Castro aceptaría el reto.

Entre los invitados a los festejos figura el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, quien dos días antes de viajar a La Habana anunció que estaría entre los oradores en la plaza Ernesto Guevara, escenario de la conmemoración, a la cual asistirán, según estimados oficiales unas 100.000 personas.

Ese lugar tiene un simbolismo especial por cuanto allí se guardan los restos del guerrillero argentino-cubano y otros combatientes caídos en Bolivia. Este 26 de julio se cumplirán 57 años del asalto al cuartel Moncada en la oriental ciudad de Santiago de Cuba, una acción armada dirigida por el entonces joven abogado Fidel Castro.

La asonada, en la cual también participó Raúl, el menor de los hermanos Castro, fracasó en términos militares, pero se considera el comienzo de la insurrección que resultó triunfante en enero de 1959 contra la dictadura de Fulgencio Batista. El último «26» encabezado por Fidel Castro fue el de 2006.

Palabras tomadas como una promesa

En julio de 2007, siendo aún presidente interino, Raúl Castro aprovechó la efeméride para reconocer las dificultades y carencias cotidianas de la población cubana de 11,2 millones de personas, descartó soluciones a corto plaza y advirtió que era imprescindible elevar la producción, especialmente de alimentos.

En ese sentido, consideró imperativo hacer producir más la tierra, generalizar experiencias de productores destacados del sector campesino y estimular convenientemente el trabajo que realizan. «Para lograr este objetivo habrá que introducir los cambios estructurales y de conceptos que resulten necesarios», recalcó.

Sus palabras fueron tomadas prácticamente como una promesa de prontas transformaciones en el camino de enderezar la economía. Hasta el momento el gobernante ha dado prioridad a la institucionalización del país y avanzó en planes de ajuste para reducir el gasto fiscal.

En materia de cambios estructurales, un decreto ley de 2008 permitió la entrega hasta el momento, en usufructo, de un millón de hectáreas de tierras ociosas, pero alrededor de la mitad de ellas aún no producen o están insuficientemente explotadas, en buena medida por falta de recursos de los beneficiados.

Según investigadores del tema, el caso de la agricultura es el que mejor grafica que el nudo central del problema es productivo y en ese sentido lo esencial es «desatar» las fuerzas productivas y aplicar «medidas de carácter sistémico», que permitan al productor sentirse dueño de sus decisiones y resultados.

En esa materia, economistas consideran que las medidas hay que adoptarlas con gradualidad como ha anunciado el gobierno, pero sin «tanta cautela», y no pocos esperan que este nuevo aniversario y las sesiones ordinarias del parlamento que le seguirá el 1 de agosto traiga los tan esperados cambios para el despegue.

Esta conmemoración sigue además a la decisión del gobierno de excarcelar a 52 opositores en respuesta a gestiones de la Iglesia Católica, apoyadas por el gobierno de España. Este viernes viajó a Madrid el último grupo de los 20 primeros liberados que aceptó la propuesta de abandonar el país junto a sus familiares.

El proceso de excarcelaciones continuará de forma gradual en un plazo no mayor de cuatro meses. Según medios disidentes, varios presos han rechazado la opción de viajar al extranjero, aunque tampoco sería esa una condición para otorgarles la libertad.