Abuelos cubanos, dedicados a sus nietos y a las colas

Alrededor de 20.000 menores en Cuba viven solo con sus abuelos, pues los padres han emigrado, están en misiones oficiales en el extranjero u otros trabajos. (14ymedio)

El nuevo Código de las Familias da más protección a esa generación olvidada

Por 14ymedio

HAVANA TIMES – “Lo único que me queda de mi hijo son mis nietos y hace tres años no puedo verlos”, lamenta Abigail Rojas, de 68 años y residente en la ciudad de Guantánamo. En 2015 perdió la vida su hijo en un accidente de trabajo tras sufrir una descarga eléctrica. Poco después, la viuda del joven se trasladó a La Habana, volvió a casarse y cortó los vínculos con la familia del difunto.

Más allá del traído y llevado matrimonio igualitario, que acapara la atención del Código de las Familias, cuyos debates comenzaron este martes en 78.000 puestos repartidos por la Isla, el anteproyecto prevé derechos para los abuelos que, si no se quedan en papel mojado, podrían solucionar algunos de los problemas que más sufren los mayores en Cuba.

“Al principio veía las fotos de mis nietos en Facebook, pero luego ella puso privada su cuenta y ya no pude seguir mirando cómo crecían; el más chiquito tiene siete y el mayor nueve años”, detalla Rojas. “No sé su dirección ni su teléfono en La Habana porque ella nunca me lo ha dado, sé que no se han ido del país porque hace poco un amigo mío los encontró en la calle”.

“¿Por qué no tengo derecho a visitar a mis nietos?”, se cuestiona el abuelo. “Si mi hijo estuviera vivo tendría derecho a tener a los niños algunos días con él, pero como murió la madre piensa que ya no tiene que mantener la relación con los abuelos paternos”. Rojas teme que “un día preparen el viaje, se vayan de Cuba y nunca más vuelva a verlos”.

El Código de las Familias vigente, que data de 1975, prevé que en caso de separación, se conserve la comunicación con “aquel de los padres al que no se confiera la guarda y cuidado de los hijos menores”. Con el actual, es obligatorio que los padres respeten y faciliten a los hijos el mantenimiento de un régimen de “comunicación familiar con sus abuelas y abuelos y otros parientes o personas con las cuales tengan un vínculo afectivo significativo”.

Además, ese hilo de contacto se considera, en el artículo 156, un derecho para los abuelos.

El censo poblacional realizado en Cuba en 2012 reveló que en la Isla el 64% de las familias convive con un adulto mayor y la mayoría de estos desarrollan un “rol de abuelo”. Alrededor de 20.000 menores en Cuba viven solo con sus abuelos, pues los padres han emigrado, están en misiones oficiales en el extranjero u otros trabajos. La cifra puede haber aumentado considerablemente en la última década.

El nuevo Código de las Familias se anunció con bombo como “más inclusivo para la tercera edad”. Así lo subrayó el doctor Fernández Seco a la prensa oficial, agregando que se trata de un proyecto que “resulta fundamental para mejorar la calidad de vida y los derechos de los adultos mayores”.

Según explicó el especialista, el contenido de la actual propuesta resalta “la mayor autonomía para una vejez inclusiva”, ya que permitirá que los ancianos puedan determinar la persona que los cuidará o apoyará en los asuntos jurídicos, personales y patrimoniales, así como “el libre desarrollo de la personalidad” en la vejez.

Este derecho, precisamente, está en cuestión por una dinámica cultural que el país ha hecho suya y según la cual los mayores ven cercenado su derecho a disfrutar de este período de su vida precisamente por tener que hacerse cargo de sus nietos como si fueran hijos.

Lázara recuerda que su abuela la llevaba a la escuela, le hacía la comida y asistía a las reuniones de padres. Desde entonces han pasado más de 40 años y ahora tiene dos nietos que son “una jornada completa de trabajo”. Sin tiempo para otra cosa que colas y cuidar a los niños, confía en que el nuevo Código de las Familias respalde a los abuelos, una parte olvidada en los derechos dentro de los hogares cubanos.

Hasta hace un par de años Lázara asistía a las actividades del Círculo de Abuelos que organizaba el policlínico de su zona, pero la llegada de la pandemia interrumpió aquellas citas y ahora “cada uno está en su casa o haciendo colas todo el día”, reconoce. Los rigores del aislamiento y la crisis económica han representado un duro golpe para los mayores de 60 años en la Isla.

“Me la paso en colas y no tengo tiempo ni para pintarme el pelo”, comenta a 14ymedio. “Me da pena con mis hijos porque están tratando de ganarse la vida, pero nadie me pregunta si quiero dedicarme a mis nietos y a las colas todo el día, es como si fuera algo que tengo que hacer y ya. Mi vida es apoyarlos a ellos, pero eso no lleva salario, ni vacaciones ni descanso”.

Verónica, de unos 70 años, antes cantaba en un coro para pasar su tiempo libre. Vive con sus hijas en una casa colonial de La Habana Vieja y sobre sus hombros recae el cuidado de una de sus nietas. “No tiene vida personal prácticamente, casi nunca puede hacer lo que le gusta que es ir a las actividades de los ancianos a bailar, a cantar, a divertirse en el coro”, reconoce una de sus hijas.

Los padres de la niña la inscribieron en clases de baile español pero le toca a la abuela llevarla y recogerla en cada sesión. “Es una esclava totalmente, después de que crió a sus hijos ahora está criando a su nieta”, lamenta la mujer, que poco puede hacer para aliviar a su madre de la carga de trabajo que le han impuesto su hermana y el esposo.

“Mi hermana siempre le quiere soltar la niña a mi madre que está enferma de la columna y no puede estar mucho tiempo de pie. Con la pandemia, no podían mandarla a la escuela y como mi hermana no quería dejar de trabajar, fue mi madre la que tuvo que asumir todos los cuidados, la preparación de la comida y todo lo demás”. Al final “terminó en el médico con una crisis de dolores que le duró meses”.

Marcelo tiene 78 años y está a cargo de sus dos nietas desde que su hija emigró a través de la selva del Darién hasta llegar a Estados Unidos en 2015. “Los primeros tres años tuve que mantener a las dos niñas de mi bolsillo porque mi hija no podía mandar nada de dinero y ahora, cuando logra reunir algo hacer un envío, pero no hay una frecuencia ni una cantidad fija”, lamenta.

El pensionado ha tenido que asumir todo. “Las niñas se hicieron adolescentes y a mí me ha tocado hasta hacer la cola para comprarles las íntimas en la farmacia, llevarlas al médico, estar al tanto de cómo les va en la escuela. Cuando yo pensé que había terminado todo esto con mi hija, he tenido que volver a empezar con mis nietas”, lamenta. “Todo el mundo cree que es normal, que esto es lo que debo hacer”.

Así, a estas alturas de la vida, Marcelo tiene que hacer magia para con una pensión de menos de 2.000 pesos mantenerse él y sus dos nietas. “Cada vez que he ido a averiguar para recibir algún tipo de ayuda económica estatal me dicen que eso está contemplado para madres pero no para abuelos, así que espero que con el nuevo Código de las Familias tenga yo algún derecho de ese tipo”.

“Tampoco sé cómo van a quedar las obligaciones de los padres emigrados, porque el padre de las niñas también emigró hace unos años y nunca ha mandado ni un centavo”, explica a este diario. “O sea, que yo tengo todas las responsabilidades con las dos niñas pero casi ningún derecho sobre ellas porque soy el abuelo y después de más de cinco años criándolas, si uno de los padres se las quiere llevar yo no tengo ninguna potestad para oponerme o exigir ciertas condiciones para que ellas salgan del país”.

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One thought on “Abuelos cubanos, dedicados a sus nietos y a las colas

  • Es muy duro leer estas situaciones, siendo un nieto criado en gran parte por sus abuelos me pregunto si he puesto responsabilidades extras en mis cuidadores.

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