Cuba: cambio climático demanda acción
Por Patricia Grogg
HAVANA TIMES, 29 dic (IPS) — Cuando los delegados a la cumbre climática de México hicieron sus maletas para volver a casa, muchos sabían que el descanso sería breve. Hay tanto pendiente para adoptar una estrategia mundial frente al calentamiento que los plazos se convierten en perentorios, afirma el negociador cubano Orlando Rey.
«El tiempo apremia», dijo en entrevista con IPS Rey, integrante de la delegación de Cuba a la cumbre climática que transcurrió en la mexicana Cancún entre el 29 de noviembre y el 11 de diciembre.
«Nos espera un año muy fuerte de negociaciones hasta llegar a Durban», añadió en referencia a la ciudad sudafricana donde se celebrará la 17 Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 17), a fines de noviembre de 2011.
En entrevista con IPS, Rey admitió que los resultados de Cancún fueron parciales y particularmente débiles en mitigación, es decir en las medidas para reducir la contaminación que está causando el cambio climático. Pero «quedaron abiertas las opciones para continuar trabajando», dijo.
Director de Medio Ambiente del Ministerio de Medio Ambiente, Ciencia y Tecnología, su labor en la delegación diplomática es de carácter técnico y, desde esa responsabilidad, ha participado en muchas negociaciones climáticas.
Desde que se firmó la Convención, en 1992, se celebraron 16 ediciones de la conferencia de las partes y seis en el ámbito del Protocolo de Kyoto, único instrumento vigente para reducir los gases de efecto invernadero.
«Es una larga secuencia de reuniones que no necesariamente darán solución de una vez a la problemática de la Convención», opinó Rey.
Si bien no se acordaron nuevas metas de reducción para un segundo periodo de compromisos del Protocolo de Kyoto, pues el primero expirará en 2012, se ratificó su vigencia. «Es un caso típico de balance entre quienes rechazaban la mera idea de tener un segundo periodo de compromisos (como
Japón) y quienes lo querían ya y ahora», consideró.
El Protocolo obliga a los países industrializados que lo ratificaron (entre los cuales no figura Estados Unidos) a abatir sus emisiones de gases invernadero a un volumen 5,2 por ciento inferior al de 1990.
«No es lo que nosotros queríamos, pero tampoco es lo que deseaba la contraparte, desaparecer toda alusión a un nuevo período de compromiso», comentó.
Por otra parte, los países están fijando sus metas de reducción de gases según mediciones nacionales, mientras los científicos alertan que para evitar posibles situaciones catastróficas habría que abatir en 45 por ciento las emisiones de gases en 2020 respecto de los volúmenes de 1990.
Un informe del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), que circuló en Cancún, señala que los compromisos nacionales inscriptos en el marco del Acuerdo de Copenhague, que emanó de la COP 15 el año pasado, conducirían a un aumento de seis por ciento de las emisiones, en el peor escenario, y a una reducción de 16 por ciento, en el mejor.
«El mejor escenario no es ni la mitad de lo que la ciencia dice que hace falta», advirtió Rey.
Pese a todo, estos encuentros anuales son el único espacio donde la inmensa mayoría de los países en desarrollo pueden exponer sus criterios, dijo.
Se trata de procesos prolongados y demandantes, que pueden llevar a que la negociación se estanque, lo cual tal vez explique por qué muchos países, aun reconociendo debilidades e insuficiencias, apostaron por trabajar desde adentro para mejorar las decisiones que se van adoptando.
«Hay un material para trabajar, y en realidad nunca ha sido sencillo este proceso. Cuando en 1992 se aprobó la Convención ya se sabía que era insuficiente», recalcó Rey. Una reducción ocho veces superior al 5,2 por ciento de Kyoto «tiene por fuerza que ser una negociación muy compleja», añadió.
En «última instancia» es una negociación económica más que ambiental, porque «se está discutiendo cómo se produce y cómo se consume. La propia base del sistema capitalista depende del consumo y el ‘sobreconsumo’», insistió.
En vista de la lentitud mundial, ¿hay posibilidades de que América Latina y el Caribe avancen en acuerdos regionales? Rey cree que existe un movimiento en ese sentido, pero se carece de un marco específico.
«Hay un espacio en lo regional que puede y debe trabajarse para concertar posiciones y favorecer acciones de adaptación. En un entorno global que seguirá avanzando como un dinosaurio, pesadamente, los marcos regionales pueden ser más dinamizadores», dijo.
Para Cuba la prioridad es adaptarse a las nuevas condiciones que crea el cambio climático. «Somos un estado insular, muy expuesto sobre todo a incrementos del nivel del mar y a eventos extremos como huracanes, sequías y lluvias intensas. Tenemos un programa que prevé acciones en todos los sectores de la economía», aseguró.