No es una cuestión de dignidad
Yusimí Rodríguez
HAVANA TIMES, Jan. 24 — En marzo del 2009, el pueblo cubano supo de las destituciones de Felipe Pérez Roque y Carlos Lage Dávila, de sus respectivos cargos como Ministro de Relaciones Exteriores y Vice Presidente del Consejo de Estado. No se explicaron con claridad los motivos de las destituciones.
En el periódico Granma pudimos leer escuetos textos bastante parecidos entre sí, con la misma extensión aproximadamente, que iban acompañados de las firmas de los destituidos, en los que reconocían haber cometido errores y tomado malas decisiones, renunciaban a sus cargos y se ponían a la disposición de la Revolución para lo que esta pudiera necesitar de ellos. Tampoco en sus cartas quedaban claro los errores cometidos.
Poco después empezó a circular un video en el que, según me han contado, nuestro presidente le hace serias acusaciones a ambos, y cuando ellos intentan negarlas, él los confronta con otras cintas de video en los que ellos aparecen aceptando sobornos, montando limusinas caras y disfrutando un nivel de vida muy por encima al que tiene el pueblo. Esto me tranquiliza un poco porque me hace suponer que los dirigentes que no han sido destituidos sí tienen el mismo nivel de vida que el pueblo.
Al parecer, también en una de las cintas de video que se les mostró, aparecían ellos celebrando justo cuando a nuestro Comandante en Jefe, el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro, lo estaban operando. También se dice que criticaban a nuestro actual presidente, Raúl Castro, cuestionando su capacidad de dirigir el país y que incluso habían desviado recursos. Pero a mí no me crean, porque yo, en realidad, no he visto el video. La razón por la que no he visto el video es que sencillamente, como a la gran mayoría del pueblo, no me toca.
El video de Lage y Pérez Roque, como dice la gente, ha sido mostrado a miembros y dirigentes del Partido, o sea, el Partido Comunista de Cuba, dentro de los centros de trabajo; previamente lo habrán visto los miembros de los Consejos de Estado y de Ministros; también lo vieron los delegados a las Asambleas del Poder Popular de la nación, las provincias y los municipios, que son en su inmensa mayoría (no quiero generalizar) miembros del Partido.
Me han dicho que también se ha mostrado en los Comités de Base de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Posteriormente lo vieron los presidentes de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR).
No deben llevar ni bolígrafos
Previo a la proyección se elaboraba un lista con los nombres de las personas que lo verían y se les avisaba del día y la hora en que se les mostraría el video. Se les recomendaba también llevar merienda y agua, porque no debían abandonar la sala durante la proyección. No debían llevar bolígrafos para tomar notas, ni cámaras. En la entrada se les pedía su carné de identidad para comprobar sus nombres en la lista; sin el carné no podían pasar.
Hasta el momento, al resto de las cubanas y cubanos nos ha tocado especular en las paradas, mientras esperamos la guagua o dentro de esta, sobre lo que se dice en el video; la gente valora la posibilidad de que el video se filtre, que alguien pueda “piratearlo”; o sea copiarlo a escondidas.
Esto tendría que hacerlo alguna de las personas encargadas de manipular el video, que se supone que sean de entera confianza de los que controlan quién lo ve y quién no. Además, si alguno de ellos decidiera copiar el video para que lo vea el resto del pueblo, estaría corriendo un riesgo que tal vez podría llevarlo a la cárcel.
Mientras la gente conservaba la esperanza de que el video se hubiera filtrado, y aseguraban que pronto alguien lo iba a copiar e iba a circular por las calles, lo que más interesante me parecía, o tal vez triste, era que a la gente le pareciera normal tener que recurrir a mecanismos ilegales para ver el video. Les parecía normal que no les tocara verlo, ser excluidos, actuar como delincuentes aunque no lo sean, para ver un video.
Durante semanas tuve la idea de escribir un comentario sobre esto, pero el tiempo fue pasando y la vida siguió su curso. De vez en cuando oyes a alguien decir que Carlos Lage está trabajando en un hospital y que a Pérez Roque lo vieron sentado en una guagua de trabajadores, y la gente le gritó “descarado”. La gente especula, exagera… y finalmente olvida. Nadie cuestiona, nadie exige información sobre los verdaderos hechos ni las medidas que se tomaron.
Recuerdo que hace aproximadamente dos años, el estudiante de la UCI (Universidad de Ciencias Informáticas) Eliécer Ávila realizó una intervención durante un encuentro de los estudiantes con Ricardo Alarcón, jefe del Parlamento Cubano. Los cuestionamientos de Eliécer fueron atrevidos y tocaron la raíz de muchos problemas.
La mayoría de las cubanas y cubanos conocieron a este estudiante cuando apareció en el Noticiero Nacional de Televisión para desmentir acusaciones que se hacían en el extranjero a nuestro gobierno de tomar represalias con él por sus planteamientos.
Pero los planteamientos nunca aparecieron en la televisión ni en la prensa. Por suerte “el video de la UCI”, como le decíamos en la calle, se filtró y muchos logramos verlo. Sin embargo, aún hay personas que ni saben que en la UCI un estudiante cuestionó cosas que tienen que ver directamente con la vida de todas y todos los cubanos.
Un amigo con la misma inquietud
Hace pocos días, conversando con un amigo, supe que él tenía la misma preocupación que yo. ¿Por qué tenía que esperar a que se filtrara el video de forma ilegal para verlo? Me contó que le planteó su duda a un conocido bastante cercano a él, un joven miembro del Partido, que sí pudo ver el video.
“Yo me siento tan digno de ver ese video como cualquier miembro del Partido o presidente de los CDR”, esas fueron las palabras que utilizó mi amigo para dirigirse a su conocido. La respuesta que recibió fue: “No es una cuestión de dignidad, si no de preparación política”.
¿Debo entender que ahora las personas en Cuba nos dividimos en “preparados políticamente” y “no preparados políticamente”? ¿Estaremos en presencia de un nuevo tipo de elite, una nueva clase, una nueva forma de exclusión?
¿Ya no se excluiría a las personas sobre la base de la raza, el sexo, la edad, la orientación sexual, la procedencia social, sino sobre la base de la preparación política? ¿Y en qué consiste exactamente tener una buena preparación política? ¿Quién determinaría qué persona tiene la preparación adecuada en este campo?
Por suerte, esta no fue la respuesta de ningún representante del gobierno, ni fue publicada en ningún periódico oficial. Eso de momento me tranquiliza, y me atrevo a concluir que quién dio esta respuesta no estaba “preparado políticamente” para enfrentar el cuestionamiento de mi amigo. Sin embargo, la duda persiste: ¿Por qué todo el pueblo no ha tenido derecho a ver el video en cuestión?