Un antiguo amor

Osmel Almaguer

The P-11 Bus in Havana.  Photo: Irina Echarry
The P-11 Bus in Havana. Photo: Irina Echarry

Si tan solo hubiera salido a la hora acostumbrada del trabajo no me hubiera encontrado con mi ex en el P-11.  Pero bueno, supongo que viviendo en la misma ciudad, en algún momento teníamos que cruzarnos.  Hacía ya un año y medio que no la veía.

Al subir a la guagua busqué rápidamente el fondo, donde generalmente no hay tanta gente.  Estaba sentada y al pasar por su lado no estuve seguro de que fuera ella, pues tenía como veinte libras más que la última vez.

Le comenté lo sucedido a mi amigo Jorge y me recomendó que fuera a comprobar si era ella, que eso me haría sentir mejor.

-Disculpe. La toqué por el hombro y me miró.

-¿Eres tú? Le pregunté todavía escéptico.  En efecto, era ella. La noté sorprendida.

-¿Y tú como estás? Inquirió.

-Yo bien.  Ahora salgo de mi trabajo. Continúo haciéndolo en el Instituto Cubano del Libro. ¿Y tú?

-Terminé la carrera y ahora trabajo en el Tribunal Provincial de Justicia. –Bajó la cabeza y calló.

Parecía saber que la conversación iba a tomar un rumbo que no le convenía.

La conocí hace siete años en un taller literario.  Ella tenía 16 y yo 23.  Era delgada y bella, había sido modelo.  Muy pronto me enamoré perdidamente de ella, pero tenía novio.  A quien pronto comenzó a engañar convirtiéndose en mi amante.

Terminó su relación con él y me sentí como nunca antes en mi vida.  A los cinco meses terminó conmigo, y pasó los siguientes ocho meses llevando una vida promiscua, mientras yo sufría pasivamente.

Luego reanudó su relación conmigo.  Fue entonces que se mudó a mi casa y comenzamos un proyecto de vida que duró tres años, en los cuales tuve que renunciar a mi trabajo como especialista literario para ganar más dinero como agente de seguridad y protección.

Fue una época difícil. Trabajaba de madrugada, sometido a mucho stress, y aún así el dinero no alcanzaba.  Pronto comenzaron las peleas, que se hicieron cada vez más fuertes.

Meses antes de que me abandonara definitivamente fue la amante del primo de una amiga, con el que finalmente se marchó.  Pero no quería dejar “las puertas cerradas” y trató de culpar a mi padre de nuestros problemas.  Como no pudo, entonces se dedicó a culparme a mí, al tiempo que iba atacando mi autoestima.

La última parte de la relación fue un infierno, al cual contribuí en buena medida, pues aunque la costumbre era fuerte, como dice la canción, el amor había terminado.

Al poco tiempo ella misma confesó, contradiciéndose, buena parte de su engaño.  Aunque me sentí muy decepcionado, poco a poco la entendí. Recordé cuando me contó su niñez.

Creció sin el amor de su padre, quien abandonó a su madre tempranamente, y luego esta la culpó por ello, golpeándola y maltratándola.  El único cariño que recibió, quizás, fue la lascivia de los sucesivos hombres que tuvo su madre.

Creo que encontró en la mentira su único refugio, y que no le enseñaron el valor de las relaciones afectivas.

Ahora está ahí, sentada frente a mi, gorda y triste. Y yo sintiendo una mezcla de pena y agradecimiento.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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