Conversando en la cola (fila) cubana

Por Carlos Pereyra (Progreso Semanal)

Foto: Progreso Semanal

HAVANA TIMES – Para los cubanos, el triángulo de las Bermudas más que un punto geográfico es una situación muy vívida. El Bloqueo, los problemas estructurales del sistema económico que seguimos arrastrando y la pandemia, lo conforman. Y todo está en la cola.

“La mesa empieza en la cola, si no la hago… ¿qué comemos?”. Así me argumenta, un jubilado de 82 años, mientras hace la fila que conduce a este comercio. Él lleva mascarilla y trata de guardar distancia, arte difícil porque “si no me muevo se me amontonan algunos”.

En realidad, la mesa familiar comienza en la cola, “no en la libreta de abastecimiento, que en tiempos normales tampoco alcanzaba para más de diez días”, añade.

Comida, economía, abastecimiento: primera “pata” del triángulo que a cada rato lo lleva a salir a la calle retando a la Covid-19. Él pertenece al grupo etario más vulnerable a la pandemia. Pero no tiene otra solución: su esposa tiene la misma edad que él, su hija, divorciada, está empleada en una empresa estatal. “Me la tengo que jugar”, afirma. ¿Jugar contra quién?, pregunta que se cae de la mata. Tiene miedo entendible de contraer la pandemia.

Cada día los datos sobre el comportamiento de la Covid-19 en nuestro país revelan que ha tomado fuerza, especialmente en la capital. Abril fue el peor mes desde los primeros casos en marzo de 2020, con un promedio de mil positivos por día.

“O me arriesgo o mi mujer, mi hija y yo pasamos hambre”, así de simple, resume el drama. Por eso está aquí en la cola (fila) de un comercio que vende en Pesos Cubanos. Pero hace una semana “la hice para comprar en la Época” — tienda que solo vende en dólares u otras monedas fuertes–, me dice. Un familiar le envió dinero desde Estados Unidos y cuando a las 6 de la mañana llegó a marcar en la cola, “aquello era una manifestación…dijeron que había carne de res, queso, aceite y más cosas”. Pero a las 2 de la tarde se fue porque aquello no tenía fin. “Había gente que dicen que estaba  allí desde las 5 de la madrugada, ¿cómo es posible si desde las 9 de la noche hasta las 5 está prohibido andar por la calle?”

Pregunta válida. En las redes han aparecido memes con personas escondidas en los árboles. La realidad del underground cubano es más creativo ensanchando “negocios”. No es un secreto que en las zonas donde hay tiendas en moneda dura, la economía soterrada ha encontrado nuevos espacios: por pasar la noche en las escaleras de algunos edificios se cobra 15 pesos y si es en la azotea, 30.

Le comento a Octavio que se encoge de hombros. Nada lo sorprende. Él, que se cuida por la Covid-19, tiene otra preocupación que me confesó al comienzo de la conversación: Tiene 82 años, solo padece de la presión que la tiene controlada y para el proceso de intervención con los candidatos vacunales que comienza en estos días de mayo, no lo han incluido “precisamente por la edad”.

Tendrá que seguir jugándosela a ese enemigo que no tiene rostro. El hambre es la otra alternativa. Al menos parece que por hoy está ganando la partida. Ya le toca el turno para entrar en la tienda. “Voy a comprar pollo y algo más que pueda”. “Cuídese y suerte”, le respondo.

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