Marcas ¿en la piel?

Irina Echarry

La bijirita de Nena.
La bijirita de Nena.

Me gustan los tatuajes.  No todos, por supuesto.   En mis años de adolescente me pareció gracioso un dibujo minimalista que vi en algún catálogo.  La foto mostraba el pubis de una muchacha, un muñequito con una segadora que “cortaba” el césped de bellos púbicos.  Pensé que si algún día marcaba mi piel con algo, sería con esa imagen.

Pero no me decido.  Pienso que pudiera aburrirme del diseño que me haga y luego estaré arrepentida.  Como le pasó a Carlos Miguel que lleva en el hombro izquierdo el retrato del Che.  Le gustaba su figura, lo veía como un salvador, un luchador por las causas nobles.

Nunca ha estado tranquilo con la calidad del dibujo que le hicieron, cree que le falta la mirada profunda de las fotos, la que hace que muchos lo admiren y otros lo tilden de buen actor frente a las cámaras.

Pero lo peor del tatuaje de Carlos Miguel llegó con la conversión, cuando dejó de creer en el héroe y empezó a verlo como un ser humano con virtudes y defectos.  Ya no comparte sus principios ni comprende muchas de sus actitudes.  Sin embargo sigue llevando su imagen grabada en la piel como una carga pesada.

Pienso que los tatuajes, más allá de ser una moda, son marcas que traen recuerdos y acentúan rasgos de la personalidad.  Dudo que Alberto deje de tener ese fuego agresivo que lo caracteriza aún en los momentos más delicados, que le impide pensar con calma los problemas para encontrar buenas soluciones.

Quizá el dragón que sobresale de su brazo, con la boca abierta y en actitud desafiante tenga algo que ver.  O la libélula que tiene Janet en la cadera sea el gancho que utilizó para atrapar a su novio biólogo.  ¿Quién duda que el pentagrama musical de la pierna de Amanda la lleve a triunfar con su violín en grandes escenarios?

Por eso no me asombré cuando supe que la Nena se haría un tatuaje a los 35 años, rompiendo el mito del impulso adolescente o la marginalidad de la cárcel (nuestros padres ven el tatuaje como representación de la delincuencia porque los presos se tatúan, aunque la calidad y el contenido de sus marcas dejan mucho que desear).  Según me contó, tiene marcas físicas y emocionales que no ha elegido, al menos esta será decidida por ella.

La Nena es amante de las aves, va por los caminos adivinando el sonido de los pájaros y conoce muchos de sus cantos.  Un día entró una bijirita a su cuarto, ella, al ver que el pajarito había decidido pasar la noche en su casa, lo puso en una cajita a la que le abrió muchos huecos para facilitar la respiración.

A la mañana siguiente el avecita despertó, revoloteó como si le diera las gracias y salió por la ventana luego de dejar que la retrataran.  De una de esas fotos salió el diseño para su tatuaje.  La bijirita con las alas abiertas, suspendida en el aire, como para recordar que la libertad existe.

Irina Echarry

Irina Echarry: Me gusta leer, ir al cine y estar con mis amigos. Muchas de las personas que amo han muerto o ya no están en Cuba. Desde aquí me esforzaré en transmitir mis pensamientos, ideas o preocupaciones para que me conozcan. Pudiera decir la edad, a veces sí es necesario para comprender ciertas cosas. Tengo más de treinta y cinco, creo que con eso basta. Aún no tengo hijos ni sobrinos, aunque hay días en que me transformo en una niña sin edad para ver la vida desde otro ángulo. Me ayuda a romper la monotonía y a sobrevivir en este mundo extraño.

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