Baloncesto cubano, amor en bancarrota

Por Ronal Quiñones

Maikel Guerra (derecha) de Ciego de Ávila intenta pasar por delante de Jasiel Rivero (izquierda) de Capitalinos, durante el primer juego de la final.  Foto: siluetasdecuba.wordpress.com
Maikel Guerra (derecha) de Ciego de Ávila intenta pasar por delante de Jasiel Rivero (izquierda) de Capitalinos, durante el primer juego de la final. Foto: siluetasdecuba.wordpress.com

HAVANA TIMES — Los que ya peinamos canas y seguimos aquí, o quienes abandonaron Cuba después de la aguda crisis de los años 90 del pasado siglo, recordarán que el baloncesto era el segundo deporte en popularidad en esos momentos, detrás del béisbol.

En la práctica las condiciones materiales no eran mucho mejor que las de ahora, pero una generación exitosa llenaba las canchas de fanáticos, deseosos de disfrutar de la magia de Roberto Carlos Herrera en la conducción del balón, Lázaro Borrell en las entradas al aro, o Richard Matienzo en los donqueos.

Ellos, y otros no menos estelares como Andrés Guibert, Leopoldo Vázquez o Ángel Oscar Caballero decidieron abandonar el país, y poco a poco fue decreciendo el interés del público por el baloncesto, porque internacionalmente también mermaron bastante los resultados.

La Liga Superior de Baloncesto (LSB) que ellos estrenaron para que perdurara se mantiene hoy como el torneo elite del básquetbol cubano, pero sin el brillo de aquellas primeras ediciones, con cuatro equipos donde se concentraba la mayor calidad.

Actualmente el formato incluye el Torneo Nacional de Ascenso (TNA), divido en Zona Occidental, Central y Oriental, con cuatro equipos cada uno que juegan entre ellos a dos vueltas, pero no contra los integrantes de las otras Zonas. De ahí emergen los ocho mejores equipos y ya en la Liga toman un par de refuerzos de los conjuntos eliminados. No obstante, entre los dos certámenes nadie juega más de 50 partidos (ocho o 10 en el TNA, 28 en la fase regular de la LSB, más la postemporada con un máximo posible de 12 desafíos).

Si a esto se suma que un equipo dominó completamente la última década, y casi exclusivamente frente a un mismo rival, el interés no puede crecer mucho.

Este lunes Ciego de Ávila y Capitalinos finalizaron su noveno cruce en los últimos 11 años, siete de ellos ganados por los avileños, y por suerte para el espectáculo se impusieron los citadinos, que anteriormente solo habían podido doblegar a los llamados Búfalos en 2010.

Más variado ha sido el panorama en el sector femenino, pero sin menospreciarlas para nada, porque históricamente desde el punto de vista internacional han tenido muchos mejores resultados que los varones, no son las que llenan las tribunas. Eso es normal en todas partes, no únicamente en Cuba.

La temporada del baloncesto cubano recesará ahora por un buen tiempo, y en los venideros meses se pondrán a punto las escuadras nacionales para participar en eventos internacionales, con énfasis en los Panamericanos de Toronto.

Para dialogar sobre estos y otros temas, incluido el de moda en Cuba (las contrataciones), nos dirigimos al parque de Manglar, en Centro Habana, más conocido como La Normal, por la antigua escuela Normalista enclavada en sus inmediaciones. Por supuesto, al imponerse el quinteto capitalino entre los hombres (las muchachas quedaron subcampeones detrás de Pinar del Río), el estado de ánimo estaba bien arriba, como demostró Alberto.

“Ya aburría la Liga Superior, porque Ciego siempre ganaba. Capitalinos dominó varias veces en la primera parte, pero cuando llegaban los play offs, Ciego les pasaba por arriba. Por suerte ahora encontramos un líder en Jasiel Rivero, ese chiquito va a hacer historia”.

“Sí”, afirma Donel, “ese debe ser de los primeros en contratarse fuera, porque tiene nada más que 21 años y juega como un consagrado. Si no es por él la historia de Capitalinos seguro hubiera sido igual este año.”

“Ojalá contrataran a unos cuantos para que se superen, porque si no, pasará lo mismo de los últimos años: Nada más juegan aquí, y cuando salen acaban con ellos. No pudieron ganar ni en los Centroamericanos. Nadie diría que tuvimos hasta medallistas olímpicos en el baloncesto”, recuerda Félix.

“Esos eran otros tiempos”, dice Ernesto, “ahora si no están en la NBA no van a ganar en ninguna parte, porque allí juegan mexicanos, puertorriqueños, argentinos, brasileños, venezolanos y todos los europeos. Esos son los que después tienen que enfrentar en los Mundiales, y la diferencia es muy grande.”

“¿Quién se acuerda de los Mundiales, mi hermano?”, pregunta José, “hace rato que no clasifican los hombres. No ganan ni los torneos Centrobasquet; si van a un Mundial es porque cayó un meteorito y se desapareció medio mundo. Las muchachas están un poquito mejor, pero tampoco han podido ni clasificar para los Juegos Olímpicos. Creo que desde el 2000 no están en ningunos.”

“El baloncesto cubano necesita que jueguen fuera”, comenta Pablo. “Hablo de los dos sexos, aquí se juegan muy pocos partidos, y son todos entre ellos, cuando salen fuera se les nota que les falta mucho. Se puede entrenar mucho, pero el baloncesto no es voleibol, aquí hay contacto con los rivales, y al nivel que se juega en la NBA o en Europa no nos acercamos ni con un telescopio.”

“No, si aquí da pena que no haya ni estadísticas”, interviene Sandro. “Los periodistas se quejan muchas veces de que no saben quienes fueron los mejores anotadores de un partido, o que falló el transporte para algún equipo, o los relojes de 24 segundos.

“Cuando no es una cosa es la otra. Eso sin hablar de las trasmisiones de televisión. Pusieron nada más que dos partidos en vivo, los dos últimos. Ni en toda la fase regular ni en las semifinales se pusieron partidos en vivo, y los primeros de la final también se vieron diferidos, ¿así cómo van a llenar los estadios? Este último sí se llenó, pero porque era en la Mariposa del Fajardo, y ahí nada más caben cuatro gatos.”

“Hubo muy mala divulgación, con partidos por la tarde, cuando todo el mundo está trabajando, y para colmo coincide con la pelota. Así no pueden aspirar a tener apoyo. Se salvaron en La Habana porque Industriales estaba eliminado, si no se queda vacía la Mariposa”, señala René, y añade: “Antes se llenaba la Polivalente Ramón Fonst, pero había más espectáculo. Mientras los partidos no se pongan por televisión la gente no sigue el deporte. Miren lo que pasa con el fútbol; ahora todo el mundo es del Madrid o el Barcelona, cuando eso aquí era como hablar japonés. Cualquier deporte que quiera afición tiene que contar con eso.”

Todos estos problemas que señalan los aficionados no son de este año, se vienen sucediendo desde hace varias temporadas y no se resuelven. Hasta que eso no suceda, el baloncesto cubano no podrá recuperar las glorias vividas hace dos décadas.