Así vivieron los cubanos las protestas en Ecuador

Por Glenda Boza Ibarra y Ana Lidia García  (El Toque)

Foto: Alejandro Ramírez Anderson (elToque)

 

HAVANA TIMES – “Todo es nuevo. Cada sonido, cada pequeña dosis de gas lacrimógeno que se coló en la casa sin avisar. Me ardieron los ojos y la garganta, y una amiga venezolana (experta en el tema) asegura: ‘Ese es el gas lacrimógeno, cierra la ventanaʼ. Y lo primero que asoma a mi mente es: si yo desde la tranquilidad de mi casa lo siento así, cómo será para quienes han pasado todo el día en el lugar de los hechos”.

Para Alexis Pire, periodista cubano radicado en Ecuador, “cada detalle de esta situación cívica” era algo nuevo. “Desde los policías ‘disfrazadosʼ de robots, los carros y brigadas antimotines, hasta los cauchos quemados en cada esquina”.

Desde el 3 de octubre, grupos de indígenas, transportistas y estudiantes protagonizaron protestas en contra de nuevas medidas presentadas por el Gobierno del presidente Lenín Moreno en el país andino. El “paquetazo”, como se le conoció al conjunto, incluía reducción en el salario y vacaciones para el sector público y, lo más importante, eliminación del subsidio a los combustibles, el cual tenía una historia de 40 años en el país.

Las manifestaciones contra la entrada en vigor de las nuevas tarifas (con alzas de hasta un 123%) generaron enfrentamientos entre la población y los cuerpos policiales durante 12 días.

El 13 de octubre, el Gobierno derogó el decreto 883 que recogía los ajustes económicos. Según un informe de la Defensoría del Pueblo en Ecuador, durante el paro nacional y el Estado de Excepción fallecieron siete personas y fueron detenidas 1 152.

Entre los momentos de mayor participación popular durante los últimos días estuvo el “cacerolazo”, cuando los habitantes de Quito salieron a las calles y, desafiando el toque de queda, sonaron sus ollas para exigir alternativas a las medidas de austeridad.

“En mi país no suceden esas cosas” —dice Pire, incluso, para un cubano en Ecuador no es común la condición de Estado de Excepción. “No hay exactitud sobre lo que significa el toque de queda. La noche se inunda con un sonido estridente y masivo, los “expertos” enseguida te llaman o escriben: “¿sientes el cacerolazo?”. Y uno que ya no quiere pecar de ignorante, enseguida acude a Google. Ah, ya. Cacerolazo: el sonido que hace la ciudadanía con sus ollas como respuesta al toque de queda. Yo no sé si algún coterráneo de la Isla lo haya visto en películas, porque yo no tenía referencia alguna de momento tan solemne”.

Foto: Alejandro Ramírez Anderson (elToque)

INEVITABLE NO PENSAR EN CUBA

Cuando piensa en la situación de Cuba y la compara con lo que vive Ecuador, el pensamiento de Pire se debate entre el “qué bueno que no he visto enfrentamientos tan degradantes” y el “qué nivel de cobardía tan grande, de aguante en silencio y de manipulación ideológica no han permitido que el pueblo en determinado momento diga: “Aquí estoy yo”.

Como profesional de la prensa, algo le llamó particularmente la atención: la disponibilidad de la información. “Tú escoges a quién le crees, puedes identificar quién manipula y quién especula u omite. Los medios de comunicación ecuatorianos, en la mayoría de las jornadas, han esquivado muchas de las escenas reales (las de la calle, las violentas y sangrientas), pero lo puedes seguir en vivo por RT, CNN o TeleSUR. No te quedas huérfano de información”.

Cuenta que entre las tantas fotos que diariamente circulaban en las redes sociales sobre los sucesos, le pareció interesante una que mostraba un letrero en la pared: El pueblo manda. “Y de tanto que he escuchado esa frase con sus similares enunciados en forma de consignas, comprendí, bajo estas circunstancias, el verdadero significado de ese sintagma nominal. Los ecuatorianos hablan de derrocar presidentes, que ya van tres (Abdalá Bucarán, 1997; Jamil Mahuad, 2000; Lucio Gutiérrez, 2005) y para mí todos esos pasajes suenan a ciencia ficción.

“En Ecuador se manifiestan porque eliminaron el subsidio al combustible, y en Cuba andan ‘felicesʼ con un estado de ‘normalidadʼ sin transporte asiduo. ¡Qué pena! Desde Cuba me llegan mensajes: “Mantente callado, no publiques nada que eso después genera problemasʼ. Ese es el chip con el que crecemos, el del miedo a expresarse, a manifestarse, a que nos oiga y nos ‘mande a matarʼ el vecino ‘segurosoʼ”.

EN LA SELVA LA TENSIÓN TAMBIÉN FUE FUERTE

Leandro Álvarez cuenta que su casa está rodeada de pura selva. Vive en Tena, al sureste de Quito. Al poco tiempo de emigrar a Ecuador en 2013 se fue a vivir allá. Aquel pueblo, tan parecido a su reparto en Las Tunas, “pero con más comercio y desarrollo”, es más tranquilo que la capital o Guayaquil. O lo fue, hasta que comenzaron las protestas de los indígenas.

“Esto está bien feo, está malo”, contó vía Messenger. “Esta es una zona bien afectada, porque hay muchos indios. No quieren que nadie trabaje, sino que la gente salga a protestar. Al que abre su negocio lo saquean”.

Leandro tiene una barbería abierta a puro sacrificio. Con ella paga la renta y algunos gastos de su familia. Los 12 días de paro fueron un desastre para él. Abría el negocio a escondidas, con temor a ser saqueado, vigilando que no llegara otra oleada de protestantes, con el recuerdo perenne de la amiga que fue golpeada cuando salió a trabajar.

La ciudad estuvo incomunicada por varios días, la comida se estaba acabando, nadie podía entrar ni salir. Muchos aprovecharon los disturbios para saquear y robar. Aunque la situación era peligrosa, Leandro nunca temió por sus hijos y su esposa. Son unos 30 cubanos en Tena.

Sin embargo, asegura que en otras ciudades “la cosa se puso peor”, nunca había visto tanta violencia: gente con palos y lanzas, quemando llantas en la calle, destruyendo parques y edificios, la policía tirando a tres personas de un puente.

Foto: Alejandro Ramírez Anderson (elToque)

ROSTROS DE LA XENOFOBIA

Aunque está en la costa, y allí los disturbios fueron casi nulos, Luis Enrique Perdomo estuvo al tanto de la situación del país donde vive desde hace años. En su zona, el principal acontecimiento ha sido la suspensión de clases.

“Le echaron la culpa a Maduro y a Correa”, cuenta. “Eso es xenofobia que el propio Gobierno alentó en sus medios”.

Luis Enrique ha estado atento al caso de Yoelvis Araujo Cruz, un cubano que se dedica a hacer Uber –servicio de taxi- en Ecuador.

“Entre las 19 personas que arrestaron cerca del aeropuerto Mariscal Sucre estaba ese coterráneo”, dice. “Liberaron sin cargos a 15, pero cuatro de ellos, incluido el cubano, van a una audiencia el 21 de este mes. Asociación ilícita, ya sabes: le fabrican una causa y lo enredan”.

De acuerdo con un texto publicado por Luis Enrique “los detenidos fueron acusados de vigilar los movimientos del presidente y vicepresidente del Ecuador. También se dijo que desarrollaban actividades de inteligencia, y hasta que intentaron desestabilizar al Gobierno”.

En el caso del cubano, los fiscales basan esos hechos en que tenía tres teléfonos en el carro.

Mientras, en Cuba, Giordan Álvarez exigió a los diplomáticos cubanos en Ecuador intervenir por el matancero, que según contó, esperaba a un amigo que venía en un vuelo desde Panamá.

Aunque las autoridades de la Isla no se han pronunciado sobre esta acusación, la comunidad de cubanos en Ecuador y en Cuba han manifestado su solidaridad.

“Hasta tanto no se demuestre lo contrario, el cubano Yoelvis es inocente de los cargos que se le imputan y su detención es arbitraria, como arbitrario es calificarlo de ‘espíaʼ o ‘delincuenteʼ”, dice Luis Enrique.

TRANQUILOS EN CASA O DE PIE EN LA CALLE

Leandro Álvarez cuenta que en las redes sociales pasaron videos diciendo que eran cubanos y venezolanos los que atacaban y robaban los negocios. “Decían que los correístas nos pagaron para alborotar la cosa. Nos quieren marginar aquí. Nos tocó estar tranquilos en casa”.

Como él, varios cubanos decidieron aguardar en sus hogares y evitar problemas. La Asociación de Cubanos residentes en Ecuador (ACURE) publicó en su página de Facebook una declaración en la que hacían un llamado a “evitar manifestaciones que promuevan el rechazo a nuestros compatriotas”. “(…) Somos respetuosos de este noble pueblo y de sus autoridades. De tal modo, solicitamos al Gobierno excluir de toda valoración nociva a la comunidad cubana residente, amparados en la Constitución de la República del Ecuador”.

Casi todos los cubanos contactados decidieron esperar a que pasaran los disturbios y vivir desde balcones, ventanas o desde la televisión, un estado de protestas que era totalmente nuevo para la mayoría.

“Nosotros nos hemos mantenido en casa, hay toque de queda desde el sábado a las 3:00 p.m. Todos los cubanos que conozco aquí están simplemente tranquilos en sus hogares, esperando que todo pase”, dijo Yulianela Rodríguez. “Tratamos de no opinar porque el ecuatoriano siente que no debemos hacerlo”, cuenta.

“Ya muchos cubanos quieren irse. El viernes tomé un Uber y el chofer era cubano, me dijo que estaba valorando marcharse del país. Nosotros queremos seguir aquí. Mi esposo y yo incluso compramos un departamento y volver a empezar desde cero es duro. Admiro a los ecuatorianos por la valentía con la que salieron a protestar. Debemos tener fe en que se pueda superar esto por el bien de todos”.

Otros isleños participaron activamente en las protestas y contribuyeron con la movilización desde sus redes sociales. Tuvimos noticias de al menos dos cubanas que se mantuvieron muy activas durante estas jornadas, pero hasta el lunes en la noche no habían respondido a nuestros mensajes en solicitud de sus testimonios y experiencias. Quizás salieron a las calles, junto a otros cubanos y ecuatorianos, a la “minga azul”, a reconstruir la ciudad.

El pueblo ecuatoriano celebra la derogación del decreto 883. Foto: Alejandro Ramírez Anderson(elToque)

 

 

One thought on “Así vivieron los cubanos las protestas en Ecuador

  • sobre los sucesos, el más cómico lo protagonizó el perrito Firulai que “manifestó” su rechazo al paquetazo de Lenin Moreno mordiendo las piernas de los policías motorizados que no podian patearle el hocico y que más tarde, rebazó a toda carrera la turba encabezando a los manifestantes que escapaban de los gases lacrimógenos.

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