Las guaguas no paran

Osmel Almaguer

Ómnibus de La Habana.
Ómnibus de La Habana

Casi siempre, cuando estoy en la parada, veo pasar una gran cantidad de guaguas que no recogen a nadie.  Estas no son del transporte público, sino de ciertas agencias de alquiler que pertenecen al Estado.

Puede vérseles circular vacías, y son muchísimas, dos o tres veces más numerosas que los ómnibus urbanos.  Creo que hacen en vano un gran gasto de combustible, y el país no está en condiciones de asumirlo.

Parece que la reciente “Revolución Energética,” preocupada por el ahorro de electricidad, al punto de tomar mediadas que en ocasiones han dejado a oscuras a barrios enteros, y sin aire acondicionado a miles de empresas con oficinas cerradas y computadoras, justo a la hora más caliente del día, no incluye este tema tan sensible.

Lo que ahorramos por un lado, y que cuesta el trabajo y el sacrificio de miles de cubanos, se gasta tranquilamente por el otro.

Encima de eso, no siempre este tipo de ómnibus pasa de largo.  A veces paran en las paradas y recogen a una gran cantidad de pasajeros.  En precio del pasaje es de un peso (0.60 más que el transporte público).

Lo peor de esto es que los choferes se quedan con la mayoría del dinero, y esto me consta, pues alguna vez fui trabajador de una base de guaguas.

El reporte diario era de unos 200 pesos, y se embolsillaban entre 500 y 100 pesos, más de lo que gana la mayoría de los cubanos en un mes. Entre el combustible derrochado en vano, la mala situación del transporte agravada por este hecho, y el robo del dinero, ¿Cuánto se pierde?

Cuando llevamos esta cuenta a millones de pesos, creo que sería suficiente para hacer mejoras sustanciales a nuestro sistema de transporte.  En cuanto al robo del dinero, se ha hecho bien poco para evitarlo, y las medidas tomadas no resuelven del todo esta situación.

Como todo no es color de rosa, pero tampoco malo, el instituto para el que trabajo tiene una guagua que nos garantiza la transportación hacia y desde el trabajo, evitándonos la odisea diaria de viajar de pié, con incomodidad, con disgusto, y bajo el peligro de que algún carterista nos robe, alguno de los  pervertidos sexuales que abundan en las guaguas nos moleste, o que alguien, tan o más tenso que nosotros discuta o pelee con nosotros, cosas que he visto cuando la guagua del trabajo no pasa y tengo que viajar en las otras.

osmel

Osmel Almaguer: Hace poco solía identificarme como poeta, promotor cultural y estudiante universitario. Ahora que mis nociones sobre la poesía se han modificado un poco, que cambié de labor y que he culminado mis estudios ¿soy otra persona? Es usual acudir al status social en nuestras presentaciones, en lugar de buscar en nosotros mismos las características que nos hacen únicos y especiales. Que le temo a los arácnidos, que nunca he podido aprender a bailar, que me ponen nervioso las cosas más simples y me excitan los momentos cumbres, que soy perfeccionista, flemático pero impulsivo, infantil y anticuado, son pistas para llegar a quien verdaderamente soy.

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