Crónica de un viaje en ómnibus

By Freyser Martínez  (lahoradecuba.com)

Foto: Freyser Martínez

HAVANA TIMES – En los meses de vacaciones muchas familias cubanas viajan dentro del país. El reencuentro en estos días es común. En mi caso, fui con mi familia a Holguín, a visitar a la familia de mi esposa.

Con todo listo, llegamos a la terminal de ómnibus de Camagüey y, como ya teníamos reservación, pasamos al salón de espera, o sauna, pues la falta de ventiladores lo ha convertido en un espacio para bajar de peso. Para sorpresa nuestra, esperaba por nuestro mismo ómnibus una conocida del barrio, con su abuelo. El señor no iba a viajar, sino que encomendaría a su nieta de doce años a la tripulación.

Al acercarse la hora de salida, el autobús aún no había llegado a la estación. Enseguida, entre los que esperábamos, comenzó la incertidumbre sobre su probable rotura. Finalmente apareció, con media hora de retraso.

El abuelo se acercó a uno de los choferes y le preguntó amablemente su nombre para saber quién sería responsable de la menor. Para sorpresa de él, el conductor reaccionó con tal paranoia que no quiso identificarse. Al ver aquel hombre que más parecía criminal buscado o domador de leones que chofer de un transporte interprovincial, mi esposa y yo nos ofrecimos a velar por la niña y entregarla en las manos de sus familiares en la Ciudad de los Parques.

Iniciamos el trayecto sin percance, pero al deternos en la terminal de Guáimaro, subieron tantos viajeros que se llenó el pasillo del vehículo -como si estuviéramos a bordo de un medio urbano. Algunos usuarios se quejaron, pero los choferes no se inmutaron, enfocados como estaban en lo que los cubanos conocemos como “la lucha”, en este caso, montar a todo el que les hiciera seña con un billete en la mano.

Hubiera podido ser tolerable, hasta cierto punto, tener a una persona pegada al asiento, pensando en que puede ser uno mismo el que otro día esté tirado en la carretera.

Pero el vaso se desbordó cuando montaron unos hombres completamente ebrios, y que continuaron bebiendo durante todo el trayecto. Los pasajeros “originales” tuvimos que soportar el aliento etílico y los vaivenes en el pasillo de los nuevos viajeros, que además tenían muy mal aspecto.

En la terminal de Las Tunas, los estrictos pilotos dejaron botados a una madre con su hija de cuatro años y a tres clientes más que habían ido al baño. Al parecer, el olvido lo provocó el apuro por salir y recoger primero personas fuera de la terminal, no fuera que otros se les adelantaran.

Finalmente, logramos llegar a nuestro destino. Espero que algún día no lejano, viajar en ómnibus sea una experiencia totalmente gratificante para el cubano común, a la altura del gasto que hace y del confort y atención con que merece ser tratado.

One thought on “Crónica de un viaje en ómnibus

  • Es que “la lucha” está presente en la vida del cubano, no importa a quien dañes, o perjudiques. Lo que sea. Realmente no sé hasta cuando los llamados ”recursos del estado puestos en manos del pueblo” sean recursos puestos en manos inescrupulosas en detrimento del pueblo y del propio estado. Atacar todos estos males sociales le compete al estado, para ello existen las leyes…

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