Viajando en sueños

Irina Echarry

Solo se sientan en los bancos a pensar en su otra vida, la que desean.

Frente a mi edificio hay dos bancos donde algunos jóvenes de la cuadra se sientan a conversar.   En estos días de frío, cuando bajo al perro para que camine, me he sentado cerca de ellos y he podido escuchar su plática.  La mayoría grita, así que no es difícil entenderlos.  Casi todos quieren irse del país.

Son muchachos y muchachas entre los 15 y 25 años.  Debieran pensar en otros temas: el estudio, el futuro, las relaciones amorosas, los conciertos… etc.

Sin embargo, pasan los fines de semana y las noches sentados en esos bancos, imaginando si estuvieran en “la Yuma,” si tuvieran un carro, si pudieran irse para la playa de Cancún… eso me causó gracia cuando lo escuché, pero a la vez me asusta.

¿Acaso esos jóvenes no saben que viven a unos pasos del mar?  ¿No les gusta el azul de nuestras aguas, solo porque son las nuestras?

Cuando pregunto por qué se quieren ir, los pocos que responden dejan ver una ignorancia  y un vacío existencial muy grandes.

Yosbel prefiere trabajar en cualquier cosa fuera de Cuba, mientras ese trabajo le reporte buenos ingresos.

“Aunque sea vendiendo droga,” dice y sonríe.

Kirenia sabe que ella se va a casar con un extranjero que su tía le enviará de Italia, así que tiene “la vida resuelta.”

Y Andrés critica todo lo que puede: la familia que le tocó, el transporte o la mala calidad del béisbol cubano.  No ve nada positivo, nació con Retinosis Pigmentaria, una enfermedad difícil de sobrellevar, que  tiene un tratamiento riguroso, que él sigue año tras año.  Andrés tiene 17 años y quiere dejar los estudios de profesor de Educación Física que comenzó el curso pasado.

–    ¿Qué harías si pudieras viajar?
–         Me quedo, por supuesto.
–         Pero, ¿qué harías en el país donde te quedes?
–         No sé, cualquier cosa.

¿Estos jóvenes no saben que hay que prepararse para la vida, que todo lo que se estudie nunca es suficiente?,  ¿Que hay cosas más importantes que tener un carro?  No se interesan por su entorno, no van a conciertos ni exposiciones, no leen, no van al cine.  Apenas ven la televisión.  Solo se sientan en los bancos a pensar en su otra vida, la que desean.

No me gusta criticar a los más jóvenes ni aparentar superioridad, eso me hace sentir mayor de lo que soy.  Pero en este caso me vi impulsada a leerles un poema de Kavafis para que me entendieran mejor.  Los poemas pueden mostrar el camino.

Ahí les dejo el final de La ciudad, aunque no creo que les haya gustado mucho mi lectura… más bien les causé risa.

“No hallarás sitios nuevos, no hallarás otros mares.
La ciudad te seguirá.  Darás vueltas por las mismas
calles. Envejecerás en los mismos barrios,
y en estas mismas casas encanecerás.

Siempre llegarás a esta ciudad.  Para otra parte
-no lo esperes-
no hay barco para ti, no hay camino.
Al arruinar tu vida aquí, en este pequeño rincón,
en toda la tierra la arruinaste.”

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