Aromas franceses perfuman el Paseo del Prado habanero
Por Maya Quiroga
HAVANA TIMES — Para satisfacer los gustos más exigentes del mercado francés y europeo, amante de fragancias exclusivas, regresa a La Habana la perfumería francesa Casa Guerlain, en el mismo sitio donde fuera fundada en 1917.
La perfumería reabrió sus puertas en un inmueble de carácter patrimonial ubicado en el Paseo del Prado o Martí No. 157 entre Refugio y Colón, gracias al trabajo conjunto entre la compañía de turismo Habaguanex S.A., –que pertenece a la Oficina del Historiador de la Ciudad–, y el distribuidor galo Saint Remy Trading S.A, una compañía francesa que ha estado presente en el mercado cubano por 21 años.
En el edificio de la perfumería Casa Guerlain se combinan, de manera armónica, lo moderno y lo antiguo, como resultado del grupo creativo Catauro que integran Ángel Fornaris y su esposa Rosa Rodríguez, dos jóvenes egresados del Instituto Superior de Diseño, cuya primera especialización fueron las lámparas.
“Habíamos visto algunos de sus trabajos en Habaguanex y por recomendación de la Cadena, llegamos a ellos. Cuando les contamos nuestro sueño, inmediatamente tomaron la idea, se montaron en el tren de la fantasía, y trajeron a los mobiliarios el espíritu de lo que nosotros estábamos deseando. Hasta logramos que se restauran la madera y los pisos originales del inmueble”, explica Susel Ferrán, la gerente de marca de Saint Remy.
¿Qué líneas de productos están a la venta actualmente en la perfumería?
“Llevamos mucho tiempo distribuyendo, con carácter exclusivo, prestigiosas y mundialmente conocidas marcas de perfumes, como Dior, Givenchy, Hermes, Versace, Mugler, Azzaro, Loewe, IsseyMiyake, Narciso Rodríguez, y Dolce & Gabbana. Esta es la primera franquicia de Saint Remy fuera de Europa.
“Ahora poseemos un local exclusivo para comercializar esas marcas en La Habana. Además de los perfumes, por primera vez en 15 años contamos con la línea Terracota de polvos cosméticos, que era una demanda de nuestros clientes. También tenemos jabones.
“Es bien conocido que en las perfumerías existen varios distribuidores. Esta tienda solamente va a tener las marcas de Saint Remy, que posee una carpeta muy grande y, por suerte, la podemos exhibir completa aquí.
“Como novedad, la casa cuenta con un dispensador para la venta al cliente de la cantidad de mililitros de perfumes que desee, los cuales se envasarán en frascos pequeños con un tratamiento muy peculiar. A manera de ensayo comenzamos con fragancias que contienen aromas de pétalos de rosas, muy demandadas en el país”.
Un viaje a la semilla
La Casa Guerlain tuvo sus orígenes en el lejano año de 1828, cuando Pierre-François Pascal Guerlain fundó un pequeño negocio de perfumes con su nombre en las cercanías del centro de París.
Con la ayuda de sus dos hijos, Gabriel y Aimé, creó fragancias únicas que lo llevaron a alcanzar gran éxito y renombre. Doce años después ya contaban con una tienda en la capital francesa que rápidamente se convirtió en sitio de reunión de la sociedad parisina. Allí era común encontrar a la reina Victoria, la reina Isabel de España y al Zar Alejandro III.
La coronación del perfumista llegó en 1853 con el lanzamiento de su fragancia más famosa: Eau de Cologne Imperiale (Agua de colonia imperial), que impresionó gratamente a la familia real de Francia.
Con el propósito de expandirse hacia otros horizontes, los dueños seleccionaron a Latinoamérica como destino. Es así cómo, en el año 1917, encontraron en el Paseo del Prado de La Habana un pequeño e interesante mercado donde abrieron la primera boutique Guerlain fuera de la geografía europea.
La Casa Guerlain de La Habana estuvo funcionando hasta la década de los 60. En 1996, el inmueble pasó a utilizarse como un taller de reparación para bicicletas y efectos electrodomésticos. Un buen día, el señor Christian Noel Fournier, presidente de Saint Remy, pasó de casualidad, por allí, y al conocer la historia del lugar quedó fascinado con la idea de reabrir las puertas de la antigua casa Guerlain.
Desde ese entonces, Fournier persistió en su sueño. Transcurrió el tiempo y en la década del 2000, por espacio de cinco años, el local volvió a ser una perfumería de la empresa Habaguanex S.A., pero, enseguida tuvo que cerrar sus puertas por problemas constructivos.
Justo a finales de este año 2016 se hizo realidad el viejo anhelo del empresario galo como un magnífico regalo al doctor Eusebio Leal Spengler, historiador de La Habana.
Lo que comenzó como un negocio pequeño, de un solo hombre, es hoy una cadena de tiendas marcadas por el refinamiento y el buen gusto. En la actualidad existen siete boutiques de la firma Guerlain en París, a las que se suman otras tiendas exclusivas en Frankfurt, Milán, Hong Kong, Singapur y La Habana.
Las fragancias de Guerlain se comercializan en Europa, Estados Unidos, Asia y Oceanía, África y Medio Oriente. Los precios de estos productos oscilan desde 30 hasta más de 1.000 dólares. Un ejemplo de ello es la exclusiva crema Orchidé eI mpériale que salió al mercado con un valor de 1.115 dólares.
Eusebio Leal no regala nada…. algo debe hacer ingresado en la cuenta de la agencia de viajes que tiene su hijo en España que es la «tintoreria» de los Leal … que de leales solo tienen el apellido, deberia llamarse Eusebio el Bucanero
Maya, muy bonita la reseña de cuando ya en el 1917, La Habana era escogida para ser la primera ciudad donde la prestigiosa Gerlain abriera su tienda fuera de Europa., no sólo ésta casa de perfumes, sino todas las demás de la época que escogían vez tras vez para que nuestra ciudad fuese vitrina de sus exquisiteces burguesas, y siempre fue así de chic, hasta el día en que se decidió que Cuba necesitaba una revolución para barrer todo éste tipo de buenos gustos que no pudiesen estar al alcance de toda la población. Me pregunto si ahora después de estos 58 años de prohibiciones, la familia Castro-Callejas esté convencida de que bajo la absoluta propiedad de la corporación GAESA, hoy día esas injusticias sociales no existen y que el pueblo si podrá entrar a ésta boutique a comprarse unos jabones aunque sea.
Eso es otra burla a los cubanos»,los precios oscilan desde 30 hasta más de 1000 do!ares», quien en Cuba puede comprar un perfume en esa tienda?
La burla es que nacionalizaron todas esas boutiques por ser simbolos de la burguesia cubana y por estar en contra de los intereses del pueblo trabajador para ahora darle el negocio a otro extranjero, con precios prohibitivos para la mayoria, como era antes. Pero es el pueblo cubano quien tiene que decidir lo que quiere: golpear a las Damas de Blanco oliendo a Versace, esperar un derrumbe de su cuarto con un poco de Givenchy en el cuello o salir a pedir dinero con olor a Hemes
Quien? bueno, los cubanos y cubanas con dinero que componen el segundo o tercer grupo por cantidad de huéspedes en nuestros hoteles.
Fijate lo que representaba la Habana de antes que varios presidentes latinoamericanos venian a hacerse sus trajes a J. Valles. El Encanto era la embajada de la moda francesa no solo en Cuba, sino en toda America. Para comprar un Cristian Dior o ibas a Paris o ibas al Encanto porque ni en New York lo habia. Las estrellas de Hollywood ordenaban sus ropas aca. En cuanto a los artistas, no habia uno que no dejase de pasar por La Habana si es que queria consagrarse mundialmente. Cuando Las Vegas aun era un cruce de caminos en el desierto ya Tropicana traia a Nat King Cole a cantar a su escenario. La Habana tenia mas cines que New York. Por eso, cuando veo tanta fanfarria con Guerlain, o la pasarela del Prado de Chanel, o algun cantante que cae por alli por pura curiosidad no me queda mas remedio que reirme con tristeza.
Estimado Atanasio, eso mismo mi madre siempre lo dice, que: «siempre era New York, París, La Habana», Da risa ver cómo los «revolucionarios» se inflan cuando ‘ahora’ algo del primer mundo les cae por allá, creyéndose de que van por la exquisitez revolucionaria. Les debería dar mucha vergüenza el nivel de atraso en que el fidelísimo ha enterrado al país y de que no exista una tienda por departamentos donde cualquier obrero pueda ir y escoger un par de zapatos decentes como lo hacían antes. Esperemos no que nos cuenten de las boutiques que están «regresando» a La Habana, sino de las «igualdades sociales» por las que hicieron revolución.