Los mismos mulos para todo

Osmel Almaguer

Fumigador cubano.  Foto: Caridad
Fumigador cubano. Foto: Caridad

En Cuba todas las personas deben y están integradas en las muchísimas organizaciones de masas con que contamos. Aunque la mayoría son voluntarias, esto es sólo de dientes para afuera, pues el rechazar la militancia o pertenencia a una o varias de estas organizaciones –gubernamentales o no, pero siempre ideadas y respaldadas por el Estado- significa declararse tácitamente en contra del proceso revolucionario.

Esto trae como consecuencia lo que aquí llamamos “marcarse,” que quiere decir: rechazo social de los revolucionarios, pero también de los contrarrevolucionarios, por temor, y la indiferencia de los que tratan de mantenerse en una posición neutra. O sea, se cierran todas las puertas y se abren todos los ojos para vigilarte.

Yo no tengo ese problema. Mi familia tiene una larga trayectoria apoyando la Revolución, y aunque mis ideas son diferentes a las suyas, no son opuestas, pues al igual que ellos, mi intención es mejorar el sistema, no destruirlo.

Hay muchos oportunistas aprovechándose de los cargos políticos en todos los niveles para escalar posiciones, casi siempre haciendo daño a las demás personas con decisiones erróneas, conscientes o inconcientes.

Lo que más me llama la atención es que cada uno pertenece como mínimo a dos o tres de estas organizaciones, y cada una ejerce una influencia y control determinados sobre la persona.

A veces mi padre, Teniente Coronel (jubilado) de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, de los que creen en lo que dicen, repite “es que somos los mismos mulos para todo.”

Cuando pienso en esa afirmación no puedo dejar de darle la razón. Cada cubano mayor de 14 años pertenece a los Comités de Defensa de la Revolución, que exige de manera gratuita guardia nocturna en el vecindario una vez al mes, donaciones de sangre, recogida de materia prima, dinero para la cotización y para las fiestas, y hacen reuniones.

Cada mujer pertenece a la Federación de Mujeres Cubanas, que también hace sus reuniones y exige dinero.

Gran parte de los cubanos pertenece a la Unión de Jóvenes Comunistas y al Partido Comunista de Cuba, que hacen reuniones mensuales, exigen dinero y dan tareas obligatorias a sus miembros como cambiar de cargo o centro de trabajo si eres dirigente, y salir a la calle a erradicar –de manera violenta si es necesario- cualquier manifestación contrarrevolucionaria.

Cada trabajador tiene derecho a integrarse al Sindicato de Trabajadores de Cuba, que exige dinero, hace trabajos “voluntarios,” da reuniones mensuales, y no resuelve los conflictos de los trabajadores en la mayoría de los casos.

Existe un sinnúmero más de organizaciones más como la Unión de Pioneros José Martí, que sirve para que nos habituemos desde el principio a pertenecer a las organizaciones. También hay otras, que también cobran dinero, como Milicias de Tropas Territoriales, que ni siquiera se su razón de existir.

En resumen, muy bajo salario, del cual una gran cantidad se va en las cotizaciones que, aunque cobran poco, dos o tres pesos mensuales, son muchísimas. También estás las reuniones y las otras actividades  que dejan muy poco tiempo para los proyectos personales.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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