Nunca más

Caridad

Foto: Irina Echarry

Unos días antes de conocer la noticia había visto una foto en el periódico más leído del país.

Era un ser masculino que, por su físico, aparentaba ser un niño muy mal alimentado; pero por su cara podría ser un joven con muy poco futuro de vida.

Lo que me hizo mirar con detenimiento la foto era un grillete, parecido a los que hacían usar a los esclavos antes de mediados del siglo 19, en Cuba.  Se trataba de un enfermo mental.

El titular era apreciable por su tamaño y la frase rotunda de NUNCA MÁS, refiriéndose en este caso a las terribles condiciones de los seres humanos encerrados en el principal manicomio de Cuba antes del año 1959: Mazorra.

Cuando leí en Havana Times cierto titular anunciando muertes en el Hospital Siquiátrico de la Habana, pensé que se trataba de algún diario de mis colegas, haciendo alusión, precisamente, a la situación de ese centro antes del triunfo revolucionario. Estaba apurada y no me detuve a leerlo, pero enseguida escuché la noticia nada menos que en el Noticiero Nacional de Televisión.

Mi boca todavía permanece abierta, como si yo fuera un asombrado personaje de dibujos animados.

Creo que no soy la única con la boca en esa posición…y los oídos. Solo que estos no están abiertos de asombro, sino de impaciente espera.

Amplias noticias sobre los médicos cubanos en Haití

Las noticias sobre los médicos cubanos en Haití caen como la nieve en Siberia, a borbotones, casi nos rompen  la cabeza de tantas que caen.  Casi se rompen la cabeza la cantidad de periodistas cubanos que, por primera vez, suman más de 3 en un evento no deportivo.

Todos nos aprovechamos de la nueva desgracia negra y pobre para hacer relucir nuestro talento samaritano, solo que Todos continuamos anunciando  A VOCES nuestras “buenas acciones,” y en eso los cubanos no nos hemos quedado atrás.

La noticia aquí no son los haitianos, sus problemas o – por suerte – los que aún siguen encontrando con vida.  La noticia aquí son los médicos cubanos, la medicina cubana, los nuevos hospitales cubanos en Haití.

En resumen, como el resto de la Prensa, Bancos y otras personalidades y personajes mundiales, también nos aprovechamos de la difícil coyuntura haitiana, solo que, en este caso,  para hacer resaltar nuestra buena ideología.

Y de repente, para bienestar de unos cuantos, se ha detenido el tiempo.  Se alarga a más no poder el momento en que debamos recordar, dolorosamente, que los muertos de Mazorra son reales, son nuestros muertos, y alguien debe acabar de hablar de ellos o, más bien, de los responsables de sus muertes.

La nota informativa, de hace más de 15 días, aclaraba sobre la investigación que ya se realizaba al respecto.  No lo dudo, la investigación.  Quisiera que pagaran los verdaderos culpables, nunca con la muerte, por supuesto, me declaro en contra de esa clase de hipócrita y oportunista sentencia.

Los verdaderos culpables no son precisamente los que más cerca se encontraban de los enfermos mentales, aunque por supuesto también tienen muchísima responsabilidad. Pero la realidad es que más nadie ha dicho nada.

Las noticias de Haití, más que nunca, se tragan los pocos periódicos nacionales.  Los demás nos sumimos en nuestros problemas diarios, los que existen y los que nos inventamos o nos hacen inventar o inventan otros.

A nadie parece importarle un puñado de viejos locos, muertos de frío o hambre o tristeza.  Tampoco eran muy importantes los haitianos pobres, locos, muertos de hambre, calor, enfermedades y tristeza, hasta que llegó el temblor de tierra.

Las noticias hablan, pero casi nunca dicen la verdad.  Hay terremotos que ocultan otros estremecimientos.

Caridad

Caridad: Si tuviera la oportunidad de escoger cómo sería mi próxima vida, me gustaría ser agua. Si tuviera la oportunidad de eliminar algo de lo peor del mundo borraría el miedo y de todos los sentimientos humanos prefiero la amistad. Nací en el año del primer Congreso del PCC en Cuba, el día en que se celebra el orgullo gay en todo el mundo. Ya no vivo al este de la habana, intento hacerlo en Caracas y continúo defendido mi derecho a hacer lo que quiero y no lo que espera de mí la sociedad.

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