Restaurando La Habana

Jorge Milanes

El malecon de la Habana.  Foto: Ana Maria Gonzalez
El malecon de la Habana. Foto: Ana Maria Gonzalez

De paseo por el malecón observo cuanto se trabaja por la restauración de La Habana.  Ciudad vieja de estilo colonial que ha resistido los huracanes y el tiempo. Situada frente al mar recibe toda la brisa del Atlántico.

!Es inigualable! –Comenta una señora rubia de ojos verdes y piel muy blanca de unos 40 y tantos años que, recostada sobre el muro del malecón e impresionada por la arquitectura, toma fotos de los edificios. Su esposo, con las manos detrás, short y gorra, se acerca lentamente a un grupo de hombres que se encuentran trabajando en el Malecón.

¿Mucho trabajo? –le pregunta a uno de ellos, que al notar el acento, le responde muy dispuestamente:

Bastante. ¿De dónde es usted?

Australia.

Ahhhh, no  problem, Australia mucho money.

El trabajador trata de explicar haciendo uso de expresivas formas de comunicación con las manos y, sin dejarlo terminar, otro, que en su mano tenía una agenda, al parecer el jefe, agrega:

La restauración de la ciudad será en la medida en que las posibilidades nos la permitan. No tenemos los materiales apropiados que han de usarse, estos deben ser resistentes al alto grado de salinidad, se pueden comprar en el mercado pero son muy caros y como ves los edificios también son bañados por ese aire salado y también necesitan restauración.

El forastero presta especial atención a la explicación y los gestos del obrero, que de vez en vez le pregunta:

Understand?

Sí. Contesta el visitante.

Continúa aquel obrero explicando la situación de la habana mientras el sudor le corre por su frente y termina diciéndole al interesado forastero:

Necesitamos mucho dinero para la restauración de La Habana si queremos mantener todo más o menos por los planos originales.

Justo en ese momento una dulce voz del otro lado de la avenida lo llama. Su esposa en un taxi aguarda por él.