Violencia hacia las mujeres: ¿dónde?

Irina Echarry

Niña cubana. Foto: Caridad

Es una frase que puede aparecer continuamente en los titulares de cualquier periódico del mundo.  Asesinos en serie, maníacos sexuales, jefes acosadores, machistas latinos, esposos acomplejados, hijos resentidos y padres o tutores frustrados.La violencia hacia nosotras puede venir de cualquier rincón y lucirse con letras inmensas, rojas o negras en primeras planas o, simplemente, en las páginas dedicadas a los decesos.

En mi país, a pesar de que hay personas (muy profesionales) que estudian la violencia de género, apenas se menciona el tema.  A no ser que se vaya a hablar de la violencia que sufren las mujeres mexicanas, norteamericanas o chilenas… no hay espacio para más.

Lo otro es esperar algún evento específico para escuchar conferencias o ponencias, pero la gran mayoría de las mujeres cubanas casi ni se enteran de que esto sucede.

Si vamos a hablar de las mujeres mejor es contar sus logros dentro de la Revolución, del por ciento que representan en cualquier cifra oficial,  del cáncer de mamas o la posibilidad de integrarse al Servicio Militar Voluntario.

Nunca he leído en un periódico que Beatriz perdió la visión de un ojo por las golpizas de su marido; que Rebeca tuvo que abandonar su trabajo (por tercera ocasión) a causa del acoso de su jefe; que Zulema tiene que cumplir muchos años de prisión por matar a su esposo (quizá en defensa propia); que Clarita vive en la calle desde hace meses porque su familia la sacó de la casa por ser lesbiana.

Existen escasos (y muy pocas lo sabemos) centros comunitarios donde las mujeres (como los alcohólicos anónimos) puedan aprender a deshacerse de relaciones llenas de violencia.

En cada municipio hay una Casa de Atención a la Mujer y la Familia, centros ideados por la Federación de Mujeres Cubanas, donde se imparten diferentes cursos para que las mujeres que lo necesiten aprendan a ser independientes, además tienen una consulta de psicología para atender a las que acudan con problemas.

Esos cursos no son gratis y la consulta no es del todo conocida.  Pero el problema es otro, más delicado.  Si los medios oficiales no reflejan la magnitud del asunto ¿por qué Jullito, que ahora tiene 15 años y ha visto a su padre gritar, maltratar a su madre durante toda la vida, no va a hacer lo mismo?  ¿Quién le dice que eso no es correcto?  ¿Quién le explica que la ley ampara a las mujeres?

Como Julito hay muchos jóvenes que han crecido ajenos al problema, que piensan que las mujeres en Cuba (según les enseñan en la escuela: han conquistado todos los derechos), no son maltratadas.

Entonces ellos también gritan a sus madres, pegan a sus esposas, o, simplemente, le hacen la vida imposible a la amiga (por decir lo más común) cuando no son complacidos sexualmente por ellas.

Es un tema complejo, difícil, que no basta con tratar con pinzas una vez al año en un programa televisivo ni debatir en círculos cerrados.  Hay que llevar el tema a las masas, a las trabajadoras que pasan el día laborando y luego (a pesar de estar en el siglo 21) tienen que servir la mesa o atender a los hijos.

Los medios de difusión masiva: la televisión, la prensa escrita y digital deben reflejar la realidad que se vive, para luego intentar, entre todos, cambiarla.

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