Verle a las manchas además de la luz
Yusimi Rodriguez
HAVANA TIMES, Dec. 28 — Como muchas personas, he tenido la oportunidad de leer la noticia de la publicación, el pasado 30 de noviembre en el Nuevo Herald de Miami, de una Declaración de de afroamericanos en apoyo a la lucha por los derechos civiles en Cuba. También he leído el artículo de Pedro de la Hoz y la carta firmada por intelectuales cubanos, publicados ambos en el periódico Granma, el miércoles 9 de diciembre.
Yo no soy ni pretendo ser una intelectual. Menos aún una especialista en temas raciales. Soy simplemente una persona que vive y trabaja en este país. Tampoco creo que sea relevante el hecho de que soy una persona negra, porque el debate sobre la cuestión racial en nuestro país es un asunto que tiene que ver con todos; lo que sucede es que en las personas negras es en quienes esta cuestión se refleja de forma más inmediata.
Aunque el periódico Granma no publicó la Declaración de los intelectuales afroamericanos, Pedro de la Hoz hizo referencia a los fragmentos dónde se califica a la sociedad cubana como una sociedad racista que desprecia a las personas negras, y se afirma que nuestras libertades civiles se coartan por razones de raza.
Tengo una visión muy crítica sobre la cuestión racial en Cuba, pero creo que analizarla sin tener en cuenta los esfuerzos realizados por la Revolución cubana en el momento del triunfo y sus aciertos, no es objetivo y difícilmente pueda llevar buenas intenciones.
Falta la Historia de Africa
El triunfo de la Revolución significó el desmantelamiento de estructuras sociales que favorecían la discriminación racial. Eso es una realidad innegable. Pero el hecho de haber destruido las estructuras de una sociedad racista con playas y clubes dónde las personas negras no podían entrar, e incluso parques dónde existía la segregación, no significó escapar a una visión euro céntrica del mundo y la historia.
En las escuelas, los niños cubanos no estudian la historia del continente africano. Parece que la historia de los negros comienza al llegar como esclavos al continente americano. En mi época de primaria estudié la historia de Grecia y Roma; todo lo que estudié sobre África fue Egipto.
La historia que estudié sobre la Edad Media estuvo centrada en Europa, y también la historia moderna. ¿Por qué no se estudia la historia de las regiones de donde provienen nuestros ancestros, a pesar de las fuertes raíces africanas de nuestra cultura? ¿Cómo es posible que no estudiemos más la historia del continente dónde se afirma surgió la especie humana?
Me llama la atención en la carta de los intelectuales cubanos el fragmento que se refiere a la conmemoración de la fundación del Partido Independiente de Color “sobre la base de recuperar esa memoria histórica de una etapa de luchas y afanes del pueblo cubano.”
Si hay que recuperar esa memoria quiere decir que estaba perdida; como también estaba perdida la memoria histórica sobre los cinco negros abakuá que intentaron rescatar a los ocho estudiantes de medicina el 27 de noviembre. ¿Había que esperar al centenario de la fundación de ese partido para recuperarla o a la publicación de una Declaración que acusa a nuestra sociedad de racista?
Al día siguiente de la publicación del artículo, Pedro de la Hoz, a quien respeto muchísimo, hizo una intervención sobre el tema en el espacio televisivo de la Mesa Redonda. Allí se refirió a la altísima población penal de los Estados Unidos, dónde los presos negros son más maltratados que los presos blancos. Reconoció además que en Cuba no todo está resuelto, porque aún subsisten prejuicios raciales.
Aunque Pedro de la Hoz tiene razón, al referirse a la población penal de los Estados Unidos, debió recordar que en Cuba la mayor parte de la población penal está constituida por personas negras; que un alto porciento de personas viviendo en condiciones de marginalidad en nuestro país también son negras; que los policías detienen en la calle fundamentalmente a personas negras para pedirles su identificación.
Pero además esos mismos estereotipos racistas son reproducidos por nuestra televisión en la que los negros siguen siendo los delincuentes de los programas policiales.
Podrían mencionarse muchos ejemplos del racismo extremo que existe en los Estados Unidos, no sólo contra los negros sino contra los latinos, las personas de origen árabe y asiático. Pero eso no borraría los problemas raciales y sociales que existen en nuestra sociedad.
Es cierto que ya no existen lugres en Cuba dónde un negro no pueda entrar por el color de su piel. Hasta hace muy poco tiempo, había lugares dónde un cubano no podía entrar por el simple hecho de ser cubano.
De todas formas, el permitir ahora que los cubanos puedan entrar solo ha evidenciado las marcadas diferencias sociales que existen en nuestro país; o sea, el problema es incluso mayor.
No creo que la Declaración constituya un punto de partida de nada, pues en Cuba hay muchas personas que han estado promoviendo debate sobre la cuestión racial hace tiempo y alertando sobre la poca representación de las personas negras en las esferas política, académica, científicas y otras.
Pero el tema no se ha discutido lo suficiente en los medios oficiales; no ha habido suficiente reconocimiento de los conflictos existentes y de los desaciertos, y de pronto parece que son los afroamericanos los que tienen que preocuparse por nuestros problemas y que para colmos, un periódico como el Nuevo Herald tiene que defender nuestros derechos.