Comprometidos en la lucha por la no violencia contra la mujer

Irina Echarry

HAVANA TIMES — Cuatro hombres se reunieron en el espacio Mirar desde la sospecha el 8 de noviembre para hablarnos de su aporte a la lucha por la erradicación de la violencia contra la mujer: Julio César González Pagés investigador y coordinador de la de la Red Iberoamericana y Africana de Masculinidades, y los realizadores Víctor Alfonso, Alejandro Gil y Ernesto Pérez Zambrano.

Un panel que, según sus coordinadoras, fue difícil de conformar pues hay pocos hombres que, desde la cultura, se dediquen de manera puntual o sistemática a abordar este tema.

Cada uno habló de sus motivaciones para incorporarse a la batalla por suprimir la violencia contra la mujer, lo que hace falta para que aumente el compromiso desde los jóvenes realizadores, y sobre las limitaciones que enfrentan.

Una de las inquietudes del encuentro fue cómo hacer llegar a la mayor cantidad de personas un producto cultural con un mensaje positivo, no violento, y que a la vez sea ameno y de calidad desde el punto de vista formal.

Julio César, quien decidió cerrar la Tercera Jornada de Masculinidades uniendo su voz en este espacio para, desde una mirada aguda, hablar sobre la importancia de la producción artística y cultural en la formación del imaginario social, abogó por un activismo más constante que permita acercar a la gente al problema.

La violencia en los medios genera violencia social. Recordó que: “para promover nuevas formas también tiene que haber una voluntad política (…) Dentro de los productos culturales cubanos tenemos la imagen del hombre triunfador, la mayoría de los videos clip están saturados de hombres fuertes, llenos de cadenas de oro, de móviles y, desgraciadamente, eso después se refleja en la actitud de todos los grupos sociales, no solamente poblaciones vulnerables sino en la universidad. Muchas veces los estudiantes de la universidad tienen actitudes, modas muy parecidas a estos videos clip, por eso yo creo que cambiar la actitud de los artistas y hacer otro tipo de productos también tiene que pasar por las voluntades políticas de promoverlos”.

Víctor Alfonso, joven cienfueguero y realizador del animado ‘Lavando calzoncillos’, también piensa que son muy pocos los hombres que desde la cultura se preocupan por abordar el tema de la violencia contra la mujer, para él está claro que: Si lo que se quiere es que el mensaje llegue a la mayor cantidad de público, debes entretener ese público, porque puede que inviertas cierta cantidad de dinero en un mensaje y al final nadie lo vea, entonces tu causa se queda en el aire y podemos tener un debate aquí y afuera lo que está pasando es otra cosa”.

Pérez Zambrano, realizador del documental Grandes Ligas, comentó que “nosotros como hombres y como artistas tenemos la posibilidad de usar nuestras voces para abordar estas temáticas primero que todo porque somos ciudadanos, somos artistas que tenemos una responsabilidad pública. (…) es una actitud política también de dialogar con el resto de la ciudadanía, compartir, de acompañar esas inquietudes desde nuestros saberes como artistas, desde nuestra manera de expresarnos como artistas. Hay una historia de (…) hombres, de intelectuales, de ciudadanos del mundo, de gente con ideas muy alante que históricamente han estado acompañando las luchas de los movimientos feministas y movimientos de mujeres”.

Alejandro Gil reconoce que una limitación a la hora de realizar un producto es el financiamiento, de dónde proviene y cuáles son las condiciones, pero le da mucha importancia a la responsabilidad personal que tiene el artista para tratar de hacer un trabajo: “que mueva ideas renovadoras, ideas importantes, interesantes, que movilicen el pensamiento, que sean resultado de una investigación. Yo no puedo concebir que tú me convoques a este tipo de trabajo y que yo no me acerque a los estudiosos del tema”. Gil, realizador del video clip El revólver (tema de Gerardo Alfonso) cree que solo desde el conocimiento “el creador puede entablar un diálogo con la autoridad, con la política editorial de cualquier institución que pueda tener la posibilidad de dar dinero para un proyecto”.

En el debate surgió un tema cardinal: la censura. ¿Hasta dónde un producto es censurable?, ¿quién decide lo que sale en los medios?

González Pagés llamó la atención sobre los raseros que se miden a la hora de censurar un producto artístico: “Estamos bien claros que en la televisión cubana no se pasa un video de Willy Chirino con ‘Ya viene llegando’, ese no se pone, sin embargo otros que abordan la violencia explícita hacia las mujeres, el sexismo, contra eso no existe una política de censura”.

Aunque nadie se cuestionó si tenemos el derecho de ejercer la censura, por el contrario, hubo consenso en que es necesaria, Alfonso puso el dedo en la llaga al decir: “Llegar y decirle a un realizador: ‘mira eso que tú estás haciendo no se puede poner’, para mí es violencia, es violencia utilizando poder”.

Pérez Zambrano no cree que la sensibilidad artística esté reñida con los buenos propósitos ni con el compromiso social. “Nosotros, simples mortales, no tenemos la solución, pero sí me doy cuenta que somos parte de un proceso, un proceso donde confluyen muchos factores y sí creo que tenemos que tener una conciencia ciudadana, o sea, como ciudadanos y ciudadanas una conciencia cívica y exigir que el espacio público no puede ser violentado”.

A pesar de lo interesante del tema, el público no se animó mucho a debatir. Yasmín Portales se declaró en contra de la censura como principio, pero a favor de ciertos “límites para que las libertades individuales no se conviertan en el caos”.

Y como se trataba de la violencia en los medios la especialista Danae Diéguez recordó la “discusión histórica en la teoría cinematográfica, que no se ha resuelto y que plantea: el cine violento es el que ha generado el público violento, y la otra tendencia que dice que son los público los que piden las película violentas”.

También Danae comentó sobre el peligro de acercarse al tema de la violencia contra la mujer de manera panfletaria y defendió “esa articulación necesaria que tiene que ver con formar sensibilidad, que tiene que ver con marcar la diferencia y un día podremos hablar de un proceso mucho más interesante, mucho más armónico que es a lo que aspiramos”.

Muchas preguntas siguen en pie, son temas complejos en los que hay que seguir pensando, analizando, cuestionando.

¿Cómo evitar los discursos que legitimen la violencia? ¿Hasta dónde somos libres ejerciendo o no censura sobre otros? ¿Es lo mismo la censura que el control?

Quizá no haya que eliminar o prohibir esos productos que alientan la violencia sino ponerlos en ciertos horarios, pues hasta que la gente (realizadores y público) se sensibilice con el tema, seguirán apareciendo.

No se trata de satanizar un programa, un género o un autor, toda la industria del audiovisual está llena de representaciones violentas. Se trata de aprovechar el arte para dialogar con el gran público, para nutrirnos de experiencias enjundiosas y comunicar mejores maneras de entendernos.

Las telenovelas, que tanto arraigo tienen en Cuba son un compendio de estereotipos sexistas, homofobia, inequidad, xenofobia, etc. y las transmite la televisión estatal.

Entonces, lo que sí es indiscutible es que hay que implementar políticas públicas para frenar la ola de violencia que poco a poco se va naturalizando.