Cafeterías privadas al borde de la quiebra en Cienfuegos

«Trato por todos los medios de mantener precios accesibles para la mayoría de la gente, pero si los cobros de los proveedores aumentan, no tengo otro remedio que cobrar un poquito más caro yo también» / 14ymedio

Por Julio César Contreras (Confidencial)

HAVANA TIMES – Con mataduras y problemas, que él prefiere describir como “desafíos para 2025”, Abelardo ha decidido que su cafetería seguirá abierta contra viento y marea. Con 57 años a sus espaldas, no tiene dudas de que vive “los tiempos más difíciles del negocio”, que abrió en 2019 en la calle Santa Cruz, de Cienfuegos. 

Como otros cuentapropistas de la Isla, el alza de los precios y la escasez de productos son dos realidades que atenazan el cuello de su negocio. La inestabilidad en su tablón de precios ha sido inevitable y los clientes, cuenta a 14ymedio, no son los únicos que sufren el desbarajuste de la economía nacional. 

«Comencé con dos empleados que se encargaban de la elaboración de los alimentos y de la atención a los clientes, mientras yo garantizaba el abastecimiento de la cafetería”, explica. “Les pagaba 500 pesos diarios, y me daba resultado, aun con los impuestos a la Onat (Oficina Nacional de Administración Tributaria) y contratando a un gestor que llevaba la contabilidad del negocio”. 

El punto de inflexión –como para miles de negociantes en la Isla– fue la pandemia de coronavirus y la entrada en vigor de la Tarea Ordenamiento en enero de 2021. Tuvo que despedir a uno de sus empleados. 

La cafetería inició su declive, atizado por las medidas económicas que ha implementado el Gobierno en los últimos años. Según el propio comerciante, en la merma de su establecimiento han influido múltiples factores, entre los que se destacan la inflación, la falta de mercancía y el bajo poder adquisitivo de la población. 

«Trato por todos los medios de mantener precios accesibles para la mayoría de la gente, pero si los cobros de los proveedores aumentan, no tengo otro remedio que cobrar un poquito más caro yo también. Una taza de café que antes la podía vender en 20 pesos, he tenido que subirle 30 pesos más. Si no lo hago así voy directamente a la quiebra», asegura Abelardo. 

La situación se complica todavía más para aquellos propietarios que deben pagar la renta de locales. Cada vez es más frecuente encontrar una pequeña tienda o un taller de celulares, en donde hasta hace algún tiempo existía un bar que ofertaba productos ligeros. Quienes una vez optaron por la venta de alimentos, ahora están evaluando la posibilidad de una desbandada.

«La ubicación de mi cafetería es privilegiada”, admite Rafael, quien, como Abelardo, ha decidido mantenerla abierta porque está frente a la terminal de ómnibus nacionales. 

El flujo de clientes de su local es “aceptable” durante el día. El consumo se basa fundamentalmente en productos que no superan los 150 pesos. “Cuando se le calcula el precio de costo y los pagos que se deben realizar, la ganancia es tan poca que en algunos casos he tenido que retirar algunas ofertas porque causan pérdida». 

Como Abelardo, también Rafael tuvo que despedir a una empleada: ganaba incluso más dinero que él mismo. 

«Muchas personas se están quedando sin empleo, porque a los propietarios de los negocios nos están poniendo trabas por todas partes. Desde los inspectores del Gobierno que ponen multas por cualquier cosa, hasta el desabastecimiento tan grande que nos impide avanzar. Mi esposa y yo estamos tratando de continuar en esta área de la gastronomía, pero la pelea está dura», explica Rafael. 

A los problemas económicos hay que añadirle la lentitud con que el Ministerio de Trabajo gestiona las licencias para ejercer el trabajo por cuenta propia, y esto obstaculiza las contrataciones. 

«Es inconcebible que la documentación para emplear a una persona demore hasta seis meses”, lamenta Eladio, con una cafetería que opera él mismo. “Yo necesitaba una dependienta. Arriesgándome, la puse a trabajar mientras le daban su licencia. Después de cinco meses, los papeles no estaban todavía, y ella no quiso continuar. Tuve que empezar los trámites nuevamente con otra persona». 

En Cienfuegos cada vez más establecimientos cierran sus puertas con las primeras horas de la tarde. No hay dinero para pagar la jornada completa a los empleados y, además, no tiene sentido si no vienen clientes. “Abro cuando puedo y como puedo”, es el mantra de Eladio, “no tengo socios en las mipymes ni padrinos en el Gobierno”. 

Lee más desde Cuba aquí en Havana Times.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *