La voz ausente

Armando Chaguaceda

La agencia Prensa Latina ha informado que más de 450 cubanos emigrados en 42 países (entre ellos 200 residentes en EEUU) celebrarán a partir del próximo miércoles el Encuentro contra el Bloqueo de Estados Unidos a Cuba y en Defensa de la Soberanía Nacional en la Habana.

En representación de 106 asociaciones de cubanos residentes en naciones de los cinco continentes concertarán acciones a partir de sus áreas geográficas y buscaran proponer temáticas de interés común y de importancia para el estado cubano.

Es muy bueno el intercambio entre cubanos de todos los rincones, y en particular de los emigrados con su nación. Forma parte de un proceso de normalización, dilatado y accidentado, que comenzó a fines de los años 70 y se aceleró con el aumento de la emigración (y su peso económico, remesas mediante) a raíz de la crisis de los 90.

Me hace recordar la melosa canción “unidos, unidos a pesar de todo siempre amigos unidos” que se radiaba en Radio Progreso en 1994 y 1995 anunciando los primeros de estos encuentros, y que sonaba tan extraña a muchos oídos (incluidos los míos) acostumbrados a la demonización del emigrante.

Si esta conferencia se traduce en un verdadero diálogo y no un monólogo u conciliábulo de privilegios, el foro deberá discutir temas de normalización migratoria que atañen a la mayoría de los cubanos y cuya modificación es tema de exclusiva competencia (en sentido de atribución y capacidad) del estado cubano.

Temas para discutir

Debería discutir, por ejemplo, porque aunque en Cuba existe una Ley de Inmigración y Extranjería, esta resulta tan laxa y es sustituida en la práctica por una Política Migratoria, de visos desconocidos e inapelables para el común, decidida y modificada ad hoc a partir de las coyunturas políticas. Lo cual deja en la mayor ignorancia e  indefensión a la ciudadanía que pretenda salir temporalmente de visita o emigrar hacia otro país.

O por qué se mantienen leyes otrora justificables, diseñadas para redistribuir socialmente las propiedades de burgueses emigrados tras el triunfo revolucionario, que hoy se aplican personas nacidas en el nuevo orden y ajenas a la contrarrevolución.

Por concepto de las cuales, si alguien emigra legalmente, pierde sus posesiones y derechos (incluido el de herencia) e incluso quienes convivían en el domicilio deben comenzar a pagar de cero el importe del mismo, aun cuando haya sido propiedad familiar. Exceptuándose de este despojo los casos del cotizado Permiso de Residencia en el Exterior, que no posee la mayoría de la población migrante, incluida la que habita en los EEUU.

Personas temporalmente en el exterior, que desean regresar y hoy tributan al bienestar de su familia, sufren el orden vigente. Una amiga, actualmente becada en una universidad extranjera, perdió la posibilidad de retornar a su país al carecer del dinero para pagar los permisos de estancia en el exterior, que superaban incluso el coste del boleto de avión.

Los costes se elevaron más de lo previsto y de lo permitido por sus ahorros, extraídos de  su manutención y del monto destinado a la ayuda familiar. Como conclusión perdió sus derechos y propiedades y deberá esperar 5 años antes del retorno.

Otra amiga  deberá abonar por el mismo concepto el doble del precio de una computadora de escritorio, que pensaba regalar a su tía, comunista ejemplar e investigadora emérita de una institución estatal.

Además los nacionales que regresan al país, a contrapelo de los extranjeros, tienen que pagar sobrepeso una vez desembarcados, algo irracional ya que dicha tasa se cobra antes de abordar por las aerolíneas a partir del gasto de combustible y espacio que el exceso de carga provoca.

El vicecanciller Dagoberto Rodríguez dijo que la reunión dará continuidad al intercambio franco y directo entre la emigración y las autoridades cubanas para seguir avanzando hacia relaciones cada vez más estables y normales de los emigrados con su patria.

Eso sería positivo, si esa franqueza se tradujera en alguna explicación de porque se encuentra ausente del discurso y las acciones en curso la demanda del fin del llamado Permiso de Salida, tema discutido en los debates populares nacionales desde 2007 y que ha motivado hasta un grupo de facebook integrado por cubanos de dentro y fuera. (ver http://www.facebook.com/group.php?gid=235298112982&ref=ss )

Rodríguez explicó que el gobierno cubano reconoce, valora y cuenta con la labor de los cubanos residentes fuera del país y los cuales mantienen una actitud activa en defensa de la Patria. Y añadió que el componente fundamental de la relación de la nación con la emigración es el diálogo directo, sin intermediarios, con quienes, en su mayoría, apoyan la lucha del pueblo cubano contra el asedio estadounidense y aceptan la independencia nacional.

Existen imprecisiones y omisiones en ese comentario. ¿Acaso el estado cubano no se erige como intermediario y representante de la nación, crisol sociológico, cultural, identitario, que rebasa las fronteras de una institucionalidad particular? ¿Acaso se reduce a la necesaria solidaridad antimperialista y la defensa de una Cuba independiente la agenda que quieren y deben impulsar nuestros compatriotas emigrados?

¿Acaso la política migratoria vigente no muestran una desvalorización y desconocimiento a los derechos del pueblo que decidió anclar su proyecto de vida a los destinos de la isla y su Revolución? ¿Y no sigue ofreciendo flancos vulnerables a la propaganda ideológica capitalista?

El insigne Historiador de la Ciudad de la Habana Eusebio Leal, en el pasado congreso de la UNEAC, expresó refiriéndose a nuestra patria “Cuba es así, y el que trate de modificarla separándola, dividiéndola y convirtiéndola en extrañas representaciones, pone a Cuba sin el legado de Martí.

Si se defiende una nación soberana hay que defender el derecho a una ciudadanía soberana, la existencia de la primera sin la segunda es, cuando menos, una incongruencia.

Hoy a estos emigrados les ha sido dada, por decisión política, una tribuna que muchos compatriotas no poseen para ventilar sus demandas de cara a la dirección del país. Esperamos que sepan utilizarla para el bien de la inmensa mayoría quienes están ausente.