1ero de mayo en Venezuela

Fotoreportaje por Caridad

Celebrando el primero de mayo en Caracas.

HAVANA TIMES, 2 mayo – Ni Calle 13 ni los muchachos de Buena Fe estuvieron por estos días en Venezuela, pero sí su música, este sábado distinto, 1 de Mayo.  En muchos puntos de audio, donde alegraban la marcha de los trabajadores, pude escuchar a estos dúos puertoriqueño y cubano respectivamente.

Juventud, diversidad, compromiso, es lo primero en que se piensa al escuchar a estos músicos que tienen muchísimos fans en Venezuela.

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No creí que fuera a divertirme en una marcha por el primero de mayo. Pero los venezolanos se toman su tiempo para las cosas, y mientras en Cuba ya todo había terminado, aquí recién comenzaban fiesta y consignas.

Me dicen que, como allá, aquí hay marchas que no son totalmente espontáneas, pero ésta sí fue de las más espontáneas. Y aunque yo no tengo patrones de referencia, porque solo llevo un mes en esta ciudad, sí pude notar que la gente acude por propio entusiasmo, porque quiere demostrar que apoya al gobierno o que conoce sus derechos como trabajador.

La avenida Urdaneta, en el Distrito Federal, se llenó de rojos y banderas, de pancartas con las más disímiles filosofías o modos de ver la vida y la sociedad; pero todos coincidiendo en el camino del socialismo del siglo XXI.

Con las congas – semejante a las cubanas – casi bailé  (teniendo en cuenta que no sé bailar), agradecí los caramelos que me regalaron en el camino, encontré caras alegres y otras llenas de odio tras las ventanas de los edificios.

Me hicieron cuentos sobre los muchachos que andan en motos, a toda velocidad en medio de los marchantes y sin atropellar a ninguno; me hablaron del precio de los mangos y de los lugares donde mejor se da.

Los trabajadores por cuenta propia no perdieron oportunidad para ofrecer sus servicios y celebrar su día como mejor les pareció: vendiendo refrescos, maíz, dulces y cervezas a los que llenaron Caracas de alegría y euforia. Todo lo agradecí, como se agradece la oportunidad de estar vivo, de ver y escuchar lo que, comúnmente, no podemos o no tenemos la oportunidad.